Aplicación de metodologías
de la ingeniería industrial
y geográfica a los modelos
de gestión de las
José Balsa Barreiro* administraciones
Ricardo Brocal Ruiz** públicas
PRESENTAN UNA SERIE DE ALTERNATIVAS A LA GESTIÓN PÚBLICA QUE SE HAN INCORPORADO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS EN TODOS LOS NIVELES DE LA ADMINISTRACIÓN, Y PARTICULARMENTE, LOS GOBIERNOS LOCALES LOS QUE HAN ASUMIDO METODOLOGÍAS, TÉCNICAS Y TECNOLOGÍAS PROPIAS DEL SECTOR INDUSTRIAL Y CIVIL, Y DE SUS HERRAMIENTAS MÁS POTENTES (GESTIÓN DE MANTENIMIENTO ASISTIDO POR ORDENADOR, GMAO, Y SISTEMA DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA, GIS, POR SUS SIGLAS EN INGLÉS), LAS QUE HAN DEMOSTRADO INNUMERABLES VENTAJAS EN LA MEJORA DE LA GESTIÓN PÚBLICA ACTUAL.
PALABRAS CLAVES: ADMINISTRACIÓN PÚBLICA; GESTIÓN PÚBLICA; GOBIERNO LOCAL; TRANSPARENCIA; TENDENCIAS
KEY WORDS: PUBLIC ADMINISTRATION; PUBLIC SERVICE; LOCAL GOVERNMENT; TRANSPARENCY; TRENDS
Introducción
* Ingeniero del Instituto Cartográfico Valenciano, ICV, Consellería de Medio Ambiente, Agua, Urbanismo y Vi-vienda. Generalitat Valenciana, Valen-cia, España.
** Ingeniero Jefe de Bases de Datos de la empresa norteamericana proveedora de Sistemas de Información Geográfica, NAVTEQ, para países de Sudamérica y el Caribe, Valencia, España.
Recibido: 25 de abril del 2011.
Aceptado: 2 de junio del 2011.
Las administraciones públicas son las responsables de la gestión
de los recursos de todos los ciuda-danos de un determinado territorio. Tienen, por tanto, una responsabili-dad ética y social muy importante para con todos sus ciudadanos y de ahí que su modelo de gestión ha de ser, además de transparente, lo más eficaz y eficiente posible.
Desde hace unos años, las administraciones públicas han idea-do modelos de gestión propios para poder alcanzar una serie de objeti-vos políticos utópicos como la solida-ridad territorial, la cohesión social o
la sostenibilidad medioambiental. Sin embargo, ha sido el impacto de la crisis económica actual el factor exógeno que ha obligado a readap-tar los modelos de gestión de mu-chas administraciones públicas.
El recorte del flujo de ingresos y la adopción de políticas de austeri-dad económica por parte de los res-pectivos gobiernos, como medio para la contención del gasto público y como modelo para la sociedad civil, han supuesto un cambio muy relevante en la balanza presupuesta-ria de muchas administraciones públicas, las que han visto recortado sustancialmente su volumen de in-gresos y, en consecuencia, sus po-sibilidades de inversión.
Ante esta coyuntura económi-ca, el futuro de la gestión de los re-cursos públicos pasa obligatoriamen-te por el aumento de la coordinación entre los distintos niveles administra-tivos, la centralización de la informa-ción, la homogeneización y estanda-rización de los datos, etc. Con este propósito, algunos autores optan por la aplicación de metodologías de trabajo propias del mundo de la in-geniería, las que han demostrado su viabilidad y potencialidad dentro de la empresa privada, constituyéndose así un reto de futuro para la adminis-tración pública.
Objetivo
En el texto aquí presentado se ha optado por comentar las principa-les ventajas que supondría adoptar por parte de la administración unas metodologías de trabajo que han demostrado su viabilidad dentro del mundo de la empresa privada. Tanto los sistemas GMAO como los GIS son herramientas con un gran po-tencial, las que pueden ser emplea-das de una forma integrada como sistemas de ayuda a la toma de de-cisiones en cualquiera de los niveles de la administración pública, lo que permite llevar a cabo una gestión más objetiva y eficaz de los recursos disponibles.
La gestión del mantenimiento
Aunque no existe una defini-ción universal consensuada por par-te de los diferentes autores y/o orga-nismos (European Federation of National Maintenance Societies, EFNMS, Asociación Española de Mantenimiento, AEM), se tomará como válida la expuesta a continua-ción según la cual el mantenimiento (o “ingeniería del mantenimiento”) es una ciencia, de gran peso específico en el modelo industrial tradicional, que se relaciona con un conjunto de acciones y técnicas que permiten conservar o restablecer un equipo en un estado específico, asegurando un determinado servicio con un coste mínimo y con un nivel máximo de seguridad (Macián, Tormos y Olme-da, 2007). Su importancia en las sociedades más industrializadas se manifiesta en su gran peso económico; sirva de ejemplo el caso de España, donde según un estudio de la AEM en 1995 las actividades relacionadas con el mismo suponían aproximadamente un 10% de su Producto Interno Bruto, PIB, (AEM, 1995; Macián, Tormos y Olmeda, 2007).
Para su puesta en práctica, el técnico responsable de manteni-miento debe conocer en detalle el funcionamiento de las máqui-nas/equipos y de cuáles son los parámetros de mejora, incrementan-do de esta forma la eficacia y efi-ciencia de todo el proceso industrial, lo que redunda, en última instancia, en una reducción de costes y en una maximización de los beneficios de la empresa. De esta forma, las técnicas de mantenimiento pretenden la con-secución de un determinado número de horas de funcionamiento por par-te de una planta, instalación, máqui-na o equipo, en condiciones de cali-dad de fabricación y/o servicio exigible con el mínimo coste y cum-pliendo todos los requisitos de segu-ridad. Por tanto, su éxito recaerá en hacer mínimo el cociente siguiente:
Para lograr su objetivo, los técnicos de mantenimiento están obligados a reducir el número de paradas de producción, limitando y/o controlando las averías y el deterioro de los equipos (De Groote, 1993).
Todo ello conlleva una com-plejidad y una responsabilidad por parte del técnico de mantenimiento, lo que le obliga a parametrizar el máximo número de variables (horas de funcionamiento, índice de calidad, mínimo coste integral, grado de ren-dimiento) con objeto de cuantificar el funcionamiento de una determinada máquina y equipo (Crespo y Sánchez, 1995) para, a partir de ahí, tomar la decisión oportuna en cada momento. Así, el fin último del man-tenimiento diremos que es determi-nar el momento en que debe cesar la vida útil de una máquina o equipo, sea cual sea su causa (por obsoles-cencia, por pérdida de rendimiento, por pérdida de competitividad,…).
