Desafíos del SICA en el contexto

latinoamericano: China,

la Alianza del Pacífico Willy Soto Acosta*

y la CELAC María Fernanda Morales Camacho**

ANALIZA LA PRESENCIA CHINA, LA CONFORMACIÓN DE LA AP Y LA CREACIÓN DE LA CELAC COMO DESAFÍOS PERO TAMBIÉN OPORTUNIDADES PARA EL SICA. LA CRECIENTE PRESENCIA CHINA HACE PATENTE LA TENSIÓN DIPLOMÁTICA ENTRE TAIWÁN Y CHINA CONTINENTAL POR MANTENER SU INFLUENCIA EN LA REGIÓN. LA ALIANZA DEL PACÍFICO REPRESENTA UN REGIONALISMO DE CORTE PRAGMÁTICO DONDE LA LIBERALIZACIÓN E INTEGRACIÓN ECONÓMICAS SON EL FUERTE. LA CONSOLIDACIÓN DE LA CELAC SE PODRÍA ANALIZAR COMO UNA OPORTUNIDAD PARA LA CONVERGENCIA DE POSICIONES A NIVEL CENTROAMERICANO.

PALABRAS CLAVES: INTEGRACION ECONOMICA SICA, CHINA; RELACIONES INTERNACIONALES; AMERICA CENTRAL

KEY WORDS: ECONOMIC INTEGRATION; SICA, CHINA; INTERNATIONAL RELATIONS; CELAC; CENTRAL AMERICA

1Introducción

Sociólogo y Politólogo. Catedrático de la Escuela de Relaciones Inter-nacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica.

Correo electrónico:

altivohaciaadelante@gmail.com

** Egresada de la Licenciatura en Rela-ciones Internacionales con énfasis en Comercio Internacional de la Universi-dad Nacional de Costa Rica. Asistente de Investigación en la Secretaría Gene-ral de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO.

Correo electrónico:

mfmcamacho@gmail.com

Recibido: 3 de junio del 2014.

Aceptado: 14 de agosto del 2014.

Centroamérica cuenta con uno de los procesos de integración más consolidados a nivel regional aunque

con muchas mejoras por realizar. El Sistema de la Integración Centroa-mericana, SICA, comprende una región, en un contexto de “sociedad del riesgo” (Beck, 2006), vulnerable no solo en el plano económico sino también en aspectos que en materia de seguridad se han diversificado y atañen a las agendas de los países: narcotráfico, medio ambiente, pobre-za, crimen organizado, etc.

Asimismo, los desafíos que enfrentan los países latinoamerica-nos no solo corresponden a cuestio-nes coyunturales individuales sino también a procesos de carácter sis-témico como los cambios institucio-nales que enfrenta el mundo, en donde la integración regional ha sido un importante partícipe. Dentro de

esta dinámica, el artículo se enfoca en tres elementos: primero, estudiar el impacto de China en Centroaméri-ca, explicando por qué constituye un desafío para el SICA este continuo acercamiento del gigante asiático en una zona donde (con excepción de Costa Rica) Taiwán es el que se mantiene como protagonista. Se-gundo, examinar cuáles podrán ser los alcances de la Alianza del Pacífi-co, AP, en el SICA, dilucidando si esta es una versión del Área de Li-bre Comercio de las Américas, ALCA, en un nuevo intento de Wa-shington por mantener vigente su presencia en la región; además de determinar si la Alianza podría re-presentar una amenaza comercial o por el contrario, un socio promete-dor, especialmente, para países como Costa Rica y Panamá intere-sados en ser miembros plenos de la misma. Tercero, analizar cuál es el papel de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, y cómo este mecanismo debería ser un foro donde los países del SICA presenten una posición común a partir de un discurso en el que defiendan los intereses y preo-cupaciones de la sub-región, consti-tuyéndose esto último en uno de los grandes retos del sistema de inte-gración actual.

Regionalismo abierto

y regionalismo pos-hegemónico:

modelos de integración

en América Latina

Algunas organizaciones inter-nacionales y de integración en Amé-rica Latina, propios de la década de los sesenta y setenta, tenían un fin político y obedecían a la lógica de ofensiva estadounidense frente a la amenaza que representaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, en la región; claro ejemplo de ello lo fue el papel de la Organiza-ción de Estados Americanos, OEA, y del Tratado de Asistencia Recíproca, TIAR, tal y como lo menciona Serbin et.al. (2012: 24):

Sin embargo, en los ochentas el Viejo Regionalismo también comenzó a erosionarse en su dimensión geopolítica. La cri-sis centroamericana demandó de una América Latina más firme y autónoma en el área política y de seguridad. Esta búsqueda de autonomía en las políticas exteriores de los países de América Latina fue visible de manera creciente desde la mitad de los años ochenta en adelante. Algunos eventos que contribuyeron a ello fueron el descrédito de la Organización de Estados Americanos (OEA) y del Tra-tado Interamericano de Asis-tencia Recíproca (TIAR), los cuales eran simplemente vis-tos como instrumentos anti-comunistas de Estados Uni-dos durante la Guerra Fría.

