Tendencias e instrumentos actuales de la gesti�n p�blica frente a la Globalizaci�n y el Cambio Clim�tico.

Investigador:

Ricardo Sancho[1]

Resumen

El prop�sito de este documento es identificar las tendencias e instrumentos en curso en el sector p�blico de los pa�ses en desarrollo y confrontarlos con est�ndares de eficiencia y eficacia. Una transici�n en el rol del Estado se est� produciendo en un contexto caracterizado por el cambio clim�tico y la globalizaci�n econ�mica, por lo que algunas presiones sist�micas arrastran a las organizaciones p�blicas hacia nuevos motores de cambio, nexos institucionales y acuerdos m�s all� de la l�gica cl�sica de la administraci�n p�blica. Las tendencias actuales de la gesti�n p�blica patrocinadas por la Nueva Gesti�n P�blica (NPM) y el Nuevo Servicio P�blico (NPS) muestran un conjunto de instrumentos pr�cticos caracterizados por la cooperaci�n activa del sector privado, la gobernanza abierta, digital y ambiental, as� como la innovaci�n financiera y Instrumentos electr�nicos y herramientas en manos de personas.

Palabras Clave

Estado, Nueva Gesti�n P�blica, cambio clim�tico, gesti�n econ�mica.

Abstract

The purpose of this paper is to identify ongoing tendencies and instruments in public sector of developing countries and confronting those with efficiency and effectiveness standards. A transition in the State�s role is taking place in a context characterized by climate change and economic globalization therefore some systemic pressures drag public organizations toward new drivers of change, institutional nexuses and arrangements beyond the classic public administration rationale. Current trends of public management sponsored by the New Public Management (NPM) and the New Public Service (NPS) display a set of practical instruments characterized by active cooperation of the private sector, open, digital and environmental governance, as well as innovative financial and electronic instruments and tools on people hands.

Key words

State, New Public Management, Climate Change, Economic Management.

Recibido: 16 de octubre de 2018.

Aprobado: 9 de noviembre de 2018

 

Introducci�n

Estamos presenciando una transformaci�n acelerada del ambiente y de las realidades econ�micas, sociales y pol�ticas en nuestra sociedad del Siglo XXI con mayores impactos en los pa�ses en desarrollo que presentan m�s vulnerabilidad estructural en el seno de sus Estados. La matriz productiva se transforma y evoluciona al llamado de la cuarta revoluci�n industrial[2] generando constantes fricciones entre el sector p�blico y las expectativas que se ciernen sobre su rol. En lo pol�tico y en el marco del Estado como concepto amplio, parecen existir avances y retrocesos y los cambios son m�s lentos y dependen mucho m�s del di�logo pol�tico, del apoyo informado de los electores y de los acuerdos legislativos, que de la inercia del movimiento econ�mico.

En un espectro de mayor especificidad, el sector p�blico se queda rezagado en el avance y posee una naturaleza muy resistente al cambio frente a presiones sist�micas multi-causuales del entorno y requiere constantemente de un nuevo alineamiento que asegure su eficiencia y eficacia las cuales deben responder a determinadas necesidades sociales. La eficiencia la entendemos como el tiempo y recursos requerido para producir un resultado esperado y la eficacia como la adecuaci�n de los medios por los que se emprenda para lograrlos. De all� que en el desarrollo de este trabajo se colija la integraci�n de ambos conceptos se identifique el t�rmino �creaci�n de capacidades� en el sector p�blico[3].

Los pilares fundamentales del Estado, la soberan�a, el poder y el territorio han venido experimentando hitos transformacionales en cada una de los grandes eras de la producci�n y de la evoluci�n de la sociedad. El Estado no presenta caracteres constantes en el tiempo y no es ni inmutable ni invariable[4].Hoy en d�a, la convergencia de las tecnolog�as digitales, f�sicas y biol�gicas con la globalizaci�n econ�mica y el cambio clim�tico incrementa las transformaciones en las estructuras de poder pol�tico y en la burocracia p�blica por lo que es esperable que esta tendencia contin�e con nuevas transformaciones que retan los propios cimientos de la naturaleza del Estado.

M�s all� de la utilizaci�n de un marco te�rico del Estado sobresale la realidad de las administraciones publicas hoy sometidas a presiones sist�micas como las causadas por el medio ambiente y las que devienen del influjo de la transformaci�n productiva que experimentamos en el primer cuarto de siglo XXI. Es la opini�n del autor que las presiones actuales est�n moldeando nuevos �drivers� o motores de cambio mediante nexos institucionales en aras de una mayor eficacia y eficiencia del sector p�blico. La capacidad de reacci�n de las administraciones p�blicas en el nuevo rol que, frente a estas presiones, a la que se suma la socializaci�n de las tecnolog�as de informaci�n (TICS) aun contando con nuevos instrumentos de gesti�n, est� a prueba y es un punto de partida en el presente an�lisis y por lo tanto no est� exento de avances y resistencias.

Los instrumentos actuales con los que contamos para comprender la actuaci�n de la organizaci�n administrativa del sector p�blico son superiores en calidad y amplitud a las soluciones remediales que surgieron en los a�os ochenta en varios pa�ses bajo la etiqueta de la llamada reforma del Estado cuyo n�cleo duro fue el recorte de personal o �downsizing�. El concepto de la administraci�n p�blica cl�sica qued� superado por nuevas tendencias como la Nueva Gesti�n P�blica (NGP) y el Nuevo Servicio P�blico (NSP). En perspectiva, este instrumental actual converge con la aceleraci�n de una econom�a globalizada y las improntas presiones del cambio clim�tico.

El presente trabajo tiene como prop�sito identificar las tendencias actuales que caracterizan al sector p�blico en t�rminos de su eficacia y eficiencia en su gesti�n entendida como creaci�n de capacidades. Para el logro de este prop�sito se han definido cuatro secciones. En la primera secci�n se identifica primeramente y como marco general, las transformaciones en curso que identifican nuevos roles del Estado en la sociedad globalizada y cuyo punto de partida es medular para caracterizar las tendencias de actuaci�n del sector p�blico. En la segunda secci�n se realiza un recuento preliminar de cuatro presiones sist�micas que act�an sobre el Estado en el presente entorno de globalizaci�n econ�mica, el cambio clim�tico, la urbanizaci�n, y las crisis financieras internacionales. En �sta misma secci�n y asociado a las presiones anotadas se identifican tres nexos que se articulan como �drivers� o motores de cambio en la institucionalidad p�blica y que redise�an la calidad de su actuaci�n de eficiencia y eficacia. En la cuarta secci�n, primeramente y bajo la perspectiva de la Nueva Gesti�n P�blica (NGP) y el Nuevo Servicio P�blico (NSP) se identifican las tendencias de cambio institucional presentes en la academia y en la visi�n de las administraciones p�blicas en la actual coyuntura y posteriormente se tratan las tendencias respecto a los instrumentos para el logro de la eficiencia y eficacia del sector p�blico como los veh�culos financieros, la gobernanza ambiental, el gobierno digital, gobierno abierto, la gesti�n de la ciudad y la reforma fiscal. Finalmente se aportan una secci�n de conclusiones y anexos, respectivamente.

Secci�n 1. ���� Roles en transici�n del Estado.

El Estado moderno se caracteriza por varias transiciones que transforman constantemente su rol como entidad que mantiene los equilibrios entre los poderes p�blicos, el territorio y los individuos. La Ciencia Pol�tica, el Derecho y la Administraci�n P�blica como disciplinas complementarias que convergen en la tutela del poder, el derecho de la Constituci�n y el funcionamiento de la burocracia p�blica, han venido evolucionando un poco m�s despacio que la realidad y el conflicto presente en las sociedades contempor�neas, especialmente en la segunda mitad del Siglo XX con el afianzamiento de la democracia electoral, la descolonizaci�n de los a�os 60�s, el per�odo de la Guerra Fr�a que culmin� a finales de los 80�s y durante la creaci�n de nuevos pa�ses. En la actualidad el terreno sigue f�rtil para las transiciones por cuanto el ciudadano tiene en sus manos un instrumento s�per poderoso como lo es la digitalizaci�n y las tecnolog�as de la informaci�n y comunicaci�n que contin�an sacudiendo los confines del Estado.

Para el prop�sito de este trabajo es esencial referirse a la transici�n del Estado entre finales del SXX y la �poca que estamos viviendo, por cuanto la gesti�n p�blica del Gobierno no est� aislada del Estado como entidad corporativa de servicio p�blico en el sentido de hacer realidad la pluralidad pol�tica organizada corporativamente, en las palabras de Harold Laski, como ��tica del Estado para lograr una m�xima eficiencia en la administraci�n p�blica[5].

Investigadores como Douglas North[6] con el neo-institucionalismo y James Buchanan[7] con la teor�a de la elecci�n p�blica (�public choice�) han permitido con sus aportes crear bases s�lidas para un an�lisis de este per�odo hist�rico del Estado, permitiendo una mejor explicaci�n y comprensi�n. En el an�lisis que se desarrolla en este trabajo se identifican cuatro elementos bien definidos respecto al rol del Estado transicional en la �ltima mitad del Siglo XX y en los inicios del Siglo XXI.