Tipos de mantenimiento
Aunque se pueden establecer una gran variedad de clasificaciones (en función de diversos factores y perspectivas), existe una que es la más aceptada. En ella se distinguen las diferentes tipologías de mante-nimiento según el modo de proceder por parte del técnico responsable:
Dentro del mantenimiento pre-ventivo pueden distinguirse dos tipos de actuaciones: por un parte las intervenciones, que vienen a ser un conjunto de actividades de manteni-miento encaminadas a la sus-titución de componentes y/o piezas independientemente de su estado (mantenimiento programado o sistemático) y, por otra parte, las inspeccio-nes cuyo objeto es comprobar el correcto funcionamiento de los equipos normalmente mientras están funcionando (mantenimiento predictivo).
Los inconvenientes que plan-tea este tipo de mantenimiento básicamente son: (a) provocar ciertos paros de producción en el momento de efectuar las in-tervenciones y (b) la pérdida económica que resulta de la sustitución de piezas o ele-mentos antes del final de su vida útil.
La principal ventaja de este modelo de mantenimiento es que permite ajustar con mayor precisión el ciclo real de los componentes susceptibles de recambio o renovación. Entre las desventajas que presenta están los elevados costes de los equipos de me-dida necesarios y la cualifica-ción técnica del personal que realiza estas medidas y que debe interpretarlas.
Evolución conceptual
e histórica
La evolución del concepto de mantenimiento está ligada a la pro-pia evolución industrial y a la de los cambios productivos asociados. El paso inicial fue la transición desde una fase de sufrimiento del material (entretenimiento) hasta la fase de dominio del mismo (mantenimiento), en la que estamos. El concepto de entretenimiento consistía simple-mente en un proceso de reparación del material con la finalidad de ase-gurar la producción, mientras que el de mantenimiento hace referencia a la elección de los medios para pre-venir, corregir o renovar el material con el propósito de optimizar costes. Esta evolución de concepto, tan simple en la forma, se justifica por una serie de factores ligados a la mayor complejidad de los equipos y del sistema productivo, unido a un incremento de los costes derivados de las paradas de producción.
El contexto histórico nos ayu-da a entender fácilmente esta transi-ción conceptual. El mantenimiento industrial, cuyo origen se remonta a la Segunda Guerra Mundial, tuvo un enorme auge por una razón princi-pal: era un período de fabricación masiva de material bélico, lo que obligaba que la maquinaria producti-va no pudiera pararse bajo ningún concepto. La década de los sesenta, también de producción masiva y de aparición de nuevas técnicas como la industria electrónica y la aeroes-pacial, obligó a adoptar un manteni-miento predictivo basado en técnicas de monitorizado, priorizándose en consecuencia criterios de fiabilidad.
Los años setenta, marcados por la crisis energética de 1973, obligaron a las empresas a adoptar criterios de optimización técnica y económica con objeto de mantener y/o aumentar la rentabilidad de las mismas.
La década de 1980 conllevó la tecnificación (e informatización) del mantenimiento en todos los niveles, lo que supuso la adopción de una gran variedad de técnicas de diag-nóstico y monitorización. La adop-ción de la informática en tareas de gestión del mantenimiento fue el talón de Aquiles del modelo de man-tenimiento actual, siendo también en estos años cuando se emplearon por primera vez los llamados sistemas expertos para el diagnóstico de averías e incidencias en maquinaria industrial. Ya desde la década de 1990 hasta la actualidad, la gran mejora de las capacidades tecnoló-gicas ha propiciado la consolidación y democratización del mantenimiento en todas las fases del sistema pro-ductivo. El auge de las técnicas de
monitorizado, unido al descenso espectacular del precio de los equi-pos y al incremento (de mayor rele-vancia si cabe) de las prestaciones de los mismos, ha permitido que las nuevas técnicas de mantenimiento sean más asequibles y de mas fácil acceso para las pequeñas y media-nas empresas, las que en anteriores etapas no podían hacer frente a la aplicación de las mismas.
La evolución más reciente de esta ciencia supone la aparición de la terotecnología,2 que como nove-dad supone la integración en el man-tenimiento de técnicas multidiscipli-nares desde la fase de diseño con objeto de lograr una explotación más racional de un equipo, minimizando los costes de producción, operativi-dad y mantenimiento.
El modelo Mantenimiento Pro-ductivo Total, TPM, es otra de las estrategias recientes (Tobalina, 2000). Surge de la unión e integra-ción de las tareas de mantenimiento y de producción, confiriendo al ope-rario la responsabilidad final del mantenimiento (mantenimiento autó-nomo). Asimismo se incorpora al ámbito del mantenimiento la dinámi-ca de los círculos de calidad, en otra hora solo aplicadas a un producto final y ahora también empleado en tareas internas de producción. Se persigue de esta forma una estructu-ra empresarial más responsable e integrada entre los diferentes nive-les, inscrita dentro de un entorno de trabajo adecuado (kaizen) en el que se reduce al mínimo el volumen de pérdidas y tiene en cuenta a todos los actores y/o escenarios posibles. Los objetivos a corto-medio plazo del mantenimiento pasan por:
Conceptos relacionados
La fiabilidad es la pro-babilidad de que un dispositivo cum-pla la función requerida, bajo unas condiciones de utilización para un período de tiempo determinado. La forma de cuantificar la fiabilidad es a partir del parámetro Mean Time Between Failure, MTBF, el que se cuantifica de la siguiente manera:
La probabilidad de fallo es un concepto complementario al anterior, cuya relación se establece a partir de la expresión:
Por su parte, la mantenibilidad se define como la probabilidad de que un aparato que ha fallado sea restaurado completamente a su nivel operacional dentro de un período de tiempo determinado, cuando la ac-ción de reparación se efectúa de acuerdo con los procedimientos es-tablecidos. Se cuantifica a partir del tiempo medio de reparación Mean Time To Repair, MTTR.
Por último, la disponibilidad se explica como la probabilidad de que un dispositivo esté funcionando, pudiendo cuantificarse a partir de la siguiente relación:
Vemos que la disponibilidad es función, tanto de la fiabilidad (MTBF) como de la mantenibilidad (MTTR), resultando óptima desde un punto de vista económico cuando adopta valores de entre un 95 y un 98%.
Metodología
El orden de acción y ejecución del mantenimiento debe pasar por una serie de fases de obligado cum-plimiento para el éxito del mismo, las que se pueden encontrar en Macián, Tormos y Olmeda (2007) y pueden ser enumeradas del siguiente modo:
FIGURA 1
EJECUCIÓN DEL MANTENIMIENTO
Fuente: Elaboración propia.
Entre los métodos más extendidos y conocidos para la determinación de las ac-ciones prioritarias está el método de análisis ABC o de Pareto, el que permite decidir entre numerosos problemas los que deben ser abordados con más urgencia para, a par-tir de este punto, establecer las prioridades sobre las inter-venciones a seguir (toma de decisiones).
FIGURA 2
DETERMINACIÓN DE ZONAS PARA LA CURVA TIPO
DEL MODELO ABC: ZONA A (20% FALLOS Y 80% COSTES)
ZONA B (30% FALLOS Y 15% COSTES) Y ZONA C
(50% FALLOS Y 5% COSTES).