Años más tarde, y frente a la crisis mundial de la década de los ochenta, aunado a un fracaso en el modelo de industrialización, los paí-ses de la región, motivados por las propuestas cepalinas, optaron por un

modelo integrador orientado “hacia afuera”, que permitiera establecer lazos con otras economías extra-regionales. Es así como el regiona-lismo abierto cobra fuerza a princi-pios de los noventa en la región (Asia ya había adoptado este mode-lo en los setenta y se limitaba a la liberalización comercial). A diferencia del regionalismo abierto asiático, la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, lo concibe como (CEPAL, 1994):

un proceso de creciente inter-dependencia económica a ni-vel regional, impulsado tanto por acuerdos preferenciales de integración como por otras políticas en un contexto de apertura y desreglamentación, con el objeto de aumentar la competitividad de los países de la región y de constituir, en lo posible, un cimiento para una economía internacional más abierta y transparente

Este tipo de regionalismo promovía un vínculo entre la liberali-zación de las economías y la inte-gración comercial, lo cual se reverti-ría en una mayor eficiencia de los mercados y en un más alto nivel productivo, es decir, “que las políti-cas explícitas de integración sean compatibles con las políticas ten-dientes a elevar la competitividad internacional, y que las complemen-ten” (CEPAL, 1994). Ya en la famosa publicación de 1994, “El regionalis-mo abierto en América Latina y el Caribe. La integración económica al servicio de la transformación produc-tiva con equidad” , la CEPAL lo ca-racterizaba por (CEPAL, 1994): la suscripción de acuerdos de liberali-zación entre sectores y países, la presencia de normas estables y transparentes, la posibilidad de mul-tilateralizar el proceso conforme se estabilizan las economías, la armo-nización de aranceles, liberalización intrarregional del comercio y las in-versiones, extensión del trato nacio-nal a la inversión extranjera, reduc-ción de los costos de transacción en el comercio, negociación de las so-luciones ante problemáticas comer-ciales, fortalecimiento del apoyo a la balanza de pagos, normalización del sistema de pagos de los intercam-bios y facilitación del progreso técnico.

Es así como se configuran ba-jo esta propuesta diversas iniciati-vas, entre ellas: la suscripción del Tratado de Libre Comercio entre México y Norteamérica, TLCAN, el proyecto de Chile con la firma de acuerdos bilaterales, la reactivación de cuatro esquemas regionales de integración (la Comunidad del Cari-be, CARICOM, con el establecimien-to de un mercado único en 1989, el paso del Mercado Común Centroa-mericano, MCCA, al SICA -entre 1991 y 1993-, la conversión del Gru-po Andino en la Comunidad Andina de Naciones-CAN en 1996 y el esta-blecimiento del Mercado Común del Sur, MERCOSUR, en 1991) (Serbin et.al, 2012: 26).

Es así como prevalece, hasta el 2005 aproximadamente, una inte-gración basada fundamentalmente

en la inserción internacional vía apertura comercial. No obstante, de acuerdo con Serbin et. al. (2012: 30), factores como la emergencia de nuevos mercados específicamente en Asia-Pacífico, la suscripción de acuerdos “Sur-Norte”, el desinterés de Washington por la región debido a su estrategia de la “Guerra contra el Terrorismo” y la imposición de una agenda unilateral de corte neoliberal en sus relaciones con los países de la región, provocó un giro en las propuestas integracionistas, recha-zando el unilateralismo estadouni-dense. Así surge lo que se denomina el regionalismo “post-liberal” o “post-hegemónico”, basado en la “concer-tación política y los acuerdos inter-gubernamentales” (CRIES, s.f.: 2) y un mayor protagonismo del Estado.

Estos nuevos procesos se vi-sualizan en la creciente inte-gración de las economías de la región y en el debilitamiento de la presencia de Estados Unidos. Esto trajo cambios en el hemisferio como el desarro-llo de nuevos acuerdos co-merciales. En este contexto de más autonomía en la región, se visualiza el retorno del protagonismo del Estado, que se apoya en los movimientos sociales.

El regionalismo post-hegemó-nico se caracteriza por alejarse del espectro comercial y centrarse en la integración de corte político y social. De acuerdo con Serbin et.al. (2012: 32-33) los mecanismos que se ins-criben en esta categoría se caracte-rizan por:

El retorno a la política con una menor atención en la agenda comercial y la liberalización.

Un regreso a la “agenda de desarrollo” “post-consenso de Washington”.

El mayor protagonismo del Estado en el desarrollo social y las relaciones externas.

Una búsqueda de mayor au-tonomía frente al mercado.

La promoción de una agenda de integración positiva, cen-trada en la creación de institu-ciones y políticas comunes y la cooperación en temáticas no comerciales.

La preocupación por proble-mas regionales como la defi-ciente infraestructura.

Una atención a los problemas sociales y a las asimetrías del desarrollo.

La participación de actores no estatales en los procesos de integración.

Tres claros ejemplos de esta propuesta lo constituyen la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, la Unión de Naciones Suramericana, UNASUR, y la recién conformada CELAC que, más que proyectos de integración concretos, comprenden mecanismos donde sobresalen las reuniones presidenciales y la concertación en

temáticas diversas como la inclusión social, temas de género, energía, integración física, ambiente, etc.