1.1.         Estado Benefactor a Estado Regulador.

La primera transici�n se refiere a la llamada crisis del Estado Benefactor a un Estado fundamentalmente regulador. Ya Buchanan hab�a profundizado en este tema, identificando esta transici�n de un papel benefactor-transferidor a uno regulador-redistribuidor[8]. Esta transici�n que tuvo su auge en los a�os 80�s compromete la gesti�n p�blica desde el punto de vista de lo que el Estado hace o deja de hacer, si existe un mayor o menor control del gasto fiscal, si se procede o no a privatizar actividades sobre las que el Estado tiene control, o si existen o no normas constitucionales para regular el gasto social y en educaci�n. En la condici�n de Estado Benefactor se privilegia el principio de bienestar y responsabilidad del Estado frente al ciudadano mientras que en el Estado regulador-transferidor se movilizan objetivos de desarrollo donde el centro de la acci�n estatal es la de generar condiciones econ�micas de� trickledown� hacia los sectores sociales menos beneficiados. Para algunos, los pa�ses m�s pobres son los m�s afectados porque se condena a las generaciones existentes y venideras a la dependencia econ�mica y, por qu� no, cultural del centro del sistema de aquellos que tienen el poder para influir en asuntos propios de la soberan�a nacional.[9]

Las condiciones socio econ�micas de muchos pa�ses en desarrollo han pospuesto esta transici�n pues no es posible subsistir con niveles bajos de desarrollo caracterizados por econom�as primarias y secundarias, una mala distribuci�n del ingreso y profundas contradicciones sociales con niveles de pobreza inclusive superiores al 50% de la poblaci�n. Aun as�, instituciones de Bretton Woods como el BIRF y al IFM impulsaron reformas estructurales para dejar atr�s en forma no tan voluntaria el Estado Benefactor en muchos pa�ses. Los resultados fueron mixtos y en general los programas de ajuste estructural (PAE o SAP por su acr�nimo en ingl�s) no resolvieron certeramente el desempe�o macroecon�mico y m�s bien sucumbieron ante resultados a�n peores que los esperados.

1.2.         Administraci�n P�blica a Pol�tica P�blica.

La segunda transici�n va de una visi�n de la Administraci�n P�blica cl�sica a los nuevos conceptos de pol�tica p�blica (public policy) desarrollados especialmente en los anos noventas. En los pa�ses en desarrollo com�nmente no se aprecia esta diferencia no solo conceptual sino practica en la gesti�n p�blica, dando como resultado un sector p�blico departamentalizado en ministerios y agencias con poca o nula coordinaci�n interinstitucional bajo la utop�a de que, por ejemplo, los problemas de la educaci�n se resuelven bajo la tutela del Ministerio de Educaci�n o que la salud es un asunto de los hospitales y de la seguridad social exclusivamente.

Mientras que la Administraci�n P�blica cl�sica est� basada en la visi�n Weberiana[10]de burocracia racional, efectivista, de calculabilidad yreglamentaci�n, en la idoneidad del empleado p�blico bajo un r�gimen en teor�a neutro electoralmente, vertical �top down� e incorruptible, lo cierto es que ninguno de los �stos supuestos se cumple enteramente en la realidad aunque en su momento fue modernizadora y progresista al �romper con la l�gica clientelar y jer�rquica del Estado absolutista [11] En administraciones p�blicas con d�bil profesionalismo y ausencia de un robusto r�gimen de servicio civily en sistemas pol�ticos donde reina el clientelismo pol�tico y el cambio de funcionarios en todos los niveles debido al ciclo pol�tico electoral las premisas Weberania no se confirman.

Por su parte, una pol�tica p�blica es �una serie de decisiones o de acciones, intencionalmente coherentes, tomadas por diferentes actores, p�blicos y a veces no p�blicos �cuyos recursos, nexos institucionales e intereses var�an- a fin de resolver de manera puntual un problema pol�ticamente definido como colectivo. Este conjunto de decisiones y acciones de lugar a actos formales, con un grado de obligatoriedad variable, tendentes a modificar la conducta de grupos sociales que, se supone, originaron el problema colectivo a resolver (grupos-objetivo), en el inter�s de grupos sociales que padecen los efectos negativos del problema en cuesti�n (beneficiarios finales)�[12]. La trazabilidad de este enfoque permite que �stas pol�ticas p�blicas se configuren alrededor de tres ejes b�sicos: desarrollo econ�mico, ordenaci�n del territorio y servicios a las personas tal y como lo expresa Subirats en el caso de los gobiernos locales[13].

1.3.         Estado Directivo a Estado Consultivo.

La tercera transici�n se caracteriza por un Estado consultivo y no directivo en el cual las redes sociales y todas las plataformas inform�ticas vienen produciendo cambios en las demandas sociales y comunitarias. Los actores en demanda no son �nicamente los sindicatos de trabajadores o las c�maras empresariales constituidos bajo estatutos jur�dicos asociativos. Las actuales demandas son menos difusas y requieren niveles de consulta p�blica cuya naturaleza o no siempre est� regulada.

La consulta como instrumento de gesti�n p�blica se ha generalizado en la naturaleza Estatal dando paso a la participaci�n fuera de la consuetudinaria vida parlamentaria que contin�a siendo representativa pero que debe escuchar la opini�n tambi�n de las instituciones legitimadas de la sociedad civil. En paralelo, los sistemas de gesti�n p�blica poseen la fiscalizaci�n de entes como el Ombudsman, u organismos de justicia que exigen la consulta de acuerdos y decisiones vinculantes. Particularmente, en el caso de Costa Rica se identifican art�culos constitucionales que reconocen el derecho de las y los ciudadanos de participaci�n pol�tica pero no as� de participaci�n ciudadana en la administraci�n p�blica ni tampoco el deber del Estado de fortalecerla y defenderla. Por su parte, tambi�n en Costa Rica el C�digo Municipal s� establece como principio �el fomento de la participaci�n activa, consciente y democr�tica del pueblo en las decisiones del gobierno local, el fortalecimiento de las consultas populares (plebiscitos, cabildos y referendos)� (C�digo Municipal, 1998) [14]

1.4.         Estado Centralista a Estado �in proximitate�.

La tercera transici�n que observamos es la de un Estado centralista a uno �in proximitate�. Los gobiernos locales est�n emergiendo como los grandes �champions� en la atenci�n de los problemas clim�ticos y esto determina un cambio profundo en las estructuras estatales convencionales caracterizadas por un centralismo casi siempre impulsado por las capitales nacionales en detrimento de ciudades intermedias y regiones fronterizas. Un Estado m�s pr�ximo a la gente como lo define Joan Subirats y en sus palabras �el bienestar est� dejando de ser una reivindicaci�n global para convertirse cada vez m�s en una demanda personal y comunitaria, articulada alrededor de la vida cotidiana y en los espacios de proximidad[15].

1.5.         Estado Autosuficiente a Estado Asociativo.

La cuarta transici�n proviene de un sentido de autosuficiencia del Estado a una condici�n de asociatividad. La zona de confort del Estado nacional lograda mediante la pol�tica fiscal se ha derrumbado frente las necesidades de inversi�n publica cada vez menos factibles v�a impuestos como para dotar a la sociedad de infraestructura, energ�a, agua y acceso al comercio. La autosuficiencia estatal est� siendo sustituida por modelos asociativos p�blico-privados y un set de instrumentos financieros de desarrollo y cooperaci�n.

La desconfianza que tiene el Estado sobre el sector privado, sin embargo, no ha disminuido al menos en Am�rica Latina, frente a la corrupci�n y la larga lista de esc�ndalos que caracterizan a diferentes gobiernos. Los efectos sobre la administraci�n de justicia, en los entes de fiscalizaci�n y en el propio parlamento, ha sido m�s bien la de restringir o regular esta asociaci�n. Pero el Estado autosuficiente, ya caduc� en sus aspiraciones de proveerlo todo y de ser el �nico actor encargado de gestionar el bienestar de las personas.

Secci�n 2. �� Presiones sist�micas y nuevos motores de cambio en el sector p�blico.

El sector p�blico de los pa�ses emergentes est� sujeto a muchas presiones que se expresan y canalizan en un flujo de cambios institucionales promovidos por los actores del sistema pol�tico. Siguiendo a North,

las instituciones son las reglas de juego en una sociedad o, m�s formalmente, los constre�imientos u obligaciones creados por los seres humanos que le dan forma a la interacci�n humana; en consecuencia, �stas estructuran los alicientes en el intercambio humano, ya sea pol�tico, social o econ�mico y los �arreglos institucionales cuentan en la explicaci�n de la vida social, econ�mica y pol�tica (North, sf, p.19 en Dimaggio y Powell, 1991)

En consecuencia, bajo esta l�gica, North (Ibid) afirma que las instituciones constituyen soluciones relativamente eficientes a los problemas de la acci�n colectiva, puesto que las rutinas nacen sobre todo para reducir los costos en las transacciones entre individuos y grupos, y as� aumentar la eficiencia.