Fuente: Elaboración propia.
Los resultados obtenidos a partir del análisis previo nos ayudan en la toma de decisiones en materia de mantenimiento. Así, actuaremos preferentemente sobre los elemen-tos de la “categoría A” aplicando una política de monitorizado permanente en los puntos clave, con mayor pro-babilidad de fallo, mejorando de esta forma la fiabilidad de nuestro equipo de trabajo. Asimismo podremos apli-car una política coherente de stocks de piezas de recambio (en función de la zona en la que se encuentren en el gráfico de Pareto), llegando incluso a anular el almacenaje de los elementos y piezas de la “categoría C”, por tener unas probabilidades de fallo muy bajas.
¿Qué mantenimiento
debemos seguir?
Los objetivos perseguidos por parte del técnico y/o departa-mento de mantenimiento de una empresa suelen ser compatibles con
los propios de la empresa. Entre la información requerida para llevar a cabo un correcto proceso de elec-ción de un plan de mantenimiento destacaríamos:
A la hora de adoptar una polí-tica de mantenimiento determinada, las empresas suelen emplear como parámetro técnico más importante la distribución del tiempo medio entre fallos (MTBF). Así, el siguiente gráfi-co representa de forma esquemática y clara la elección de una u otra tipo-logía de mantenimiento en función del MTBF:
FIGURA 3
ELECCIÓN DE UN PLAN DE MANTENIMIENTO
EN FUNCIÓN DE LA FRECUENCIA DEL MTBF.
Fuente: Elaboración propia.
El análisis de los costes de mantenimiento (ver Macián, Tormos y Olmeda, 2007) obliga al técnico y/o al departamento responsable a to-mar decisiones en cuanto a:
El objetivo último de la gestión del mantenimiento es mejorar u optimizar los procedimientos y actuaciones de manera que las metas u objetivos de la empresa se puedan alcanzar más fácilmente, con el condicionante de que la suma de los costes de mantenimien-to más las pérdidas de producción o servicio causado por un manteni-miento inadecuado sean mínimos. En la figura 4 se puede ver como existe un nivel óptimo de manteni-miento en el que los costes totales (suma de los costes de manteni-miento y los derivados de la pérdida de producción por parada) se hacen mínimos.
FIGURA 4
COSTE TOTAL DEL MANTENIMIENTO EN FUNCIÓN
DEL TIEMPO DE PARADA DE PRODUCCIÓN
Fuente: Elaboración propia.
Los sistemas GMAO
Un sistema Acrónimo de Ges-tión del Mantenimiento Asistido por Ordenador, GMAO, es, en esencia, un programa informático que permite la gestión del mantenimiento de los equipos y/o instalaciones de una o más empresas a partir de una gran base de datos que contiene informa-ción sobre esta empresa/s. El objeti-vo último de los sistemas GMAO es realizar las tareas de mantenimiento de una forma más segura, eficaz y eficiente, además de servir como herramienta de gestión para la toma de decisiones (Olivares, 1995).
Este tipo de sistemas de ges-tión ofrecen, tanto soluciones enfo-cadas a mercados específicos (man-tenimiento de flotas de vehículos, infraestructuras sanitarias,...) como a mercados más generales. Brindan así una gran variedad de funcionali-dades, dependiendo de las necesi-dades de cada organización, exis-tiendo en el mercado un gran rango de precios.
Los programas GMAO suelen estar compuestos de varias seccio-nes o módulos interconectados, que permiten ejecutar y llevar a cabo un control exhaustivo de las tareas habituales de los departamentos de mantenimiento como:
Los sistemas GMAO, como Sistemas de Gestión de Bases de Datos, SGBD, tienen una serie de funcionalidades comunes a éstos, aunque particularizadas en esta ocasión para el caso concreto de la gestión del mantenimiento. Entre éstas se pueden destacar las siguientes:
Características técnicas
de los sistemas GMAO
Los sistemas GMAO, como herramientas informáticas que son, presentan una serie de característi-cas técnicas las que permiten dife-renciar entre distintos niveles de prestaciones (Moreu de León y
Crespo, 1996). En función de éstas y del coste final del sistema, las em-presas se decantarán por un sistema GMAO u otro.
Entre las características técni-cas se puede hacer referencia a las propias del software en sí y a la ar-quitectura general del sistema. En cuanto al software se puede trabajar con un programa GMAO comercial o bien implementar uno propio, adap-tado a las necesidades particulares de nuestra empresa, el que tiene como restricción más importante un precio más elevado por estar hecho a nuestra medida. Uno y otro han de cumplir una serie de especificacio-nes y requerimientos informáticos importantes (Lerma y Tormos, 2002) que permitan asegurar el buen fun-cionamiento del sistema:
Es muy importante igualmente que detrás del sistema GMAO elegi-do haya una empresa que ofrezca una serie de servicios postventa de asesoramiento, apoyo, tramitación de garantías y responsabilidad ante posibles deficiencias.
En cuanto a la arquitectura del sistema habrá que tener en cuenta unos requerimientos particulares del hardware (PCs, servidores y cual-quier otro equipamiento informático) y de los sistemas de comunicaciones (redes, cableado, tarjetas de comu-nicación,...), los que permitirán adap-tar los distintos niveles de arquitectu-ra: (a) monopuesto, (b) cliente servidor y/o (c) mediante mainframe. Obviamente, la infraestructura de comunicaciones depende de las características organizativas concre-tas de cada empresa y de las utilida-des que se pretendan obtener del sistema GMAO.
Ventajas de los GMAO
Entre sus principales ventajas podemos citar las siguientes:
Proyecto de implantación
de un sistema GMAO
Existen una serie de fases en el proceso de implantación de un sistema GMAO dentro de una empresa, las que son descritas a continuación:
Por lo tanto, para el éxito de la implantación de un sistema GMAO dentro de una empresa determinada se debe tener presente las cinco fases anteriores de forma ineludible (Tobalina, 2008). Dentro de cada una de ellas existirán una serie de amenazas o factores críticos que pueden limitar la funcionalidad del sistema (Macián, Tormos y Olmeda, 2007), de entre las que se destacan las siguientes:
La información geográfica
La realidad que nos rodea es compleja, continua e interrelaciona-da. El proceso de obtención de la información geográfica necesita sin-tetizar, generalizar, simplificar e in-terpretar la realidad (Kemp, Good-child y Dokson, 1992).
La información cartográfica y la geográfica guardan una estrecha relación que gira alrededor del con-cepto espacial. Así, mientras que la información cartográfica tiene por objeto principal la localización espa-cial de los objetos, la geográfica intenta relacionar la localización física de estos objetos con sus ca-racterísticas propias. De esta forma, la componente espacial de la infor-mación hace referencia, tanto a la localización de los objetos como a
sus propiedades espaciales (Gutié-rrez y Gould, 1994).