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1. Disponible en: http://www.china- files.com/pdf/LibroBlanco.pdf

China, un nuevo socio

en Centroamérica:

¿amenaza para Taiwán?

Las relaciones entre América Latina y el Caribe y China se remon-tan varias décadas atrás, precisa-mente con la fundación de la Repú-blica Popular en 1949, cuando “se establecieron vínculos diplomáticos, primero con Cuba en 1960 y des-pués con otros trece países” (Pérez, 1995: 96). No obstante, el acerca-miento entre el gigante asiático y la región latinoamericana y caribeña se empieza a intensificar en la década de los setenta con el conjunto de reformas para impulsar la economía China; tal y como lo explica Pérez (1995: 96): “Desde fines de la déca-da del setenta, con el inicio del pe-riodo de la reforma, comenzaron a incrementarse los lazos económicos, que pasaron a ser un factor funda-mental en las relaciones con nuestra región”.

América Latina y el Caribe constituyen una región rica en recur-sos naturales y minerales que, para una economía en constante creci-miento como la china, resulta indis-pensable asegurar su abastecimien-to. Es así como el acercamiento no

solo ha sido en términos políticos, sino también en materia comercial, de atracción de Inversión Extranjera Directa, IED, y la cooperación tecno-lógica, cultural y científica; tal y como lo explica el “Libro Blanco sobre América Latina y el Caribe”, publica-do en el 20081 por el Gobierno Chino para definir su estrategia sobre la región:

Desde el comienzo del siglo XXI, se tornan aún más fre-cuentes los contactos de alto nivel entre China y América Latina y el Caribe, se profun-diza cada vez más la mu-tua confianza en lo político, se ahonda de continuo la cooperación en las áreas eco-nómico-comercial, científico-tecnológica, cultural y educa-cional, entre otras y se brindan un apoyo recíproco y una es-trecha colaboración en los asuntos internacionales, de manera, que se viene configu-rando un flamante panorama caracterizado por el desarrollo omnidireccional, multifacético y de múltiples niveles de las relaciones entre ambas partes.

En materia política el estre-chamiento de lazos ha sido más intenso, y no solo comprende la for-malidad en el establecimiento de relaciones diplomáticas (en América Latina solo Paraguay, Panamá, Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua mantienen relaciones diplomáticas con China), sino un constante intercambio entre funcio-

narios de alto nivel que comprende encuentros en foros internacionales; o bien, visitas de Estado, tanto de los y las mandatarios(as) latinoame-ricanos(as) y caribeños(as) a China y viceversa. Prueba de ello es que durante el periodo agosto-diciembre del 2013, los presidentes de Bolivia y Venezuela, el vicepresidente de Brasil, los presidentes del Congreso de Perú y Ecuador y las primeras ministras de Jamaica y Trinidad y Tobago realizaron viajes oficiales a China; a su vez, los mandatarios de México, Chile, Brasil y Argentina se reunieron con el presidente Xi Jinping, en el marco de reuniones multilaterales, entre ellas el G-20 y la Cumbre APEC (Morales y Zúñiga, 2014: 16).

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2. La CEPAL proyecta un crecimiento pro-medio para la región de 2,7% para el año 2014; no obstante, se esperan cifras igua-les o superiores al 5% para Panamá, Boli-via, Perú, Ecuador, Nicaragua y República Dominicana (CEPAL, abril 2014).

En términos comerciales y da-da la lenta recuperación de las eco-nomías desarrolladas, América Lati-na ha puesto su mirada en la dinámica economía china para man-tener sus alentadoras cifras de cre-cimiento,2 con un intercambio co-mercial, en términos globales, favorable gigante asiático. Según la CEPAL, China se podría convertir en el segundo socio comercial -solo superado por Estados Unidos- de la región latinoamericana para el 2020 (CEPAL, noviembre 2013). Para el 2012 se registraron exportaciones superiores a los 100 000 millones de dólares mientras que se importó una

cifra superior a los 150 000 millones de dólares, registrando así un co-mercio total de 271 300 millones de dólares, 259 100 millones de dólares más que en el 2000 (CEPAL, agosto 2013). Este intercambio se ha carac-terizado por una fuerte “reprimariza-ción”, principalmente en América del Sur, de la oferta exportable; mientras que en Centroamérica y México el tema de mayor relevancia es el textil y la amenaza que representa los bajos costos de producción chinos para las economías locales.

Además, es de suma impor-tancia mencionar que se evidencia un deterioro en los términos de inter-cambio, puesto que, mientras que los países latinoamericanos y cari-beños compran mercancías con mayor valor agregado a China, este país se abastece de los productos primarios (soja, petróleo, cobre, etc.) provenientes de Latinoamérica. Esto marca un gran desafío para esta región en sus esfuerzos por ser par-te de las cadenas globales de valor y que impacta directamente en la po-sibilidad de atraer inversión extranje-ra directa con mayor valor agregado (en este caso la inversión china), tal y como lo explican Rosales y Kuwayama (2012: 72):

América Latina enfrenta enormes desafíos al tratar de fortalecer sus vínculos con China para aumentar desafíos al tratar de fortalecer sus vínculos con China para aumentar las sinergias de producción e inversión con este país. El comercio birre-

gional aún constituye un inter-cambio interindustrial en el que América Latina exporta a China principalmente produc-tos básicos y manufacturas basadas en recursos natura-les, e importa de ese país, ca-si en forma exclusiva, manu-facturas de diversa intensidad tecnológica.