Las instituciones estructuran y gu�an el comportamiento, determinan las normas sociales y establecen los par�metros en los cuales se soporta una sociedad. Los fen�menos que inciden sobre el sector p�blico sin embargo han tenido una respuesta institucional r�gida mediante la acci�n vertical de ministerios y agencias en la visi�n cl�sica de la Administraci�n P�blica. Hoy sabemos que para procesar esas presiones se requiere de un enfoque m�s transversal como se ha argumentado en varias secciones de este trabajo y con un enfoque de pol�ticas p�blicas.

Las presiones sobre el sector p�blico son claramente sist�micas porque derivan de condiciones vertebradas de fen�menos globales e internos caracterizados por la multicausalidad. En esa inteligencia, las presiones aqu� identificadas coinciden con variables com�nmente utilizadas por la academia y los organismos multilaterales: el riesgo de desastres y variabilidad clim�tica, la carencia de ordenamiento territorial y el sobrepoblamiento y la deficiente gobernabilidad fiscal y rendici�n de cuentas.

Las presiones sist�micas no son excluyentes de otras presiones para el sector p�blico, pero al menos las que se han mencionado en este trabajo nos permiten identificar tres motores de cambio o �drivers� (aparte 2.4) que arrastran al sector p�blico a gestionar sus acciones de manera integrada qui�rase o no por cuanto la interacci�n sus tres principales cadenas de valoro nexos institucionales sin cuya interacci�n se hace imposible la creaci�n de capacidades de eficiencia y eficacia del sector p�blico. Son nexos emergentes porque su posibilidad de ascenso a un reconocimiento t�cito de los tomadores de decisiones y en general de la sociedad. Adem�s, constituyen motores de cambio (drivers) en la institucionalidad del sector p�blico por el dinamismo con el que cruzan todas las materias que le son propias a la funci�n estatal.

2.1.         Variabilidad clim�tica y riesgo de desastres.

La variabilidad clim�tica y el riesgo de desastres asociado �ste a la vulnerabilidad del territorio, los ecosistemas y poblaciones est� generando presiones sobre el sector p�blico para poner en marcha regulaciones, acciones, o intervenciones que prevengan el riesgo y as� reduzcan las p�rdidas humanas, econ�micas y concretamente el gasto social..Atender el cambio clim�tico en todos sus alcances de corto, mediano y largo plazo no deber�a ser, ni optativo, ni un tema exclusivamente ambiental y mucho menos una acci�n basada en el altruismo de los l�deres pol�ticos y empresariales.

El sector p�blico terminar� tarde o temprano incorporando plena e integralmente en la matriz productiva y en el quehacer institucional su respuesta a la variabilidad clim�tica m�s all� de las agencias de protecci�n civil responsables de la atenci�n de emergencias y riesgo de desastres. No obstante, contin�a siendo un tema sectorial de primer impacto que incide en forma sist�mica en el incremento de la pobreza, la producci�n, la transmisi�n de enfermedades, la infraestructura p�blica y en general en el bienestar de la poblaci�n.

La variabilidad clim�tica presiona a los pa�ses en desarrollo que constantemente experimentan fen�menos hidrometereol�gicos as� como altas precipitaciones que a su vez causan, inundaciones urbanas, p�rdida de infraestructura, deslaves y generan destrucci�n de viviendas, escuelas e instalaciones sanitarias lo que aumenta la pobreza. En el caso de Am�rica Latina, la CEPAL (2014) ha estimado que los costos econ�micos estimados del cambio clim�tico, con un alto nivel de incertidumbre, se sit�an entre el 1,5% y el 5% del PIB regional, fundamentalmente proveniente de p�rdidas en sector agropecuario cuyos efectos colaterales, son retrasar el cumplimiento de la meta de reducci�n de la pobreza o desaf�os en materia de seguridad alimentaria. Estas estimaciones son conservadoras y es muy probable que el valor final sea superior.

En el caso de la regi�n latinoamericana como un todo y en todas las subregiones se prospectan como futuras tendencias clim�ticas, aumentos de la temperatura, temperaturas y precipitaciones extremas, sequ�as, elevaci�n del mar y consecuentemente una transformaci�n de las zonas productivas agr�colas, presiones urbanas por agua y energ�a y el aumento de enfermedades producidas por vectores.

El sector p�blico ha venido desarrollando respuestas clim�ticas en virtud de las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC) del acuerdo de Par�s pero tambi�n viene creando lentamente modelos de gesti�n generalmente percibiendo lo ambiental como �cuarto adjunto� y no como el �core business� de su actividad. La respuesta en muchos pa�ses ha sido en el nivel de las pol�ticas y estructuras de la pol�tica internacional, la de crear grupos interministeriales, puntos focales, comit�s regionales de cambio clim�tico y consultas ciudadanas[16]. Sin embargo, las respuestas indefectiblemente tendr�n que abarcar la din�mica de las instituciones, sus procedimientos y acceso a la informaci�n. Por ejemplo, en relaci�n con los recursos h�dricos muchos pa�ses requieren de reformas constitucionales y legales; en materia de gesti�n de riesgo de desastres todav�a existe un largo camino que recorrer para lograr los objetivos del Marco de Sendai. Igualmente ocurre en la necesidad de ajustar las instituciones a responder a los temas de recuperaci�n de la biodiversidad marina, manglares, as� como en investigaciones necesarias para la seguridad alimentaria. Todo esto solamente se puede hacer con transformaciones del sector p�blico de forma eficiente y eficaz.

2.2.         Sobrepoblaci�n y ordenamiento del territorio.

El sector p�blico experimenta una segunda presi�n sist�mica claramente identificada en relaci�n con el crecimiento de la poblaci�n y el que esta poblaci�n habitara en ciudades en niveles superiores al 70 %. Son los conglomerados urbanos, las ciudades capitales de los pa�ses en desarrollo las que albergan a m�s personas por cuanto es all� donde se encuentran las oportunidades de empleo, educaci�n y salud. Sin embargo, es all� donde la presi�n por agua, saneamiento, energ�a, transporte e infraestructura se traduce en nuevas estructuras de gobernanza que responda en forma eficiente y eficaz para frenar el caos urbano. Apenas en el a�o 2010 se rompi� la tendencia de crecimiento poblacional en favor de las zonas rurales y hoy se consolida la sobrepoblaci�n de las ciudades en las que habita un 60% de la poblaci�n, acerc�ndose esa cifra a un 75% proyectando que 7 de cada 10 personas vivir�n en ciudades. Solamente en Centroam�rica hoy con una poblaci�n calculada en 44 millones de habitantes habr� un crecimiento poblacional al a�o 2030 de once millones adicionales y m�s all�, en el 2050, se proyecta un aumento de 25 millones de habitantes m�s[17]. Todo esto indica que la poblaci�n urbana de la regi�n se duplicara en tama�o a mitad del siglo XXI, dando la bienvenida a casi 25 millones de habitantes urbanos con demanda de infraestructura, servicios y participaci�n laboral en la actividad econ�mica (Banco Mundial, 2016) [18]. Esta cr�tica situaci�n est� acompa�ada por la carencia de planes de ordenamiento territorial o en el escenario m�s ir�nico, planes en fricci�n entre municipios vecinos que aumentan la conflictividad por el territorio y los recursos disponibles.

La urbanizaci�n y el sobrepoblamiento generan enormes demandas a los gobiernos nacionales y locales para proveer los servicios esenciales y buscar formas de asociaci�n innovadoras que abandonen las viejas burocracias ineficientes. La gesti�n p�blica sea en las entidades del gobierno central o de los municipios, debe venir acompa�ada por inversi�n, proyectos de infraestructura y modelos de gesti�n del riesgo que aseguren riesgos evitados y por lo tanto el blindaje de la inversi�n p�blica y privada. Seg�n datos de la CEPAL el 81% del PIB de la regi�n LAC se concentra en ciudades donde casi un 30% de los ciudadanos viven en zonas marginales y adem�s es en las ciudades donde se encuentra el 75% de los activos en riesgo por desastres naturales.

La respuesta del sector p�blico al crecimiento de la poblaci�n y a la concentraci�n urbana ha sido hist�ricamente d�bil en regiones como Am�rica Latina donde generalmente se presenta un conflicto de competencias entre el gobierno central, los municipios capitalinos y principales ciudades. Generalmente las pol�ticas urban�sticas est�n en manos de ministerios sectoriales como vivienda, sin embargo, los tr�mites de construcci�n son fundamentalmente municipales o existe un conflicto competencial entre ambos.