Los datos geográficos presen-tan tres componentes: temática, espacial y temporal (Gutiérrez y Gould, 1994). La temática habla sobre los atributos de los elementos. Estas características pueden ser de índole completamente distinta y me-dirse mediante escalas diferentes (ordinal, nominal o de intervalos). Podemos así hablar de variables con una cierta correlación espacial, don-de los elementos próximos tienen una serie de valores similares, y/o con una cierta correlación temporal, cuyos valores cambian gradualmen-te con el tiempo. Otra clasificación posible distingue entre variables fundamentales, las que son adquiri-das directamente, y variables deri-vadas, cuyo valor se obtiene a partir de las primeras mediante una serie de operaciones (Bosque, 1992).
La componente espacial de la información hace referencia, tanto a la localización de los objetos como a sus propiedades espaciales (longi-tud, superficie, forma, orientación). Además, no se debe olvidar las rela-ciones espaciales entre los elemen-tos (proximidad, conectividad o con-tinuidad), las que nos permitirán entender ciertas características pro-pias de los objetos asociados.
Por último está la componente temporal, la que tiene en cuenta las
modificaciones acaecidas con el transcurso del tiempo. La gran po-tencialidad de los GIS a la hora de trabajar con cálculo de variables permite su empleo en estudios de tipo dinámico.
¿Qué es un GIS?
Un Sistema de Información Geográfica (SIG o GIS)3 es un sis-tema para la gestión, análisis y vi-sualización del conocimiento geográ-fico, el que puede estar estructurado en diferentes conjuntos de informa-ción. Los GIS facilitan el enlace de la información geográfica (¿dónde están las cosas?) con la información descriptiva (¿qué son las cosas?) y temporal (¿cuándo ocurren?) (Gutié-rrez y Gould, 1994).
A diferencia de la cartografía tradicional (en papel), un GIS puede representar sobre un mapa de una determinada región, de manera in-teractiva, varias capas que se su-perponen y que contienen informa-ción temática como recursos naturales, asentamientos humanos, edificios educativos, redes de trans-porte, usos del suelo, áreas geológi-cas, etc.
El término GIS tiene varias acepciones y puede ser enfocado desde diferentes puntos de vista: como software o programa informáti-co, como proyecto y/o sistema de información orientado a la gestión o a la planificación territorial, como campo de trabajo de múltiples disci-plinas profesionales (centrada en el
análisis espacial dentro de la inge-niería geográfica y civil).
Funcionamiento de los GIS
Los GIS presentan y manejan la información a partir de diferentes capas o layers. Se trata de un siste-ma vectorial donde la descripción espacial de objetos (puntos, líneas, polígonos) se basa en vectores defi-nidos por conjuntos de coordenadas relativas a algún sistema cartográfi-co. Sin embargo, uno de los concep-tos que caracterizan y diferencian a los GIS de otros sistemas de repre-sentación (como la cartografía au-tomática, programas de teledetec-ción y de diseño asistido por ordenador de tipo Diseño Asistido por Ordenador, CAD), es el concepto de topología.
La topología se trata de un proceso matemático que consiste en el establecimiento de relaciones entre las entidades geográficas no solo por medio de códigos comunes, sino también a través de su posición espacial. La topología se crea cuan-do hay un conjunto de entidades relacionadas entre sí por medio de relaciones de vecindad. Así, se pue-de decir que entre las entidades gráficas pueden existir diversas rela-ciones topológicas: contigüidad o adyacencia, conectividad, inclusión (elemento dentro de otro elemento) y proximidad.
Un GIS permite una integra-ción vertical y horizontal efectiva de toda la información georreferenciable en una empresa. Horizontal porque la georreferenciación de los datos, de forma directa (sistema de coor-denadas) o indirecta (dirección pos-tal, municipio), permite romper las barreras interdepartamentales y pone de manifiesto las interrelacio-nes de un mismo fenómeno en di-versos registros. Por su parte, la integración vertical se refiere a la capacidad de agregar y desagregar los datos en un tiempo lo suficiente-mente rápido.
En función de las necesidades o problemáticas a resolver se intro-ducirán en el GIS diferentes tipos de datos, fijando la temática del mismo. Así, los GIS son una herramienta multidisciplinar no solo empleada por los geógrafos sino también por pro-fesionales técnicos como ingenieros, arqueólogos, urbanistas, arquitectos e informáticos, los que hacen un uso casi cotidiano de los GIS, confirién-dole cada uno de ellos un matiz dife-rente intrínseco a cada una de las disciplinas de trabajo.
Ventajas de los GIS
El empleo de los GIS presenta algunas ventajas asociadas como la integración de la información (alfa-numérica y gráfica) y su gran poten-cial como herramienta de cálculo, respetando siempre la topología existente entre las entidades gráficas representadas.
Un GIS se basa en una es-tructura de datos compacta y digital. Esto supone que estos datos requie-ren de menos espacio para su alma-cenamiento, su actualización es sencilla y su tratamiento dinámico. Al no tratarse de una simple represen-tación espacial de los objetos, las bases de datos que emplean permiten una mayor compatibilidad en entornos de bases de datos relacionales.
Permiten además realizar cálculos matemáticos sin importar la escala de trabajo, la complejidad del análisis o el hecho de que los datos tengan o no una dimensión espacial, aumentando las posibilidades de análisis, lo que supone una ventaja, tanto cualitativa como cuantitativa respecto a otros sistemas de gestión de bases de datos.
Los GIS presentan además una gran potencialidad gráfica, per-mitiendo llevar a cabo representa-ciones gráficas de nuestros datos de una forma rápida y teniendo en cuenta las relaciones topológicas entre los diferentes elementos repre-sentados. Esto supone una impor-tante ventaja comparativa respecto a los CAD en el momento en el que los GIS trabajan de forma integrada y simultánea con la parte gráfica y alfanumérica de la información, mientras que los CAD solo lo hacen con la parte gráfica.
Aplicaciones puntuales
de los GIS dentro
de la administración pública
Los GIS son una herramienta con una gran potencialidad dentro del campo de la gestión y ordena-ción del territorio. Dadas sus gran-des expectativas, su aplicación dentro del mundo de la administra-ción pública es ya una realidad des-de hace unos años, empezando a ser frecuentes algunos estudios teó-ricos en el ámbito de las administra-ciones locales (Alarcón, 1999; Pueyo, 1991).
Las tareas de gestión dentro de las administraciones locales van encaminadas a la implantación de modelos de desarrollo sostenible que permitan aprovechar de forma más eficiente los recursos disponi-bles, lo que obliga a tener en cuenta nuevos parámetros. Éstos serán introducidos en forma de variables alfanuméricas dentro de los GIS para posteriormente hacer las ope-raciones pertinentes.
En ocasiones, la gestión de las diferentes áreas administrativas (tráfico, iluminación, basuras) se lleva a cabo de forma independiente, aún cuando en la realidad los diver-sos fenómenos, que son competen-cia de estas áreas administrativas, coexisten en un mismo espacio e incluso interactúan unos con otros. Un GIS permite la gestión y planifi-cación del territorio teniendo en cuenta todos los elementos, sus relaciones mutuas e incluso las con-secuencias derivadas de estas inter-acciones.