Países suramericanos como Chile, Venezuela, Ecuador, Brasil y Argentina son importantes proveedo-res de estas materias primas y algu-nos de ellos, como Venezuela y Ecuador, se benefician de millona-rias líneas de crédito extendidas por parte de Beijing,34a cambio de ga-rantizar la venta de petróleo (RT Actualidad, 2014). Por su parte, con-trario al dinamismo comercial, en materia de IED los flujos de inversión china son más reducidos (con ex-cepción de los proyectos en infraes-tructura en Argentina, Ecuador, Ve-nezuela); claro ejemplo lo constituye México, donde la IED China apenas alcanzó el monto acumulado de 280 millones de dólares para el periodo 1999-junio 2013; o bien en Chile, donde apenas llegó a los 9 millones de dólares en el 2012 (Morales y Zúñiga, 2014).

3. Entre el 2005 y el 2013 China ha desem-bolsado cerca de 100 000 millones de dó-lares a las economías de América Latina, donde sobresale los préstamos del Banco de Desarrollo de China, CDB, el cual, en el 2013, prestó 15 000 millones de dóla-res, mientras que el Banco Mundial, BM, llegó a prestar apenas 5200 millones de dólares (RT Actualidad, 2014).

Aparte del aspecto político y comercial, la cooperación técnica, cultural y científica se ha intensifica-do; prueba de ello es la apertura de centros de investigación conjunta. Tal es el caso de la fundación del Centro Conjunto China-Chile de Astronomía; la apertura de institutos Confucio (una de las sedes más recientes es la que se encuentra en el campus de la West Indies Univer-sity en Trinidad y Tobago), y la sus-cripción de acuerdos de intercambio estudiantil y enriquecimiento cultural (Morales y Zúñiga, 2014).

En el caso específico de la subregión centroamericana, en la que solo un país ha establecido rela-ciones diplomáticas formales (Costa Rica) y los demás cuentan con ne-xos diplomáticos con Taiwán, la pre-sencia de China y en términos gene-rales del sureste asiático, ha cobrado fuerza comercialmente; constituyéndose este país y la región como socios de gran importancia para Centroamérica. Según la Se-cretaría de Integración Económica Centroamericana, SIECA, (2014), China ocupó el lugar número cinco como destino de las exportaciones centroamericanas, registrando ven-tas por 696,3 millones de dólares. A su vez, constituye el tercer provee-dor de Centroamérica: la región le compra a China aproximadamente 4926,3 millones de dólares y solo es superada por las importaciones pro-venientes desde los Estados Unidos y la región misma.

Costa Rica fue el primer (y hasta el momento) el único país de

Centroamérica que ha roto relacio-nes con Taiwán para formalizar ne-xos diplomáticos con China (2007). Así inicio una relación bilateral ca-racterizada por dos visitas presiden-ciales, Hu Jintao (2008) y Xi Jinping (2013); un incremento en las expor-taciones pero también un importante crecimiento de las compras de pro-ductos chinos en el marco del Tra-tado de Libre Comercio, TLC, entre ambos Estados (el cual entró en vigencia en el 2011), así como cooperación técnica y financiera en áreas como el deporte, la cultura, la educación, la ciencia, etc.

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4. Según Morales y Zúñiga (2014: 23) Para el periodo 2012-2013 China compró a Guatemala el 20% del total de las ventas de su zafra, es decir, 341 218 TM.
5. Equivale a doce sedes diplomáticas distri-buidas en América Latina y el Caribe.

Sin embargo, el atractivo de China como socio comercial y políti-co no ha sido obviado por los demás países del Istmo, los cuales sí man-tienen lazos diplomáticos con Tai-wán y reciben de este cuantiosas sumas de dinero (algunas de ellas bajo procesos dudosos e incluso, bajo un secretismo estricto) (Ruiz, s.f.). Por esta razón el gobierno de Taiwán se mantiene alerta ante la influencia de Beijing (y su promoción de la política de reunificación de China- “una sola China”-), lo que conlleva a que la cooperación taiwa-nesa se haya mantenido constante en los últimos años. Esto no ha im-pedido que en países como Hondu-ras exista una cámara de Comercio Chino-Hondureña o que se financien proyectos hidroeléctricos con capital

chino; o que Nicaragua haya otorga-do la construcción de su proyecto del Canal Interoceánico a una empresa ubicada en Hong Kong, pero ligada con empresas estatales chinas como China Railways Construction Corpo-ration, CRCC, (Morales y Zúñiga, 2014: 30); o bien, que China consti-tuya uno de los principales compra-dores de azúcar producido en Gua-temala (Morales y Zúñiga, 2014: 23).4