El fortalecimiento institucional para ordenar el territorio implica mejora de las capacidades tanto del Gobierno Central como de los municipios pues bajo el argumento de fortalecer lo local no estar�amos en ninguna circunstancia apostando a un debilitamiento del gobierno central para la implementaci�n de su mandato nacional. El tema de la territorialidad tambi�n implica un fortalecimiento de la cooperaci�n intermunicipal y coordinaci�n con el gobierno central para distribuir nuevas funciones urbanas del sector p�blico. Sin un cambio radical en los modelos de gesti�n p�blica es esperable un retroceso que se tornar� invariable con el agravamiento del caos y el debilitamiento de la eficiencia y la eficacia en la gesti�n y prestaci�n de servicios.

2.3������ Crisis financieras y gobernabilidad fiscal.

La globalizaci�n econ�mica que experimentan las econom�as de pa�ses en desarrollo y las propias econom�as del G-20 llevan asociadas crisis financieras nacionales, regionales con dimensiones globales. Esta constituye una presi�n sobre el sector p�blico que obliga a ajustar su gesti�n en diversas �reas como el tama�o de la planilla estatal, el gasto social y sanitario, educaci�n y en general el grado de intervencionismo estatal. Esto ha sido una nota com�n en las tres grandes recesiones acontecidas en el �ltimo siglo (1929,1973 y 2008)[19] y en las crisis financieras ocurridas en Espa�a, Grecia y Portugal en �poca m�s reciente.

La respuesta del sector p�blico, a�n en la tesitura ideol�gica m�s neoliberal que proclama un reducido intervencionismo estatal es, al contrario, m�s intervenci�n regulatoria, mayor endeudamiento p�blico, mayor presencia en la actividad productiva, m�s protagonismo en la provisi�n de prestaciones sociales y redistribuci�n de rentas, tarea generalmente asignada al mercado[20]. Ante el desequilibrio fiscal inminente el sector p�blico se enfrenta en paralelo a una tendencia de envejecimiento de la poblaci�n que requerir� m�s gasto sanitario y social, pensiones y adecuaci�n del aparato productivo a una nueva realidad etaria en la que se pone en juego su eficiencia ante el volumen de gasto y su eficacia de satisfacer las demandas de los ciudadanos sin turbulencia social.

La fiscalidad, �ceteris paribus�, sin crisis financiera, es una que se basa en tributos progresivos y lleva al sector p�blico a un rol relativamente pasivo. Sin embargo, los �crashes� financieros como el del 2008 cuyas consecuencias en la econom�a mundial todav�a se sienten, al igual que la crisis de 1929 y 1973, producen cambios en el sector p�blico, es m�s, en mayor o menor medida, han provocado una reestructuraci�n del intervencionismo estatal, de suerte que remodelaci�n econ�mica y cambios en el Sector P�blico han evolucionado de forma paralela[21]

2.4������ Tres �drivers� que determinan nuevos arreglos institucionales para la eficiencia y eficacia en la gesti�n p�blica.

Los nexos emergentes que se identifican en la gesti�n p�blica son interdependientes, inevitables y est�n concatenados a cadenas de valor institucionales que implican una transformaci�n de las unidades administrativas, un ajuste al menos o una fusi�n. La creaci�n de capacidades ya no depende de un ministerio espec�fico sino de la sinergia institucional o coordinaci�n interinstitucional que se logre a lo largo de toda la cadena.

Figura 1. Motores de cambio (drivers) empuja nuevos arreglos institucionales

Fuente: Elaboraci�n propia

2.4.1.�� Nexo Agua-energ�a-alimentos:

La producci�n agr�cola y las cadenas de distribuci�n de alimentos producidos en esta representan un gasto del 70% de la producci�n de agua en el mundo. Asimismo, un 30% de la producci�n y transporte de los alimentos abona por un 30% del consumo energ�tico mundial. Bajo estas circunstancias, el nexo f�sico a un nexo institucional de pol�tica p�blica.

El IPCC concluye con un nivel de confianza medio que la producci�n alimentaria y la calidad de los alimentos disminuir�n debido a una serie de factores clim�ticos que incluyen a las precipitaciones y las temperaturas extremas.[22]

Los pa�ses emergentes todav�a poseen una base de producci�n agr�cola asociada a los recursos naturales con escasa o ninguna regulaci�n sobre el recurso h�drico y ya se muestran fricciones entre la producci�n de alimentos y el uso del agua para consumo humano. Por su parte, la matriz energ�tica de los pa�ses emergentes, con algunas excepciones, depende de la importaci�n y en pocos casos de la producci�n de hidrocarburos: una din�mica sobre las administraciones p�blicas que tarde o temprano implicara una acci�n reguladora tarde o temprano. Trabajos recientes de la CEPAL identifican este nexo con suficiente grado de especificidad como es el caso de la Cuenca del R�o Reventaz�n en Costa Rica[23], lo que indica que este nexo requerir� de nuevos arreglos institucionales como es en �ste caso la organizaci�n de cuenca a trav�s de la COMCURE (Comisi�n de la Cuenca Alta del R�o Reventaz�n) creada mediante ley de la Rep�blica No. 8023. En al a�o 2000 y que consisten en una entidad articuladora de proyectos y di�logo institucional entre actores claves responsables del agua, la energ�a y la producci�n de alimentos.

La coordinaci�n y el dialogo entre los responsables p�blicos de la pol�tica alimentaria y la industria, las administraciones a cargo del agua y la energ�a ser� determinante para asegurar la sostenibilidad del recurso al mismo tiempo que el crecimiento vegetativo en el consumo de alimentos. Todo esto causara indefectiblemente nuevos arreglos institucionales, nuevas entidades coordinadoras-ejecutoras de las pol�ticas alimentarias, energ�ticas e h�dricas.

2.4.2.Nexo Territorio-Infraestructura-Resiliencia.

La gesti�n del territorio que realice el Estado y concretamente los gobiernos locales es esencial para el desempe�o econ�mico, el empleo, la seguridad, y crucial para amortiguar el crecimiento poblacional y la proliferaci�n de anillos de miseria en zonas marginales. Constituye adem�s una forma de asegurar la movilidad sin que se generen deseconom�as urbanas, m�s emisiones de GEI, mejores niveles de eficiencia en el consumo de los recursos como el agua y energ�a. La gobernanza del territorio como unidad fragmentada por m�ltiples factores sociales, econ�micos, ambientales, institucionales, geof�sicos y culturales se torna cr�tica en los asentamientos urbanos metropolitanos de los pa�ses en desarrollo los cu�les generalmenteno cuentan con s�lidas bases de planificaci�n urbana, est�n sujetas a ciclos pol�tico-electorales que no garantizan la continuidad de obras, proyectos de infraestructura o finalmente porque se mantiene una fricci�n sobre las competencias del gobierno central vs. el gobierno local. El sector privado desarrolla su funci�n econ�mica y social bajo el reclamo de reglas claras ante el conflicto competencial.

Una d�bil planificaci�n del territorio resulta en graves rezagos en la infraestructura vegetativa que debe responder al influjo de m�s personas, m�s empleos y m�s requerimientos de transporte, vivienda, v�as de acceso y otros. A su vez la carencia de capacidad f�sica o infraestructura reduce la capacidad de resiliencia[24] o capacidad de absorci�n o utilizaci�n de los cambios en el ambiente que son producto de los desastres.

El sector p�blico de los pa�ses en desarrollo est� crecientemente desarrollando marcos regulatorios orientados a las alianzas p�blico-privadas que permitan llenar los vac�os en materia de infraestructura los cuales son agravados por las crisis fiscales. Estas alternativas de gesti�n, as� como la activaci�n de procesos de reducci�n del riesgo de desastres auspiciados por el Marco de Sendai[25], determinan un cambio de curso en la gesti�n p�blica, de una atenci�n de la emergencia a una prevenci�n del riesgo. En el ordenamiento del territorio, los gobiernos locales son actores de primera l�nea, al igual que en lo referente a la construcci�n de infraestructura vial, sanitaria, recreativa, habitacional y comercial por cuanto las autorizaciones de construcci�n si bien mantienen algunas regulaciones nacionales, los permisos finales generalmente son locales. Actualmente se est� desarrollando un concepto conocido como Blindaje Clim�tico[26] por parte de entidades de desarrollo y cooperaci�n como el Instituto Centroamericano de Administraci�n P�blica (ICAP) con el apoyo del Banco Centroamericano de Integraci�n Econ�mica (BID) y el Centro de Coordinaci�n para la Prevenci�n de Desastres Naturales en Am�rica Central (CEPREDENAC). En esta iniciativa, por ejemplo, que consiste en una metodolog�a de ocho pasos aplicada a ocho municipios[27] de Centroam�rica, contiene un �rea en pol�tica p�blica y gobernanza que se refiere precisamente a la puesta en marcha de mecanismos de eficiencia y eficacia en la gesti�n municipal para la resiliencia asociada a la infraestructura, al ordenamiento territorial y a la variabilidad clim�tica.

2.4.3.Nexo Poblaci�n-Costo Social-fiscalidad.