A continuación se presentan una serie de ejemplos prácticos en los que el uso de los GIS permite trabajar con diferentes variables de forma simultánea e integrada, lo que permite un uso más racional y una gestión más eficiente de los recursos disponibles.
Recogida de residuos urbanos
La cantidad de residuos que las ciudades generan no deja de incrementarse en los últimos años. En el caso concreto de España, se ha pasado de unos 378 kg de basura por ciudadano en 1995 a 588 kg en el 2007. El uso cada vez más cotidiano de envases y embalajes, que suponen alrededor del 60% del volumen total de residuos y del 33% de su peso, explica en buena medi-da el por qué de este incremento constante.4
Una buena gestión del siste-ma de recogida de basuras tiene una gran importancia. De hecho, esta actividad suponía alrededor del 80% de los costes totales de la gestión de los residuos urbanos en los años 1970 y del 60% durante las décadas de 1980 y 1990. En los últimos años, con motivo de la implantación de sistemas de recogida selectiva se ha producido un nuevo incremento de los costes de gestión asociados (Montilla, Gallardo y Vidal, 2000).
Para la ubicación de contene-dores de residuos suele emplearse como información de base, datos
demográficos y socioeconómicos (concentración de población, pro-ducción de residuos), características y tipologías de los contenedores (tamaños y capacidades de volu-men, movilidad), características de los viales (centros históricos, nuevas áreas urbanas). Una vez localizados estos contenedores se establecen unas rutas de recogida de residuos teniendo en cuenta una serie de parámetros (horarios comerciales, tipo de barrio y/o de calle,...). Sin embargo, hay otras variables que no son consideradas actualmente y que permitirían mejorar el modelo de gestión de los residuos urbanos.
Los contenedores son anti-estéticos y producen malos olores, por lo que los vecinos no los quieren cerca de sus casa; pero ubicarlo lejos supone arriesgarse a su infrau-tilización, especialmente en el caso de los contenedores de vidrio, papel y envases. Otra posibilidad sería disponer el fácil acceso a contenedo-res de papel en aquellas áreas en que la actividad de oficinas es importante con el propósito de ase-gurar que el volumen de papel y cartón generado por esta actividad entre correctamente en el ciclo de reciclaje.
La utilización de una base de datos cartográfica de los edificios y sus alturas permitiría conocer las áreas de sombras (en función de la posición del sol y de la hora del día) para evitar que los contenedores de residuos orgánicos queden expues-tos continuamente al sol, lo que pro-duciría malos olores. En algunas ciudades españo-las, el cambio a contenedores más grandes en áreas con una alta den-sidad de población obliga a analizar su ubicación de forma minuciosa debido a su escasa movilidad. Se deben evitar así ubicaciones inadmi-sibles que puedan obstaculizar la visión del tráfico rodado en cruces e intersecciones sobre pasos de pea-tones, aceras y otras vías. Ello obli-ga a tener en cuenta todo un conjun-to de variables (ancho de acera y de la vía, presencia de elementos pun-tuales y vegetación,...) en el momen-to en el que se planean las posibles ubicaciones de los mismos.
FIGURAS 5 Y 6
PROBLEMAS DE VISIBILIDAD DERIVADOS DE UNA UBICACIÓN
INADECUADA DE CONTENEDORES
CERCA DE UNA INTERSECCIÓN DE CALLES
Fuente: Elaboración propia.
FIGURA 7
PROBLEMÁTICA DERIVADA DE LA UBICACIÓN INADECUADA
DE CONTENEDORES DE RESIDUOS EN LAS PROXIMIDADES
DE INTERSECCIONES DENTRO DE ÁREAS URBANAS
Fuente: Elaboración propia.
Zonas verdes dentro
de entornos urbanos
La vegetación puede influir en el microclima urbano atenuando las temperaturas, la incidencia de los vientos, etc. De esta forma, se debe de tener en cuenta la presencia de zonas verdes en el momento del planeamiento de nuevas áreas urba-nas con la finalidad de buscar una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos.
La influencia de la vegetación sobre la radiación solar supone un factor de alteración muy importante sobre el balance energético resultan-te dentro de las áreas urbanas. Las plantas absorben de un 5 a un 20% de la energía solar para la fotosínte-sis, reflejan un porcentaje similar, disipan entre un 30 y un 40% me-diante evapotranspiración y transmi-ten entre un 5 y un 30% (Ochoa de la Torra, 1999). Este comportamien-to influirá en los balances energéti-cos resultantes, tanto sobre las vías públicas como sobre los edificios próximos.
Aunque en áreas urbanas, con alta densidad de edificación, el vien-to puede quedar relegado a un papel secundario debido al efecto barrera de la propia estructura urbana, en áreas de baja densidad (áreas resi-denciales, espacios abiertos o des-cubiertos) la vegetación puede jugar un papel importante. Se han realiza-do estudios en los que se demuestra que un aumento del 10% en la cu-bierta de arbolado da lugar a una disminución de entre el 10 y el 20% de la velocidad del viento, mientras que con niveles de cobertura mayo-res se consiguen reducciones de la velocidad del viento aún más impor-tantes. De esta forma, suele consi-derarse que la cubierta arbolada (y su nivel de densidad) es la mejor barrera para mitigar los efectos del viento, mejor incluso que las barre-ras sólidas (Olgyay, 1998).
La evapotranspiración es el principal factor responsable de la reducción de temperaturas por parte de las masas vegetales. No obstan-te, este beneficioso efecto necesita de una mínima densidad vegetal para llegar a ser significativa. Por ello, la búsqueda de este efecto se suele llevar a cabo a través de la creación de parques y jardines de una cierta extensión.
Otra ventaja asociada a la cu-bierta vegetal en áreas urbanas es que permite mitigar la contaminación acústica. Aunque su efecto es relati-vamente pequeño (independiente-mente de que actúa como pantalla visual respecto a la fuente de ruido), resulta interesante hacer mención de esta ventaja como una prueba más de la presencia en nuestro espacio de elementos con unas característi-cas que no siempre se tienen en cuenta a la hora de planificar y diseñar nuestras ciudades. En los últimos años, algunos autores como Ochoa de la Torra (1999) han desarrollado estudios a partir de los cuales se han clasificado grupos de árboles en función de su capacidad de absorción sonora, concluyendo que la vegetación de hoja perenne es la que mejor respuesta ofrece y que la mejor ubicación es cerca de la fuente de ruido.
En el momento de diseñar un entorno urbano de nueva creación o de rehabilitar uno ya existente, se debe tener en cuenta la importancia que tiene una buena cobertura vege-tal y/o arbórea, la que en una locali-zación adecuada ofrece innumera-bles ventajas: incremento de la calidad de vida, reducción de la con-taminación atmosférica y acústica,
compensación de balances energéti-cos, etc.