Este acercamiento comercial con China es visto de manera caute-losa por parte de Taiwán, mas no como una amenaza fehaciente, de-bido a que ambos países llegaron al acuerdo de que la presencia de rela-ciones comerciales con China conti-nental no afectará la isla (EFE, enero 2014). Centroamérica concentra aproximadamente el 30% de las representaciones diplomáticas5 que incluye a todos los países de Améri-ca Central (menos Costa Rica). No obstante, Taiwán se ha mantenido constante en su estrategia diplomáti-ca de la “diplomacia de chequera”, consistente en cooperación financie-ra (reembolsable y no reembolsable) destinada a una diversidad de pro-yectos relacionados con el desarrollo sostenible, infraestructura, apoyo en caso de desastres naturales; así como en el intercambio de personal técnico, principalmente, en el tema de agricultura; o bien, la cooperación que brinda a través de organismos regionales como el SICA o el Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE. Con ocasión de la visita a Honduras para la toma de posesión del presidente electo, Juan

Orlando Hernández, el presidente de la que se llamase anteriormente Formosa, Ma Ying-Jeou, manifestó la disposición por ampliar la coope-ración en materia informática, me-dioambiental y de telecomunicacio-nes (EFE, enero 2014). Esta dinámica estrategia diplomática la describe Aguilera (s.f.: 173-174) de esta forma:

Taiwán ha desarrollado una serie de recursos para soste-ner estos vínculos. El Central es el carácter privilegiado de la relación, en la medida en que la importancia que otorga Taipéi a sus aliados implica un tratamiento de alta considera-ción, que ciertamente algunos de esos actores no encontra-rían con otras contrapartes. Dentro de ello se incluye la creación de lazos de amistad con personalidades de los go-biernos y la sociedad civil, in-cluidos los medios de comuni-cación y los partidos políticos (…)

(…) Pero el eje central es la cooperación bilateral y multila-teral. Aunque no tienen la di-mensión de los grandes do-nantes, se realiza bajo condiciones muy favorables. Dentro de ella, podemos dis-tinguir la financiera no reem-bolsable, la reembolsable y la técnica.

En el SICA, donde cuenta con el estatus de observador extra-regional, Taipéi recientemente ha aprobado el último desembolso por 914 375 dólares de un total de 3 325 000 dólares con el propósito de apoyar el incremento a la pro-ductividad y la calidad de la produc-ción de alimentos (CrHoy, abril 2014); mientras que en el caso del BCIE, donde gestiona como socio extra-regional, este país ha brinda-do su apoyo en diversos proyectos, entre ellos los relacionados con agri-cultura. Tal es el caso del proyecto lanzado en el 2013 para apoyar a los y las productores(as) de café afecta-dos por la roya, que comprende un presupuesto conjunto de 120 millo-nes de dólares para renovar fincas cafetaleras (BCIE, 2013). Todo esto en el contexto del Fondo para el Desarrollo Económico de la Repúbli-ca de China (Taiwán) y Centroamé-rica, del cual pasó a formar parte, durante el mes de abril del 2014, República Dominicana, la cual pre-tende ser beneficiaria de proyectos en desarrollo económicos, mejora de los sistemas comerciales, de inver-siones, impositivos, programas de intercambio para estudiantes, etc. (Diario Libre, abril 2014).

La región de Asia-Pacífico

y su importancia estratégica

para el SICA: el ingreso

de Costa Rica a la Alianza

del Pacífico y su camino

hacia el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, APEC

Las economías del sureste asiático han sobrellevado las secue-las de la crisis financiera y económi-

ca que afectó los mercados de los países desarrollados, específica-mente los Estados Unidos y el blo-que de la Unión Europea, UE, mos-trando índices de crecimiento iguales o superiores al 7%, como es el caso de China (7,8% en el 2012). Econo-mías desarrolladas como la japone-sa y la de Corea del Sur, así como aquellas que están en proceso de desarrollo como la malaya (5,6% en 2012), vietnamita (5,2% en el 2012) o filipina (6,8% en 2012),66han pro-vocado que el mundo haya puesto los ojos en estos países para expor-tar y establecer IED. Por otra parte, la conformación de un gran bloque comercial y la existencia de un re-gionalismo abierto de facto “al estilo asiático”, es decir, basado en la libe-ralización comercial, hace de la re-gión del Asia-Pacífico un polo de crecimiento mundial (Giné Daví, 2011).

6. Según datos del Banco Mundial.
7. Idem.

Asimismo, no solo las econo-mías asiáticas asentadas en el Pací-fico han mostrado indicadores macroeconómicos alentadores. Tam-bién países latinoamericanos como Colombia (4,2% en el 2012), Chile (5,6% en el 2012), Perú (6,3% en el

2012) y México (3,8% en el 2012)7 han mostrado un crecimiento cons-tante con economías estables y más complejas. Estos países han impul-sado una nueva propuesta integra-cionista en la región que promete ser, según sus creadores, una inicia-tiva de integración profunda a partir del aspecto comercial: la Alianza del Pacífico. Tal y como lo manifiesta la hasta hace poco presidenta de Cos-ta Rica, Laura Chinchilla: “La Alianza del Pacífico se convierte en una gran oportunidad y en la única manera de poder mejorar los niveles de compe-titividad de la economía de nuestros países” (AFP, 2013).