Las sociedades de los pa�ses en desarrollo mantienen altas tasas de crecimiento de la poblaci�n con tendencias al bono demogr�fico en las d�cadas previas al 2050, pero simult�neamente se dirigen a un envejecimiento de la poblaci�n que es un factor que va a disparar el gasto del aparato p�blico y la presi�n del envejecimiento sobre los presupuestos se intensificar� a partir de 2020. Ya existen datos documentados que muestran que, en un pa�s desarrollado t�pico, el gasto p�blico relacionado con la edad aumentar� en torno al 10 por ciento del PIB entre 2010 y 2050 (Standar&Poors 2011)[28].

Ya en los pa�ses desarrollados el gasto en pensiones, atenci�n sanitaria y cuidados de larga duraci�n representan niveles superiores al 25% en pa�ses como Espa�a, Alemania, Suecia, Brasil, Jap�n y Rusia. Para los pa�ses en desarrollo las finanzas del sector p�blico son inciertas pues la presencia del Estado en programas de desarrollo social es importante, las demandas de los ciudadanos incrementar�n el gasto con una menor recaudaci�n fiscal. Este cruce de variables est� implicando cambios en el abordaje de los programas sociales y sanitarios y desde luego en el c�lculo de las pensiones, sea reduci�ndolas o aumentando la edad de jubilaci�n. Las implicaciones sobre la eficiencia y eficacia del sector p�blica est�n a la vista y una prueba de fuego en la gesti�n de las instituciones encargadas.

En el �mbito de este nexo, la modernizaci�n del sector p�blico se traduce en la aplicaci�n de un conjunto integrado de principios, pr�cticas y t�cnicas de gesti�n que permiten incrementar el impacto externo y la eficiencia interna de los programas y proyectos sociales.

Algunos de esos principios han gozado de amplio consenso a lo largo del tiempo, tales como la �equidad� que consisten en atender a la poblaci�n de necesidades m�s urgentes; la �focalizaci�n� dirigida a concentrar los recursos disponibles en aquellas personas que presentan la carencia que el programa pretende atender con el uso significativo de bases de datos documentadas y actualizadas. Otro principio es el �impacto� que permite medir y analizar la magnitud del cambio en las condiciones de bienestar de la poblaci�n objetivo.

Otros, resultan de las recientes orientaciones que los gobiernos han adoptado para satisfacer las necesidades p�blicas. Entre ellos est�n la �participaci�n ciudadana� (durante la formulaci�n, gesti�n y evaluaci�n de los programas y proyectos), la �articulaci�n� (gesti�n de redes con otros organismos gubernamentales y no gubernamentales), y la �flexibilidad� (adaptaci�n de las formas de organizaci�n del trabajo a las caracter�sticas de la prestaci�n de los servicios sociales). A ellos hay que sumar las pr�cticas y t�cnicas para la modernizaci�n de la gesti�n social que introducen �mecanismos de mercado� en los servicios sociales[29].

Un elemento fundamental para el buen desarrollo de las pol�ticas p�blicas es la obtenci�n de recursos financieros que permitan solventar las actividades del sector p�blico necesarias para la implementaci�n de las pol�ticas p�blicas, y para el cumplimiento de las funciones p�blicas[30].

Se han enunciado cinco grandes tareas o principios, que hoy d�a siguen plenamente vigentes:[31] continuar o completar la tarea de consolidaci�n de las cuentas p�blicas; mejorar la productividad (o calidad) del gasto p�blico; asentar mecanismos cada vez m�s transparentes en la gesti�n p�blica; promover grados crecientes de equidad distributiva; y todo ello en un ambiente democr�tico y participativo. Dado que las implicaciones pol�ticas de un pacto fiscal van mucho m�s all� de lo que podr�a derivarse de convencionales reformas tributarias o presupuestarias, se requiere alcanzar consensos m�nimos sobre el papel del Estado y las estrategias que las autoridades tratan de promover.

Finalmente, el pacto fiscal no es la soluci�n �ptima, si no se asocia estrechamente al dise�o expl�cito y consensuado de una ruta de navegaci�n de mediano y largo plazo, es decir de la planificaci�n del desarrollo, que se exprese en un dise�o integral de las pol�ticas p�blicas. Esta planificaci�n debe contar con una visi�n estrat�gica de mediano y largo plazo; alianzas entre agentes, y una nueva relaci�n entre el Estado, el mercado y la ciudadan�a; que considere como base fundamental la apropiada provisi�n de las demandas de los ciudadanos.

Secci�n IV. Tendencias e instrumentos en la eficiencia y eficacia del sector p�blico.

4.1.         Tendencias del cambio institucional: la respuesta de la Nueva Gesti�n P�blica (NGP) y el Nuevo Servicio P�blico (NSP).

Tanto la Nueva Gesti�n P�blica (BGP) como el Nuevo Servicio P�blico (NSP) constituyen corrientes de an�lisis administrativo del sector p�blico que mantienen zonas de traslape y desde luego no deben observarse como tendencias excluyentes. Al contrario, todas las escuelas administrativas cohabitan en la gesti�n del sector p�blico de los pa�ses en desarrollo.

La Nueva Gesti�n P�blica (NGP) representa no uno sino un conjunto de instrumentos de gesti�n que fueran desarrollados principalmente en los a�os ochenta por la academia norteamericana. Corrientes significativas de la Nueva Gesti�n P�blica son: la desregulaci�n, la agencializaci�n, la gerencializaci�n, la privatizaci�n, la externalizaci�n (servicios p�blicos gestionados por organizaciones privadas con y sin �nimo de lucro), la �tica en la gesti�n p�blica, la participaci�n ciudadana, etc. todo ello intentando vertebrar un nuevo paradigma que se ha denominado �postburocr�tico� (Barzelay, 1998) [32] o seg�n Schr�der, [33] cinco, a saber. a) direcci�n orientada a la competencia haciendo una distinci�n entre prestadores de servicios y financiadores, b) enfoque de efectividad, eficiencia y calidad del cumplimiento de tareas fundamentalmente mediante identificaci�n de procesos, tema que fue parte del concepto de reingenier�a de los a�os noventa, c) separaci�n entre la direcci�n estrat�gicala direcci�n operativa, d) trato igualitario de prestadores de servicios privados y p�blicos e) impulso a la innovaci�n en los servicios prestados.

La NGP persigue la creaci�n de una administraci�n eficiente y eficaz, es decir, una administraci�n que satisfaga las necesidades reales de los ciudadanos al menor coste posible, favoreciendo para ello la introducci�n de mecanismos de competencia que permitan la elecci�n de los usuarios y a su vez promuevan el desarrollo de servicios de mayor calidad. Todo ello rodeado de sistemas de control que otorguen una plena transparencia de los procesos, planes y resultados, para que, por un lado, perfeccionen el sistema de elecci�n, y, por otro, favorezcan la participaci�n ciudadana.

El objetivo de esta nueva forma de actuar es la consecuci�n de un sector p�blico que opere exclusivamente en aquellas �reas donde no exista un proveedor m�s adecuado y lo realice de forma eficiente y eficaz. La NGP utiliza la gerencia de negocios tal cual se desarrolla en el sector privado dirigi�ndose a la obtenci�n de resultados. Para ello, compite, emula o colabora con el sector privado, all� donde es posible, con el objetivo de satisfacer las necesidades p�blicas, otorg�ndoles a sus ciudadanos un papel cada vez m�s activo en el campo p�blico. Realizando, adem�s, reestructuraciones internas encaminadas a eliminar la burocracia, a la adopci�n de procesos m�s racionales, a una mayor autonom�a en la gesti�n, etc.

As�, la NGP se puede ver como un mezcla de cambios, que incluyen entre otros: cortes de presupuesto, establecimientos de contratos para la prestaci�n de servicios p�blicos, el concepto del cliente, la competencia externa o interna como mecanismo para motivar a servidores p�blicos y a la organizaci�n, la flexibilidad para los funcionarios p�blicos, la separaci�n de la pol�tica y la administraci�n, la descentralizaci�n, rendici�n de cuentas, incorporaci�n de instrumentos de gerencia financiera para las reformas del presupuesto, planeaci�n estrat�gica y estilos de liderazgo en el papel de la gerencia, el uso de la tecnolog�a de informaci�n, y una participaci�n m�s activa del ciudadano en los asuntos p�blicos[34].

Por otra parte, el Nuevo Servicio P�blico o New Public Service es una corriente de pensamiento que se consolida en los a�os noventa y que se mostr� desde sus inicios muy cr�tica con la corriente dominante en aquel momento en el seno de las administraciones p�blicas, el New Public Management. La obra de Denhardt y Denhardt (2000, 2011) supuso un punto de inflexi�n dentro de esta corriente y el inicio e inspiraci�n de un importante n�me�ro de trabajos posteriores. De �stos autores, The New Public Service. Serving not Steering, se deslinda la principal rivalidad te�rica de ambas perspectivas y la nueva visi�n de NSP, al afirmar que �un gobierno no deber�a administrarse como un negocio, deber�a administrarse como una democra�cia� Denhardt y Denhardt (2011: 3) y �los servidores p�blicos no entregan el servicio al cliente, ellos le entregan democracia�[35].