Proyectos de iluminación
en áreas urbanas
Actualmente, se están inten-tando implantar modelos de gestión de los sistemas de alumbrado con el propósito de incrementar su efica-cia energética: ahorro de energía (Vilasau, 1985), mantenimiento de los niveles de iluminación, reducción de la contaminación lumínica, etc. Estos métodos de control se funda-mentan básicamente en el encendi-do, apagado del alumbrado y en el control del flujo luminoso mediante interruptores crepusculares (a partir de la luminosidad ambiental) u otros basados en horarios astronómicos (a partir de la posición geográfica). Actualmente existen métodos de control remoto de la iluminación (sis-temas de telegestión) que permiten, tanto programar el encendido y/o apagado del alumbrado como regu-lar la intensidad lumínica, empleando para ello controladores de ilumina-ción, puntos de control y aplicacio-nes informáticas implementadas sobre sistemas GIS.
Los proyectos para la implan-tación o modificación del alumbrado
de las calles parten del uso vial. Para ello se emplea una clasificación de las vías públicas en base a las normativas correspondientes toman-do como valores los recomendados. Una vez definidos los requisitos que debe de cumplir cada eje de vía se puede abordar el planeamiento de la infraestructura necesaria: número de elementos, potencias, disposición de las luminarias (unilateral, tresbolillo, pareada, suspendida), las alturas, etc. La presencia de un elemento eventual puede obligar a introducir para cada vía o área alguna modifi-cación sobre los criterios genéricos.
En los cruces de viales se debe buscar una mayor iluminación con la finalidad de que la visibilidad sea mejor. En plazas y glorietas las luminarias se deben ubicar en el borde exterior para que iluminen las vías de salida y acceso. Si la calle posee pasos de peatones, las lumi-narias deben de situarse antes (en el sentido del tráfico) para que el paso de cebra sea bien visible, tanto para los peatones como para los conduc-tores. El arbolado5 y otros elementos ornamentales dispuestos en las proximidades de los viales son otros factores que deben ser considerados ya que condicionan la efectividad del alumbrado.
FIGURA 8
INFLUENCIA DEL DISEÑO DEL SISTEMA DE ALUMBRADO
PÚBLICO SOBRE EL ENTRAMADO VIARIO
(PASOS DE PEATONES) DE ÁREAS URBANAS
Fuente: Elaboración propia
Podemos observar como los GIS integrados van a permitirnos manejar la interacción de los diferen-tes elementos del planeamiento (iluminación, tráfico, arbolado,...), además de ayudarnos a prever las consecuencias que el cambio de uno de los elementos va a suponer sobre el resto, tanto en instalaciones de alumbrado ya existentes como en otras nuevas.
Planeamiento urbano
El planeamiento de la trama urbana (viales y manzanas) suele desarrollarse como una continuación
de la trama existente (calles, cami-nos, avenidas) o de aquellos ele-mentos condicionantes (ríos, vías de ferrocarril). La red de calles y la or-ganización del tráfico, la ubicación y fisionomía de los edificios, la locali-zación de espacios públicos (jardi-nes, edificios públicos) condicionan el entramado urbano y su proceso de expansión. De esta forma, todo este conjunto de variables a tener en cuenta condicionan y limitan el traba-jo de los urbanistas.
La aparición de nuevas tecno-logías (calefacción, aire acondicio-nado) y el peso que en las socieda-des actuales tiene el automóvil ha dado lugar a que las áreas urbanas estén lejos de ser ambientes con un buen aprovechamiento de las carac-terísticas físicas del espacio sobre el que se ubican. La insostenibilidad del modelo actual junto a la concen-tración de la población y de las acti-vidades económicas en áreas me-tropolitanas hace que justo aquí se concentre la mayor parte del consu-mo energético de las sociedades actuales.
Se calcula que alrededor del 40% del consumo total energético se debe al gasto derivado de los edifi-cios. Si introducimos en un GIS va-riables como la separación horizontal entre edificios, la densidad de edifi-cación (altura, tipología, tamaño y forma de los edificios), la alternancia de alturas, la orientación de la trama (orientación al Sur en el caso de las ciudades del hemisferio Norte ubica-das en latitudes medias y altas) se podrá obtener distintos modelos que nos permitirán evaluar diferentes soluciones en función de nuestros objetivos de estudio. Entre los facto-res a tener en cuenta estarán las horas de insolación en una determi-nada zona, la incidencia de la luz solar sobre las distintas superficies, el estudio de la relación entre tiempo de insolación y sensación térmica, etc.
Se debe tener en cuenta que se tratan de grandes rasgos de la morfología urbana los que, aunque se planifiquen con sumo cuidado, difícilmente van a permitir obtener unos resultados de continuidad por sí mismos. Se van a necesitar una serie de elementos complementa-rios, como vegetación arbustiva o materiales adecuados de construc-ción, para poder alcanzar espacios de calidad, lo que refuerza la idea de un GIS integrado. No hay que olvidar que, variables como la insolación presentan variaciones estacionales a lo largo del tiempo, ante las cuales un elemento rígido como la trama urbana tiene una capacidad de adaptación muy limitada.
Por lo tanto, obviar el papel de la trama urbana dentro de un proyec-to de ordenación urbana nos obli-gará a introducir una serie de ele-mentos correctores (luminarias, vegetación, parasoles, sistemas de refrigeración o calefacción) en una cantidad y/o intensidad considera-blemente mayor a la que hubiera sido necesaria si se tuvieran en cuenta las propias variables geográ-ficas y estructurales en el momento de diseño de dicha trama urbana.
Tráfico urbano
Posiblemente la planificación y gestión del tráfico sea uno de los factores que más relevancia tiene actualmente a la hora de diseñar un modelo de ciudad. Se debe tener en cuenta así una serie de aspectos relacionados: diseño de la red vial, desarrollo de sistemas de control y gestión del tráfico, modelos de simu-lación, interacción de los servicios de emergencias con el tráfico, diseño u optimización de los servicios de transporte público,... (Herrero, Sáez y Moreno, 2004). Estos sistemas de información parten de una carto-grafía digitalizada cuyas tablas alfa-numéricas se van enriqueciendo con multitud de variables que ordenan, modelan, restringen y/o condicionan el tráfico. Se parte entonces de una cartografía de los viales junto con la ubicación de los elementos más significativos para el tráfico: semáfo-ros, señales verticales y horizonta-les, sentidos de tráfico,... acompa-ñados de otros atributos como números de carriles, posibilidad de aparcamiento, pasos inferiores, cru-ces y pasos de peatones.
Actualmente la mayor parte de las administraciones locales solo tienen en cuenta el tráfico a la hora de hacer estudios de movilidad y de flujos (de tráfico) dentro de áreas urbanas. Sin embargo, este tipo de investigación deberían tener en cuenta un mayor número de varia-bles, tratadas de forma integrada, para conseguir unos resultados más eficientes en el campo de la gestión de la movilidad y del tráfico urbano.