La Alianza del Pacífico surge del interés de algunas economías latinoamericanas por acercarse más a la cuenca del Asia-Pacífico, dada su creciente importancia político-económica. Dicho bloque se creó en el 2011, por iniciativa del presidente peruano Alan García y comprende a Chile, México, Perú y Colombia. Su meta es consolidar un área profunda de integración a partir de la libre circulación de personas, capitales, mercancías y servicios (Alianzapaci-fico.net) (ver cuadro No.1):

CUADRO 1

ECONOMÍAS DE LA ALIANZA DEL PACÍFICO

Alianza del Pacífico

Colombia

Chile

Perú

México

Población

49 007 000

17 748 000

30 647 000

120 607 000

PIB

(US$)

370 509 000 000

268 314 000 000

203 977 000 000

1 181 633 000 000

PIB per

cápita

(US$)

7762

15372

6811

10014

Parte del

PIB

Regional (%)

6,5

5,9

3,6

20,7

Pobreza

(%)

32,9

11

23,7

37,1

IDH

ranking

91

40

77

61

Desem-pleo (%)*

10,6

5,9

6

5,8

IED

(millones

de US$)

15952,2

9233

12971,1

-7782,3

* Corresponde a la tasa anual media para el 2013.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de CEPAL y PNUD.

De acuerdo con el sitio web oficial de la Alianza del Pacífico,87 esta comprende una población total de 209 millones de personas, con un Producto Interno Bruto, PIB, per cápita promedio de 10 000 dólares, un PIB que representa el 35% del producto total en América Latina; concentra el 50% del comercio en la

8. Ver: http://alianzapacifico.net/que_es_la_alianz a/valor-estrategico/

región y para el 2012 atrajo cerca de 70 mil millones de dólares en inversión extranjera directa. Datos que resultan atractivos para grandes inversionistas o países en crecimien-to, como lo es el caso de China. Para ser parte de la alianza es fun-damental contar con acuerdos de libre comercio suscritos con todos sus miembros, de allí su naturaleza aperturista. Como lo señala Mala-mud (2012: 3):

Prueba del aperturismo de estos países es que todos ellos tienen TLC firmados con EE.UU y diferentes tratados con la UE. Chile, México y Perú integran el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Con su in-greso al Acuerdo de Asocia-ción Transpacífico (TPP, en sus siglas inglesas), México se suma a Chile y Perú que ya formaban parte del mismo.

Tal es su trascendencia en el entorno internacional que ha llamado la atención de otros actores, regiona-les y extra regionales, provocando así su participación en calidad de observadores.98China, Japón, Aus-tralia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Estados Unidos, Canadá, Guatema-la, Honduras, República Dominicana, El Salvador, Paraguay, Ecuador, Uruguay, Francia, Reino Unido, Es-paña, Italia, Portugal, Turquía, Paí-ses Bajos, Suiza, Alemania; mientras que Panamá y Costa Rica se en-cuentran en proceso de convertirse en Estados miembros. Esta diversi-dad de Estados observadores le ha valido también las críticas de sus detractores, especialmente por la presencia estadounidense, calificán-dola como un proyecto que va más allá de su naturaleza geográfica.

9. Revisar: http://alianzapacifico.net/paises/paises- observadores/

Un aspecto relevante es la participación de México en el bloque,

lo cual evidencia el interés de este país del norte por fortalecer sus vínculos con el resto de América Latina y, principalmente, posicionar-se en América del Sur; frente a un Brasil receloso de que su papel de liderazgo regional sea usurpado: “La creación de la Alianza trasciende la discusión entre América Latina y América del Sur, ya que la presencia de México en su seno resuelve el dilema por la vía de los hechos” (Malamud, 2012: 4). Como también quedó patente en la Cumbre de Cali, celebrada en mayo del 2013, en la que se compararon datos de la Alianza con los de Brasil:

(…) 210 millones de personas, 38% de la población de la re-gión; frente a los 195 millones de brasileños, el 35%; el PIB de los cuatro países de la Alianza supone el 35% de América Latina y el de Brasil representa el 45%-. Para mu-chos, la Alianza es el instru-mento con el que México, la segunda economía latinoame-ricana, pretende contrarrestar la influencia de Brasil.

(Saiz, 2013)

Incluso, la integración de los mercados bursátiles de Colombia, Perú y Chile bajo la figura del Mer-cado Integrado Latinoamericano, MILA, así como la eventual entrada de México, han provocado que esta se constituya en la segunda bolsa de valores solo superada por la Bovespa de Brasil (López y Muñoz, 2012: 21).

Aunado a su carácter comer-cial, la Alianza también ha inscrito como parte de su quehacer la cooperación mediante un fondo de-dicado a financiar proyectos; entre ellos, un programa de becas y una red de investigación científica en materia de cambio climático (El País, 2013). También, como parte de su accionar conjunto, este bloque pla-nea abrir representaciones comer-ciales conjuntas en Turquía; mien-tras que Chile y Colombia lo harán en Ghana (Rojas, 2013).