La aplicaci�n de estas perspectivas te�ricas en las administraciones p�blicas de los pa�ses en desarrollo no se hicieron esperar como tendencias dirigidas a la eficiencia y eficacia, especialmente las opciones de NGP se presentaron en la pol�tica p�blica como la necesidad de arrastrar los �xitos de la gerencia del sector privado, al sector p�blico. En estricta teor�a no era necesario distinguir entre administraci�n p�blica y administraci�n de negocios por cuanto la gerencia, cultura financiera, rendici�n de cuentas, m�todos de evaluaci�n podr�an ser� emuladas en ambos campos. Sin embargo, la mayor�a de los cuestionamientos que se le imputan est�n situados en el �excesivo peso del enfoque intra-organizativo y de orientaci�n al mercado�[36] y al modelaje impl�cito que eventualmente realiza el sector privado en la implementaci�n de pol�ticas y servicios p�blicos. Otros cr�ticos de NGP apuntan al sesgo hacia el mercado y la intrusi�n de intereses particulares en la prestaci�n de servicios. No obstante, la ola de aplicaci�n de principios de NGP todav�a est� en la superficie de muchas organizaciones p�blicas y la influencia en la regi�n latinoamericana fue clara en pa�ses como Chile, Colombia, El Salvador en los a�os noventa, M�xico y Brasil.

El NSP es todav�a una tendencia en desarrollo y se muestra traslapada con los principios de la NGP. Sin embargo, la primera en definitiva se aline� con las influencias de las redes sociales y de la teledemocracia [37], por cuanto rescata la concepci�n del ciudadano en democracia la cual dista mucho de la simple perspectiva de cliente en el mercado demandando los servicios del sector p�blico. La tesis central del NSP es �serving, not steering� (servir, no dirigir), y se propuso en un ensayo seminal publicado en la Public Administration Review (Denhardt y Denhardt, 2000), lo que indica es que la gobernanza es m�s democr�tica y colaborativa.

Esta realidad en la que subyacen ambos paradigmas rese�a no el fracaso de la NGP sino su transici�n hacia estrados de mayor participaci�n de los ciudadanos y al rescate de lo p�blico como un acervo de las reglas de la democracia plural. No obstante, para algunos como Valenzuela[38] �transcurridas varias d�cadas de la implementaci�n de la NGP, la evaluaci�n de sus resultados es poco alentadora�.

4.2.         Instrumentos de gesti�n econ�mica.

Para los efectos de este trabajo se han escogido una serie de instrumentos actualmente en implementaci�n en muchos pa�ses en desarrollo, especialmente en Am�rica Latina, regi�n donde la reorientaci�n estatal venida con las crisis pol�ticas y econ�micas ha estado acompa�ada por la emergencia de reformas neo-gerenciales, muchas veces dispersas o temporales, que han procurado flexibilizar el ejercicio administrativo y eficiente en el sector p�blico.[39]. Indudablemente en los �ltimos treinta a�os las reformas en la regi�n han estado acompa�adas de un mayor profesionalismo, entidades reguladoras y de fiscalizaci�n, sistemas de calidad certificados y acreditados, evaluaci�n de los programas gubernamentales, ranking institucional y de una mayor interacci�n entre los administradores y los administrados, clientes y usuarios de los servicios p�blicos. No existe, sin embargo, un modelo de instrumento ni tampoco un marco legal uniforme en cada uno de los pa�ses, ni tampoco una jerarqu�a.

4.2.1.     Veh�culos financieros de econom�a mixta. Alianzas p�blico-privadas. Portafolio de proyectos

Un elemento b�sico para una buena gesti�n p�blica es la disponibilidad de recursos materiales necesarios para el funcionamiento correcto de las instituciones y el desarrollo de los programas de desarrollo. Estos recursos materiales financieramente se describen como los bienes y servicios que est�n asociados a gastos corrientes aprobados en los presupuestos p�blicos. Sin embargo, la d�bil fiscalidad de muchos Estados ha promovido por parte de los organismos multilaterales nuevos esquemas de ejecuci�n basados en las alianzas p�blico-privadas (APP) m�s all� de las convencionales reglas de tipo concesionario. Si bien �ste se presenta en muchos Estados como un tema controversial, tambi�n es claro para los l�deres de gobierno que no es posible v�a presupuesto p�blico financiar las obras requeridas por la sociedad. El sector p�blico de muchos pa�ses en desarrollo ha optado por �Project Finance� como alternativa de recuperaci�n de flujos de inversi�n. Otros pa�ses, con marcos regulatorios aprobados han desarrollado alianzas p�blico-privadas de lo que da cuenta el Grupo Banco Mundial: existen reglas en la Uni�n Europea, Europa Central y del Este y en casi cincuenta pa�ses y en el caso de Am�rica Latina en M�xico, Chile, Guatemala, Per�, Brasil, Argentina y Colombia [40].

La eficiencia y eficacia de la gesti�n p�blica asociada a las APP se encuentra en la capacidad del Estado de regular, fiscalizar y recurrir el desempe�o de los servicios que �ste esquema pretende brindar a la sociedad. Asimismo, dos variables indiscutibles en las APP son por un lado,los estudios ambientales previos a las obras o servicios que aseguren un da�o ambiental evitado o reduzcan el impacto. Por otro lado, la consulta y aprobaci�n de los ciudadanos y comunidades en las que inciden los proyectos y servicios.

4.2.2.     Gobierno Abierto.

El t�rmino Gobierno abierto no es nuevo.[41], a fines de los a�os 70 del siglo XX se us� por primera vez en el espacio pol�tico brit�nico y en su concepci�n original, trataba diversas cuestiones relacionadas con el secreto de Gobierno e iniciativas para abrir las ventanasdel sector p�blico hacia el escrutinio ciudadano, con el objeto de reducir la opacidad burocr�tica. En la actualidad, se ha posicionado como un nuevo eje articulador de los esfuerzos por mejorar las capacidades del Gobierno y modernizar las administraciones p�blicas bajo los principios de la transparencia y apertura, la participaci�n y la colaboraci�n.

El Gobierno Abierto es aquel que entabla una constante conversaci�n con los ciudadanos con el fin de o�r lo que ellos dicen y solicitan, que toma decisiones basadas en sus necesidades y preferencias, que facilita la colaboraci�n de los ciudadanos y funcionarios en el desarrollo de los servicios que presta y que comunica todo lo que decide y hace de forma abierta y transparente.[42].

Por otro lado, la promoci�n de leyes sobre el derecho de acceso a la informaci�n p�blica[43]y la implementaci�n de diversos dispositivos institucionales para potenciar los niveles de transparencia, probidad y participaci�n ciudadana en los asuntos p�blicos ha ido ganando espacio en la agenda pol�tica en todo el mundo a partir de una oleada de legislaciones que se orientan a regular su aplicaci�n.

Ello ha sido fundamental en los esfuerzos desplegados por crear una nueva cultura de apertura y ajustar la mentalidad (y los paradigmas) que hac�an de los asuntos p�blicos algo ajeno al ciudadano, permitiendo nuevos y generosos espacios para el accountability (o rendici�n de cuentas), la transparencia y el control de la corrupci�n que, por otro lado, presionan de manera insistente por una nueva actitud, nuevas pr�cticas y una disposici�n lejana a la que actualmente se percibe en los servicios p�blicos y los Gobiernos.

Parte de la eficiencia y la eficacia de los servicios del sector p�blico se centra en el instrumental del Gobierno Abierto, a�n cuando debe reconocerse que los avances a�n son lentos en muchos pa�ses en desarrollo como resultado de los cambios de direcci�n pol�tica, la falta de reglas del juego para la participaci�n ciudadana o la precariedad de los recursos financieros requeridos para la interacci�n.

4.2.3.     Gobierno Digital

En la �ltima d�cada los gobiernos se han enfrentado crecientemente a movimientos ciudadanos que demandan una mejor satisfacci�n de sus necesidades y mejores servicios p�blicos.[44] Por ello, se han visto en la necesidad de agilizar, optimizar, flexibilizar, transparentar y abaratar procesos y/o actividades del sistema p�blico, para lo cual han recurrido a utilizar en forma creciente y acelerada las tecnolog�as de informaci�n y comunicaci�n (TIC) para potenciar las capacidades de las administraciones p�blicas en el logro de sus metas y entregar eficientemente sus servicios a los ciudadanos. El significativo desarrollo de las TIC ha abierto nuevos e interesantes canales, tanto para la provisi�n de servicios a la sociedad, como para mejorar la calidad y oportunidad de la informaci�n a la que los ciudadanos pueden acceder.

Desarrollar aplicaciones de gobierno electr�nico beneficia a las instituciones p�blicas en el control interno y externo, mejorando los procesos, aportando transparencia, disminuyendo sus costos al compartir recursos, colaborando a la descentralizaci�n al acercar el gobierno a los ciudadanos y facilitando la participaci�n ciudadana en los procesos de tomas de decisiones.