Dentro de este campo de es-tudio, uno de los temas importantes a tener en cuenta es el relativo a las emisiones atmosféricas generadas por el tráfico. Introduciendo variables como la intensidad del tráfico y sus variaciones, tipo de vehículos (lige-ros, pesados), combustible (diesel, gasolina) y tipo de vía (urbanas, interurbanas, rurales), se puede realizar un estudio de las emisiones derivadas del tráfico (Garrido, 2000) con el propósito de atenuar o mini-mizar las emisiones de contaminan-tes. Otro aspecto significativo es el de la contaminación acústica producida por el tráfico rodado. Así, los GIS nos permitirán obtener mapas de áreas con problemas de saturación acústica si tenemos en cuenta todo un conjunto de variables relacionadas.
Los estudios de movilidad ur-bana no deben centrarse únicamen-te en el flujo del tráfico y en las redes de transporte existentes, sino que deben ir más allá. Debe ser conside-rada así la movilidad peatonal y sus infraestructuras propias dentro del conjunto de la ciudad. Del mismo modo que se evalúa la conectividad y flujo del tráfico de vehículos, se puede estudiar con sistemas GIS la movilidad, tanto a pie como en me-dios de transporte alternativos. Es más, este análisis debe incluir crite-rios que aseguren el uso de espa-cios peatonales por parte de perso-nas con algún tipo de minusvalía: dimensiones, pendientes, desnive-les, pavimento adecuado, presencia de mobiliario urbano, etc. Así, en este caso, los GIS nos permitirán
evaluar la calidad de nuestra red peatonal en todo nuestro ámbito de estudio de una forma rápida e inde-pendiente de la extensión y densidad de la misma.
La incorporación
de los sistemas GMAO y GIS
en las administraciones locales
El mantenimiento es una dis-ciplina científico-técnica cuya aplica-ción se limita casi exclusivamente al ámbito industrial, amparado por el interés de las empresas por maximi-zar beneficios y reducir costes. Para muchos el objetivo último del mante-nimiento es el de establecer la vida útil de una máquina, lo que supone un factor clave en la política que va a adoptar una empresa.
Pero esto que parece tan sen-cillo, en realidad no lo es tanto. Si se hace una simplificación con un ejemplo se entenderá el contexto: cuando una empresa compra una máquina cualquiera hace un desem-bolso inicial, único y constante (coste de inversión). Para poner a funcionar dicha máquina se necesitarán de una serie de elementos como mate-
ria prima, operarios, energía,… que son los denominados costes de ex-plotación, los que, para no hacer más complejo el ejemplo, se pueden considerar constantes con el tiempo. Si se estableciera, a partir de los dos anteriores, un nuevo parámetro de-nominado “coste de explotación acumulado” se vería como éste cre-cería de forma lineal con el tiempo. Un último coste sería el correspon-diente al mantenimiento de la máquina, el que como se sabe por experiencia propia, va a ser conside-rablemente más elevado con el paso de los años.
Si se suman los tres costes anteriores se podría trazar en un gráfico una línea que representaría el coste total acumulado, la que tendría una forma de arco cóncavo (ver figura 9). Si se considera que la susodicha máquina genera unos ingresos regulares con el tiempo (línea de “ingresos acumulados”), ya se tendrían todas las claves para saber cuál es el momento en que nuestra máquina es rentable y cuan-do deja de serlo, tal y como se pue-de ver en la siguiente figura en la que se representa, para un caso teórico,6 el coste de posesión de material (LCC) de una máquina cualquiera.
FIGURA 9
GRÁFICO REPRESENTATIVO DEL LIFE CYCLE COST, LCC
DE UNA DETERMINADA MÁQUINA O EQUIPO
Fuente: Elaboración propia.
La lectura que se puede hacer del gráfico anterior es la siguiente: una máquina cualquiera tiene una serie de costes acumulados, los cuales son la suma de lo que nos costó inicialmente (coste de inver-sión), de lo que cuesta ponerla a funcionar (costes de explotación) y de lo que cuesta tenerla en perfectas condiciones (costes de mantenimien-to). Esa misma máquina va a ser una herramienta de trabajo que nos va a permitir ingresar una serie de capitales a lo largo del tiempo.
A la vista del gráfico se ve que el tiempo de amortización de la máquina empieza en , que es cuando los ingresos superan a los costes. Entre y la máquina nos está reportando unos beneficios, siendo el momento en el que el beneficio es máximo. Con el paso del tiempo, los costes de manteni-miento crecen exponencialmente y es a partir de cuando los costes son superiores a los ingresos, siendo a partir de ese momento una máqui-na no rentable. Surge entonces la siguiente pregunta: ¿Cuál es el mo-mento ideal para reemplazar la máquina en cuestión?, pues, aunque pueda parecer lógico decir que es el momento idóneo, lo cierto es que la solución óptima está sometida a una mayor complejidad debido a una serie de factores entre los que des-tacan los planes de futuro de la empresa.
La adquisición de una nueva máquina supondrá un nuevo coste de inversión, que hasta el paso de un tiempo determinado no se logrará amortizar. Por tanto, si la empresa tiene un plan de futuro a largo plazo puede recomendarse un recambio a partir de , pero si esta empresa no tiene un plan de futuro demasiado ambicioso puede ser recomendable
mantener la vieja máquina y afrontar sus costes de mantenimiento, siendo ésta la solución más rentable para este caso.
Las metodologías de trabajo propias de la ingeniería geográfica e industrial pueden ser extrapolables a cualquier nivel de la administración en general y de las administraciones locales en particular7 en base a una serie de razones: la conversión de los municipios en entes gestores de los recursos locales, la coyuntura económica actual, la necesidad de mejora continua en la gestión muni-cipal y el mayor control de los recursos.
En los últimos años las admi-nistraciones locales se han converti-do en entes gestores de los recursos propios (VVAA, 2003), cuya respon-sabilidad se ve acrecentada por el hecho de que son las más próximas a los ciudadanos. En este contexto surge la necesidad de hacer uso de las técnicas más eficientes para la gestión y el control de los recursos propios, de entre las que se desta-can los sistemas GMAO y GIS. Es-tos modelos de tratamiento de la información permiten minimizar los tiempos de trabajo (al ofrecer res-puestas instantáneas), aumentar la coordinación y la interdisciplinarie-dad entre las diferentes áreas y/o departamentos, además de permitir un recorte considerable del personal laboral, lo que redunda en una con-tención del gasto.