Es por esta razón que Costa Rica, atendiendo a una política co-mercial orientada a la diversificación de mercados y a la incorporación en las cadenas globales de valor, se ha encaminado a convertirse en el miembro número cinco de la Alianza del Pacífico. Esto en concordancia con su política de comercio exterior de “ampliar, consolidar y racionalizar la plataforma de comercio exterior” (Ministerio de Comercio Exterior, 2011) mediante la suscripción de acuerdos comerciales y la diversifi-cación de su oferta exportable; razón por la cual ha suscrito recientemen-te, acuerdos comerciales con Perú y el TLC con Colombia que se encuen-tra en proceso legislativo.109 Lo ante-rior con el objetivo de cumplir con el

10. Costa Rica suscribió un tratado de libre comercio con Chile en el año 2002 y con México en el año 1995; posteriormente, se negoció un acuerdo comercial entre Cen-troamérica y México en el año 2013 en el marco de un proceso de convergencia de los tratados de libre comercio (Ministerio de Comercio Exterior, 2013b).

requisito principal de la Alianza: con-tar con tratados de libre comercio con todos sus miembros y aprove-char el dinamismo en las interaccio-nes con estas tres economías (ver cuadro No.2):

Esta apertura comercial se ha orientado a un posicionamiento más visible en la cuenca del Pacífico, especialmente a una participación más dinámica de Costa Rica en el APEC; por lo que el país ha tratado de acercarse más, en términos co-merciales, con economías como la japonesa y la de Corea del Sur (Mi-nisterio de Comercio Exterior, 2011) y explora las posibilidades del esta-blecimiento de un acuerdo de libre comercio con estos países. Así tam-bién lo manifestó la entonces man-dataria costarricense, Laura Chinchi-lla, en una intervención en el marco de la XXIII Cumbre Iberoamerica-na: “Son países con los que tenemos una visión compartida acerca de la importancia de la integración y el comercio para el desarrollo, además de que ofrecen oportunidades muy interesantes desde la perspectiva de la inversión. La Alianza puede ser también una plataforma muy impor-tante para relacionarse con el Asia Pacífico” (Presidencia de la Repúbli-ca, 2013).

CUADRO 2

EXPORTACIONES, IMPORTACIONES E INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA, IED, DE COSTA RICA CON COLOMBIA, MÉXICO Y PERÚ

EN MILLONES DE DÓLARES

Colombia

Perú

México

Año

2009

2010

2011

2012

2009

2010

2011

2012

2009

2010

2011

2012

Exportaciones

38,3

51,6

48,2

62,9

34,9

12,9

15,7

18,2

195,1

250,6

317,7

323,0

Importaciones

315,2

500,3

455,7

326,8

23,6

35,3

50,8

46,2

742,8

894,4

1091,5

1165,5

IED

6,4

98,9

151,6

111,8

N.R.

N.R.

N.R.

N.R.

6,8

40,4

183,4

346,3

IED: Hace referencia a la IED proveniente de estos países y que se ubica en Costa Rica.

N.R. No reporta.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos disponibles en el Ministerio de Comercio Exterior, COMEX.

Los intereses de Costa Rica por ser parte de la APEC se remon-tan al 2006 (Govaere, 2010), no obstante, la oportunidad de ser miembro se vio imposibilitada desde 1997 hasta el 2010, debido a la veda en el ingreso de más Estados parte con el propósito de enfocarse en el desarrollo los ya miembros (Fernán-dez, 2011). Este interés es provo-cado por las oportunidades que brin-da el Foro para que el país fortalezca sus nexos comerciales, se informe sobre prácticas comerciales y se beneficie de las iniciativas de cooperación existentes, sin dejar de lado la importancia económica-comercial que representa APEC, tal y como lo menciona Sandí (s.f.: 3-4):

El ser parte de la APEC daría a la economía costarricense mayor proyección a escala mundial. La importancia de las economías de APEC es elo-cuente. Se estima que la su-ma del producto nacional bru-to de ellas equivale al 56% de la producción mundial, en tan-to el comercio de esas vein-tiún economías, en conjunto, representa cerca de un 50% del total mundial.

A pesar de la veda y de la lar-ga lista de Estados que esperan también su aprobación de ingreso, el país ha sido aceptado como obser-vador en cuatro grupos de trabajo del Foro: inversión, acceso a merca-dos, pequeña empresa (Fernández, 2011) y, desde enero del 2013, in-gresó al de servicios (COMEX, 2013), lo cual concede algunas ven-tajas estratégicas para una futura aceptación:

La participación en el Foro le ha permitido a Costa Rica, desde el 2008, conocer los di-versos proyectos de coopera-ción que desarrolla esta orga-nización para promover el comercio. La expectativa cos-tarricense es que una vez que se levante la moratoria para nuevos miembros, Costa Rica sea considerada como candi-data a formar parte de esta importante organización multi-lateral.

(COMEX, 2013)

OEA y CELAC:

¿Complementos u opuestos?

América Latina y el Caribe se ha caracterizado por la diversidad de iniciativas de integración en materia política y comercial, fundamental-mente, pero no de manera exclusiva. En un escenario post-Guerra Fría caracterizado por la multipolaridad del poder y un sistema económi-co en lenta recuperación en el mun-do desarrollado, los países han op-tado por la integración como una estrategia para enfrentar fenómenos multidimensionales como el cambio climático, el crimen organizado o la pobreza, por mencionar algunos (Rojas, 2012).

En este escenario es que sur-ge la CELAC, único mecanismo de naturaleza política que agrupa a los

treinta y tres Estados de la región con el propósito de construir “una comunidad que tiene y busca el desarrollo de una serie de bienes públicos, que aseguren la estabili-dad, la democracia y la paz en un contexto de solidaridad y coopera-ción intrarregional” (Rojas 2012b: 182).