Es decir, las reformas a la gesti�n p�blica apoyadas en las TIC no solamente han afectado la operaci�n interna de las organizaciones p�blicas, sino que tambi�n han generado una serie de externalidades que van desde fomentar el uso de internet por parte de los ciudadanos, hasta impulsar la aplicaci�n de transformaciones gerenciales que tienden a eliminar trabas burocr�ticas, simplificar procedimientos administrativos y reducir la cantidad de documentos.

Esto ha sido posible, en gran medida, gracias a la r�pida expansi�n de la Internet en los pa�ses de la regi�n y en el mercado emergente en el uso de aplicaciones TIC por las empresas, el gobierno y los individuos.

La utilizaci�n de las TIC en la gesti�n p�blica constituye un pilar fundamental para la modernizaci�n y eficacia del Estado. El mejoramiento del desempe�o del sector p�blico, a trav�s de la adopci�n del gobierno electr�nico como herramienta hacia la modernizaci�n y buen gobierno, a trav�s de la oferta integrada de informaci�n y servicios en l�nea para la ciudadan�a y el fortalecimiento de los elementos participativos, han impulsado la formulaci�n de estrategias nacionales y locales de gobierno electr�nico, para lograr una administraci�n p�blica m�s transparente, eficaz y democr�tica, adaptando sus servicios a las necesidades de la ciudadan�a y las empresas y fortaleciendo las relaciones con �stos.

La revoluci�n digital iniciada a mediados del Siglo XX vino a generar un nuevo paradigma institucional marcado por mayores interacciones entre el sector privado fundamentalmente compuesto por TNCs y el influjo de las telecomunicaciones y la digitalizaci�n de los acuerdos corporativos en todos los niveles de negocio. Esto oblig� al sector p�blico a transformar sus plataformas inform�ticas dando paso a mercados electr�nicos y a una mayor informaci�n t�cnica sobre los bienes y servicios que se prestan por parte del Estado, la firma digital, las compras electr�nicas y la reducci�n de tr�mites duplicados.

Actualmente la mayor parte de las empresas en las econom�as emergentes son Pymes, por lo que su flexibilidad, capacidad de ajustes a las externalidades econ�micas y constante flujo de innovaci�n exigen por parte exigen por parte del sector publico nuevas regulaciones y adaptaciones al dialogo de negocios, as� como a la contrataci�n administrativa. Adem�s exigen un clima de negocios abierto a la negociaci�n y a la atenci�n eficaz a consumidores cada vez m�s informados y con mayor acceso a la tecnolog�a rob�tica que caracteriza a la cuarta revoluci�n industrial. Los instrumentos de gerencia llegan al no tener distinci�n si la empresa es p�blica o privada.

A pesar de que muchos puestos de trabajo de car�cter p�blico van a automatizarse por la v�a de la rob�tica y de las tecnolog�as de la informaci�n, los servicios p�blicos siempre van a reclamar un volumen muy elevado de mano de obra que ni las tecnolog�as de la informaci�n ni la rob�tica pueden substituir[45]. Siempre har�n falta, por ejemplo, una enorme cantidad de docentes, de m�dicos, de polic�as, de personal penitenciario, etc. (ramio)

4.2.4.     Gobernanza Ambiental.

Sin duda, uno de los principales rasgos de la idea de desarrollo sustentable es advertir los l�mites del actual modelo de desarrollo, basado en la racionalidad econ�mica y en el uso de los recursos naturales. Supone cambios principalmente en los sistemas de producci�n y consumo en las tecnolog�as dominantes, en la regulaci�n, normatividad, organizaci�n institucional del sector p�blico y en la percepci�n cultural de la sociedad.

La idea de tener en cuenta la interacci�n entre la sociedad y la naturaleza, requiere la articulaci�n de planes y programas de todos los sectores de la administraci�n p�blica para responder a los retos del presente e ir al d�a y a la vanguardia del desarrollo sustentable. La administraci�n p�blica debe dar paso a este nuevo paradigma, al considerar de una vez, efectivamente, la influencia rec�proca, evidente, entre leyes de la naturaleza y regulaciones pol�ticas, econ�micas y sociales.

El sector p�blico de los pa�ses en desarrollo ha tenido el influjo de la cooperaci�n multilateral y del sistema de Naciones Unidas como principales socios en el desarrollo de la gobernanza ambiental, esto sin dejar de lado agencias de cooperaci�n t�cnica a nivel global. Las bases de la gobernanza se establecen desde a) la cooperaci�n internacional; b) el fortalecimiento e las leyes e instituciones nacionales, regionales y locales por cuanto se requiere, a partir de las Convenciones de R�o 92 de sistemas legislativos, pol�ticos y jur�dicos fuertes; c) el desarrollo sostenible a nivel a nivel regional y nacional y d) acceso al conocimiento cient�fico. Seg�n el Programa de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA) la participaci�n de interesados directos en la gobernanza es clave en el �xito de la sostenibilidad.

El sector p�blico debe adquirir un alto grado de conciencia acerca de la transformaci�n de los sistemas econ�micos de mercado, para incluir en ellos nuevas concepciones sobre los derechos individuales y sociales; debe incorporar en su perspectiva profesional oportunidades econ�micas y de bienestar social para quienes desarrollan su vida con base a procesos de aprovechamiento de los recursos naturales, cuyo valor est� en sus ra�ces de sustentabilidad m�s que en sus caracter�sticas de competitividad en una econom�a internacional globalizada.

Asimismo dimensionar los niveles de degradaci�n de los recursos naturales, en muchos casos su agotamiento en considerables regiones del planeta; la emisi�n de gases de efecto invernadero y sus implicaciones sobre los climas; la magnitud de los residuos industriales no degradables y la contaminaci�n de aguas y oc�anos, que no podr�n detenerse, ni revertirse sin cambios profundos en los valores sociales y en las reorientaciones de las pol�ticas de desarrollo, a cargo de gobiernos eficaces, con visi�n de sustentabilidad.[46]

Por contraste, los recursos naturales se han vuelto m�s escasos lo mismo los minerales y los energ�ticos que las tierras laborables, las �reas verdes, el agua y el aire limpios. Lo cierto es que los grandes n�cleos poblacionales, a quienes los beneficios del crecimiento y el empleo llegan a cuentagotas, han visto empeorada su situaci�n.

4.2.5.     Gesti�n de la Ciudad y el Municipio.

Los conglomerados urbanos caracterizan la vida de los ciudadanos en todo el planeta. Las ciudades y comunidades de hoy reaparecen como una estructura de gobierno por s� mismo, en la que la cl�sica administraci�n del municipio no prev� aspiraciones de mucha eficiencia, por lo menos esa hab�a sido la realidad en Am�rica Latina.

En los pa�ses en desarrollo y como ejemplo la Am�rica Latina, la gesti�n de los centros urbanos por parte de los municipios, individual o regionalmente es medular respecto a la eficiencia y eficacia de los servicios y competencias del sector p�blico. La vida laboral, familiar, empresarial y cualquier actividad que se realice relacionada con la salud, la educaci�n, los servicios de agua, energ�a, saneamiento depender� de la gesti�n de la ciudad y no simplemente de un paradigma nacional. Estamos presenciando la estimulaci�n de los gobiernos locales para una agenda de pol�ticas urbanas superando el planteamiento �ministerial� o sectorial de los problemas con que se enfrentan �para ir situando en el centro los problemas desde su complejidad, integralidad y territorialidad�[47]. La activaci�n de asociaciones de municipios tal es el caso de Centroam�rica donde funcionan entidades en todos los pa�ses, el intercambio de mejores pr�cticas y la forma en que se ha comprendido la dimensi�n local, por ejemplo con las �smart cities� o ciudades digitales, indica que es posible una mayor eficiencia y eficacia desde el contexto local.

Cuadro 1. Incidencia de los instrumentos de gesti�n en los drivers o motores de cambio identificados.

 

Nexos/instrumentos

Veh�culos

Financieros

Gobierno

Abierto

Gobierno

Digital

Gobernanza

Ambiental

Gesti�nde la Ciudad

Agua-Energia-Alimentos

Alto

Medio

Bajo

 

Alto

Medio

Territorio-Infraestructura-Resiliencia

medio

Alto

Medio

Alto

Alto

Poblaci�n-Gasto Social-Fiscalidad

Alto

Medio

Alto

Bajo

Bajo

Fuente: Elaboraci�n propia

 

Conclusiones

Una primera conclusi�n se desprende del concepto multidimensional del desarrollo y concomitantemente del desarrollo sostenible. Desde los primeros d�as de la Comisi�n Brundtland a finales de los ochentas a la �poca actual los par�metros del desarrollo sostenible no se han movido de los ejes sociales, econ�micos y sociales. Lo que esto indica es que las definiciones y pol�ticas all� han estado como hojas de ruta pero que lo puede haberse rezagado ha sido la gesti�n p�blica eficiente y eficaz en la acci�n cotidiana y concreta frente al ciudadano: un derecho humano por cuanto de ello depende el aseguramiento de muchos derechos como la seguridad, el agua, la salud, la educaci�n.