La implementación de estos sistemas permite acometer una ges-
tión centralizada de tareas corres-pondientes a diferentes áreas, per-mitiendo integrarlas en una única. La coordinación es la base para el éxito, tanto de la empresa como de la ad-ministración. Aunque este es el es-tado ideal, es muy difícil de lograr fuera de la empresa privada. La exis-tencia de herramientas de gestión potentes tales como los sistemas GMAO y/o GIS son una buena “ex-cusa” para integrar la información y llevar a cabo una gestión centraliza-da en cualquier nivel de la adminis-tración, incluida la local (Balsa, 2008). Esto permite incrementar la coordinación entre equipos de traba-jo, lo que supone a su vez otra ven-taja asociada: la estandarización de la información (Smith y Esteban, 2003). Los datos van a pasar de unos equipos de trabajo a otros, lo que obligará a adoptar unos criterios concretos de normalización de los mismos. Por su parte, el hecho de que un solo equipo sea el responsa-ble del sistema de gestión supondrá un claro recorte de personal adminis-trativo en las diferentes aéreas de trabajo, lo que unido a la propia efi-ciencia del sistema, permitirá llevar a cabo una reducción del personal dentro de cada una de las áreas y/o departamentos de trabajo.
Además, tanto los sistemas GMAO como los GIS son programas que ayudan a la toma de decisiones (SATD),8 tanto de carácter técnico como político, basándose para ello en la adopción de una perspectiva
científico-técnica que permite una descomposición y simplificación de los problemas, en una jerarquización de las prioridades de actuación y en una consideración de los diversos escenarios posibles. Solamente ésta es, por sí sola, una razón de peso suficiente para la implantación de estos sistemas en cualquier nivel administrativo, ya que permite al equipo de gobierno tomar decisiones en base a una estructura coherente y a una serie de fundamentos lógicos.
Por su parte, la transformación de modelo de crecimiento económi-co de muchos países con la apari-ción de la crisis económico-financiera actual, ha obligado a mu-chos de ellos a reconvertir su estruc-tura productiva y su modelo de cre-cimiento económico, conscientes del agotamiento del mismo. Surge así la necesidad de poner en marcha mo-delos que presenten una gestión más eficiente y sostenible de los recursos, lo que en la mayoría de los casos obliga a tener en cuenta más factores y parámetros de estudio.
Desde el principio de la crisis económica actual, los gobiernos han optando por adoptar políticas de austeridad económica, las que han recortado los presupuestos de las administraciones. Éstas se enfrentan entonces a una difícil situación ya que tienen que seguir ofreciendo un mismo servicio pero contando para ello con menos recursos, lo que les obliga automáticamente a ser más eficientes, gestionando más y mejor. Se convierte así en una necesidad acuciante contar con sistemas gesto-res de gran capacidad, que permitan manejar y analizar grandes volúme-nes de información, reducir gastos, estudiar y analizar las diferentes alternativas posibles y maximizar la rentabilidad de las inversiones, dentro del marco de austeridad económica en el que vive la adminis-tración actualmente.
La adaptación a las nuevas tecnologías y el desarrollo de nove-dosos procedimientos de trabajo es otro de los motivos por los que de-ben de adoptarse este tipo de siste-mas de gestión (Insunza, 1986). Los requisitos cada vez más exigentes, tanto por parte de los ciudadanos como de los niveles administrativos superiores, obligan a llevar a cabo una gestión de los recursos más eficaz y eficiente que la que se venía en los últimos años. Además, con el tiempo aparecen nuevos parámetros que deben ser tenidos en cuenta y que condicionan el tipo de decisio-nes a adoptar. La adición de actua-les condicionantes solo supone la suma de recientes capas o layers en los GIS y/o de nuevos parámetros en los sistemas GMAO, cuya informa-ción podrá cruzarse instantáneamen-te con el resto para ver el nivel de correlación que hay entre los diver-sos parámetros de información.
Una correcta gestión del man-tenimiento supone una gran reduc-ción de costes, un aumento de la rentabilidad de los esfuerzos y de la eficiencia en el empleo de los recur-sos propios (materiales, mano de obra,…), un incremento del control sobre los recursos gracias a una mejor asignación basada en estudios y experiencias previas, un aumento de la eficacia de trabajo (hay más control sobre el trabajo y sobre la mano de obra, una mejor asignación cuantitativa y cualitativa de recursos, control de stocks y materiales). En consecuencia, el mantenimiento nos permitirá hacer más y mejor.
A la hora de implantar un sistema de mantenimiento no existe una regla general de cuál es el óptimo. El nivel de mantenimiento adecuado dependerá de numero-sos factores como el tamaño del municipio, sus recursos, su estructura, la cualificación del perso-nal laboral con el que cuenta, etc. Para el caso de las administraciones locales, cada municipio tiene sus características propias que lo con-forman como un caso único. El nivel óptimo es el caso ideal (manteni-miento óptimo), el que se encuentra en un nivel intermedio entre los es-tados de sobremantenimiento y el submantenimiento, los cuales “pe-can” por exceso y por defecto respectivamente.
Conclusiones
A lo largo de este artículo se ha analizado la viabilidad teórica de adoptar en la administración una serie de metodologías de trabajo que, hasta el día de hoy, se han aplicado mayormente en la empresa privada. Lo cierto es que ya sea individualmente y/o integradas en conjunto, estas metodologías de trabajo propias de la ingeniería geográfica y del mantenimiento in-dustrial pueden tener cabida en la gestión y administración pública al ofrecer una serie de ventajas pro-pias, a las que se ha hecho referen-cia en el texto. Todo ello permite acometer una gestión más eficaz y eficiente de los recursos propios.
Se ha optado por particularizar una buena parte del planteamiento al caso de las administraciones locales, por ser las más próximas al ciuda-dano. Aunque este nivel administra-tivo tiene unas características pro-pias que lo diferenciaran de los niveles superiores, lo cierto es que la perspectiva de trabajo adoptada en el texto puede ser extrapolable a cualquier otro nivel de la administra-ción pública.
El contexto económico actual de crisis está obligando a las admi-nistraciones locales a realizar una gestión más eficiente de sus recur-sos, proyectando al exterior una imagen de austeridad y transparen-cia. La responsabilidad de gestión municipal vincula a gobernantes con los ciudadanos, y se deriva de las decisiones y actos relativos a la ges-tión de los recursos públicos. Utilizar recursos y gestionar los servicios conforme a la legalidad vigente y de forma que se logre ofrecer el máxi-mo valor a cambio del gasto efec-tuado constituye el campo de la res-ponsabilidad en la gestión. El concepto así interpretado compren-dería pues, no solamente la exigen-cia de honradez y el cumplimiento de la legalidad en la utilización de los recursos (responsabilidad legal), sino también la exigencia de una gestión eficiente y eficaz de los mis-mos (responsabilidad gerencial).
El empleo de metodologías y técnicas propias del mundo industrial dentro del sector público obliga a las administraciones públicas a adoptar una nueva filosofía de trabajo. Los gobiernos locales se ven obligados, cada vez más, a gestionar mejor sus recursos, contener sus gastos, pro-mocionarse más activamente,… lo que los asemeja en sus objetivos a una empresa privada. Siguiendo esta lógica deductiva, las adminis-traciones locales han de asumir metodologías, técnicas y tecnologías propias del sector industrial y civil, las que han demostrado ser herra-mientas de gestión muy eficientes.
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