La CELAC tienen como ante-cedentes inmediatos el Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe, CALC, los cuales constituye-ron instituciones orientadas a brindar soluciones domésticas a los proble-mas domésticos de la región (Rojas, 2012b: 174). Estos antecedentes también se remontan al Grupo de Contadora y al de Apoyo a Contado-ra, para el caso del Grupo de Río, mismos que tuvieron una influencia importante en los procesos de paz centroamericanos (Rojas, 2012b: 176-179).

La CELAC coexiste con múlti-ples iniciativas de integración a nivel subregional: MERCOSUR, UNASUR y ALBA en Suramérica; SICA, CARICOM, la recién formada Alian-za del Pacífico, el Proyecto Mesoa-mérica y con la histórica y hemisféri-ca OEA; heredando los logros y fracasos de dichos procesos y tam-bién enfrentándose al desafío de integrar las visiones de estos distin-tos bloques en aras de constituir un mecanismo interlocutor de la región en sus pronunciamientos a nivel multilateral y en sus relaciones con otros bloques, como la UE, o poten-cias como China.

El surgimiento de la CELAC responde al interés de los países latinoamericanos por lograr conver-gencia en temas transversales sin la participación directa de los Estados Unidos, como sí ocurre en la OEA, por lo que algunos especialistas hablan sobre una posible amenaza a esta institución. Esta preocupación que fue disipada con la histórica visita del Secretario General de la organización, José Miguel Insulza, a la Cumbre de la CELAC realizada en Cuba en enero del 2014; o bien, como lo señalara el Canciller de Costa Rica, Enrique Castillo, son mecanismos que se complementan y no se contraponen:

La OEA es irreemplazable, precisamente porque allí están dos actores importantes del hemisferio, como Estados Unidos y Canadá. Eso hace indispensable a la OEA. La OEA y la CELAC son com-plementarias (…).

(AFP, 2014)

No obstante, la CELAC no ha estado exenta de críticas, entre ellas la flexibilidad del mecanismo, el pro-ceso de toma de decisiones y la falta de institucionalidad permanente (Ro-jas, 2012b: 185-17), lo cual demues-tra que es una organización incipien-te con posibilidades de converger en muchos temas, pero que debido a su flexibilidad puede correr el peligro de convertirse en un mero discurso o un complejo entramado institucional que no contribuya con la integración de la región.

Conclusiones:

¿Cómo puede el SICA

“ajustarse” a la presencia

China, a la Alianza del Pacífico

y a la CELAC?

La integración centroamerica-na es uno de los procesos más anti-guos en su naturaleza a nivel regio-nal; consolidándose primero como un Mercado Común a mediados del siglo XX, para pasar a ser, a princi-pios de los noventa, un sistema con varios ejes de integración más allá de lo económico. El SICA se en-cuentra en una región estratégica por unir geográficamente dos masas sub-continentales, donde es un co-rredor, tanto biológico como de mi-gración; pero también constituye el puente empleado por el narcotráfico y el crimen organizado sin obviar que, en términos geopolíticos, se encuentra en el vecindario de una potencia: los Estados Unidos.

Es por ello que, en un escena-rio internacional donde la tendencia es la formación de bloques y la emergencia del Sur, el SICA enfren-ta una serie de retos a saber:

La creciente presencia China en la región presenta una po-sibilidad de amenaza para los sectores productivos debido a los bajos precios de los bienes chinos gracias a la produc-ción en escala, por ejemplo, en materia textil, razón por la cual la integración comercial, la consolidación de una unión aduanera y el exportar como
región son indispensables an-te la magnitud de la entrada de bienes al mercado regional.

La IED china en la región es muy baja (con excepción de las inversiones por concepto del futuro Canal Interoceánico que planea construir el Go-bierno de Daniel Ortega), por lo que el posicionamiento de la región como un bloque con-solidado podría mostrarse más atractivo para la llegada de capitales chinos, ya que se amplía el mercado potencial, lo cual podría contribuir en la integración en las cadenas globales de valor.

La creación de un Foro CELAC-China durante la últi-ma Cumbre en Cuba (Ministe-rio de Relaciones Exteriores de Cuba, 2014) demuestra el interés de Beijing por contar con un interlocutor regional para estrechar lazos, que faci-lite la comunicación entre este país asiático y la región o su-bregión, por lo que el SICA debe mostrarse como un blo-que unido con el cual se pue-da intercambiar mediante diá-logo directo.

Debido al tamaño del mercado chino, es menester una eco-nomía de escala regional orientada en la competitividad y la eficiencia y que facilite el ingreso de bienes.

El avance en la constitución de la unión aduanera plena, a pesar de que el SICA alberga uno de los mercados comunes más antiguo y complejo a nivel latinoamericano, podría convertir a Centroamérica co-mo un destino atractivo frente a las posibilidades que ofre-cen otras economías como las que integran la Alianza del Pacífico.

En el caso de la CELAC, uno de los principales retos es la coexistencia, lograr que la re-gión centroamericana adopte posiciones conjuntas y pre-sentarlas ante este mecanis-mo como una sola voz, lo cual exige grandes avances y cambios en el proceso de in-tegración regional.

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