En segundo lugar, la multidimensionalidad de la administraci�n p�blica y las multicausalidades de las presiones que le impactan, dificultan acelerar su eficiencia y eficacia por lo que es esencial dise�ar nuevos arreglos institucionales energizados por perspectivas como las que se han analizado en este trabajo, concretamente la Nueva Gesti�n P�blica (NGP) y el Nuevo Servicio P�blico (NSP). En esa inteligencia, la propuesta que se hace en este trabajo en la que se privilegian tres �drivers� o motores cambio institucional es piedra angular para decidir sobre qu� nexos podr�an facilitar la gesti�n del sector p�blico frente a la sociedad ya no solo como �administrada� sino como parte decisoria en el �mbito de sus competencias.

La tercera conclusi�n tiene que ver con la modernizaci�n de la administraci�n p�blica como un proceso permanente y no como la aplicaci�n en tiempo y espacio de un paradigma o metodolog�a. Las tendencias NGP y NSP as� como lo han sido los ejes de reforma del Estado en muchos pa�ses, o la reingenier�a, la gesti�n por resultados tienen asegurado el fracaso si no van de la mano de una visi�n de pol�tica p�blica que atraviesa varias instituciones y agencias. Un Estado orientado al desarrollo tiene la capacidad de formular e implementar estrategias para alcanzar metas econ�micas y sociales, apoy�ndose sobre instituciones p�blicas eficientes y eficaces que minimizan la burocracia y operan con probidad, transparencia y un alto grado de rendici�n de cuentas, dentro del marco del Estado de derecho.

En cuarto lugar, el trabajo ha arrojado una serie de instrumentos cuyo abordaje est� cifrado en la decisi�n pol�tica y no �nicamente en una t�cnica. Las administraciones p�blicas no van a tomar por s� solas la decisi�n de una Alianza P�blico-Privada o de un Gobierno Abierto; �stos son temas del liderazgo pol�tico y es por ello crucial que los paradigmas sean �amigables� con los �policy makers� y no sus principales detractores. El sector p�blico no navega solo, requiere de funcionarios electos que, en el ejercicio democr�tico y temporal, puedan agilizar los compromisos del servicio p�blico.

Finalmente, lo local se convierte en esta �poca en la unidad de gesti�n, independientemente del paradigma que utilicemos para su abordaje. Esta realidad est� profundamente ligada a las presiones ambientales y la capacidad de reacci�n frente a ellas. De all� que la eficiencia y eficacia est� teniendo un sello local en un tiempo en lo que caracteriza la interacci�n de la sociedad humana son fen�menos globales como el cambio clim�tico y la propia globalizaci�n econ�mica.


 

 

Bibliograf�a

Aberbach, J y Rockman, B. (1999) �Reinventar el Gobierno: Problemas y Perspectivas� En: Gesti�n y An�lisis de Pol�ticas P�blicas, No. 15, INAP, Madrid Mayo/Agosto

Allen, R. (1999) �New Public Managment:� Pitfalls for Central and Eastern Europe.� Public Management Forum 1(4).

Aucoin, Peter (1996). �Operational Agencies: From Half-Hearted Efforts to Full-Fledged Government Reform.� Choices: Institute for Research on Public Policy, 2(4).

Banco Mundial. (2016). Report No: 106268 Documento Banco Mundial. Centroam�rica 6C Estudio de la Urbanizaci�n en Centroam�rica Oportunidades de una Centroam�rica Urbana. Junio 1, 2016. GSURR.

Buchanan, J. (sf). �Politics without Romance: A Sketch on Positive Public Choice Theory and Its Normative Implications�, p�gina 11, en The Theory of Public Choice II.

Calder�n, C. y Lorenzo, S. (Coord.). (2010). Open Government: Gobierno Abierto. Alg�n Editores, Ja�n.

CEPAL. (2014). La econom�a del cambio clim�tico en Am�rica Latina y el Caribe. Paradojas y desaf�os. S�ntesis 2014. LC/L.3895. Naciones Unidas. Impreso en Santiago de Chile.

Chapman, R. y Hunt, R.(1987). Open Government (Public Policy Series). Editorial: Croom Helm(1987)

CLAD (1998) �Una Nueva Gesti�n P�blica para Am�rica Latina�, Caracas: CLAD

CLAD. (2000). La �responsabilizaci�n� en la nueva gesti�n p�blica latinoamericana. Buenos Aires: CLAD, BID, EUDEBA.

Dimaggio, P y Powell, P. (eds.) (1991) The New Institutionalism in Organizational Analysis. Chicago University Press, pp. 63-81.

Dimaggio, P. y Powell, W. (1991). "The Iron Cage Revisited: Institutional Isomorphism and Collective Rationality in Organizational Fields". American Sociological Review.

Echevarr�a, K. (1994) �La administraci�n p�blica en la era del management En: Barcelona Management Review. Barcelona Vol. 1 (2000) �Reivindicaci�n de la reforma administrativa: significado y modelos conceptuales�.

Echevarr�a, K. y Mendoza, X. (1999), �Especificidades de la gesti�n p�blica: el concepto de management p�blico�, en Losada, C. y Marrod�nDe bur�cratas a gerentes? Las ciencias de la gesti�n aplicadas a la administraci�n del Estado, Carlos Losada i Marrod�n (ed.), Banco Interamericano de Desarrollo, Washington.

Fabrini, S. (2009) El Ascenso del Pr�ncipe Democr�tico. Quien gobierna y c�mo se gobiernan las democracias. Fondo de Cultura Econ�mica. M�xico. 2009.

Gonz�lez, T. (2014) Crisis econ�mica y Sector P�blico en los pa�ses desarrollados. Cuadernos de Gobierno y Administraci�n P�blica ISSN: 2341-3808 Vol. 1, N�m. 1 (2014) 57-75.P. 57.

Grindle, M. (ed). (1994) Getting Good Government. Capacity Building in the Public Sectors of Developing Countries. HIID. Harvard University.

Instituto de Estudios Fiscales, Presupuesto y Gasto P�blico 47/2007: 37-64 Secretar�a General de Presupuestos y Gastos.

L�pez, A. (2002). �La Nueva Gesti�n P�blica: Algunas Precisiones para su Abordaje Conceptual�. Recuperado de http://www.sgp.gov.ar/contenidos/onig/planeamiento_estrategico/docs/biblioteca_y_enlaces/ngpfinal.PDF

North, D., DiMaggio, P. y Powell, W. (sf). Instituci�n y Organizaci�n. Revista GESTI�N & REGI�N No.6. P.19

Orozco, C. (2003). El Desarrollo Sustentable: Nuevo Paradigma para la Administraci�n P�blica, p. 230. Recuperado de http://www.inap.mx/portal/images/pdf/book/14936.pdf.

Rami�, C. (2001), �Los problemas de la implantaci�n de la nueva gesti�n p�blica en las administraciones p�blicas latinas: modelo de Estado y cultura institucional�, en Revista del CLAD Reforma y Democracia, N� 21, Caracas, CLAD

Rami�, C.. (2016). Una Administraci�n p�blica de futuro sostenible econ�micamente e innovadora en el contexto de la globalizaci�n. 2016 Cuadernos de Gobierno y Administraci�n P�blica ISSN: e-2341-4839 http://dx.doi.org/10.5209/CGAP.55083

Schr�der, P. (2008). Nueva Gesti�n P�blica. Aportes parael buen gobierno. Fundaci�n Friedrich Naumann. Oficina Regional Am�rica Latina. 2008.

Subirats, J. (2016). El poder de lo pr�ximo. Las virtudes del municipalismo. Catarata.

Valenzuela, R. (sf). El Nuevo Servicio P�blico Propuesto para un Gobierno Abierto. Instituto de Ciencias Sociales y Administraci�n Universidad Aut�noma de Ciudad Ju�rez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Asesor Regional en Regulaci�n de Construcci�n y Ciudades Sostenibles de la Corporaci�n Financiera Internacional (IFC), Grupo Banco Mundial. Ha ocupado diversos cargos en la administraci�n p�blica, entre ellos: Consejero Presidencial durante la Administraci�n Monge �lvarez (1982 � 1986), Consejero Presidencial durante la Administraci�n Figueres Olsen (1994 - 1998), Diputado de la Asamblea Legislativa de la Rep�blica de Costa Rica (1998 - 2002) y Presidente Ejecutivo del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (2006 - 2010). Candidato a Doctor por la Universidad Aut�noma de Madrid, cuenta con una Maestr�a en Administraci�n P�blica (John F. Kennedy School of Government, Harvard University), Maestr�a en Ciencias Pol�ticas (Carleton University, Canada), Maestr�a en Desarrollo Internacional y Cooperaci�n (University of Ottawa, Canad�), Licenciado en Ciencias Pol�ticas (Universidad de Costa Rica), Licenciado en Derecho (Universidad de Costa Rica).

[2]En La Cuarta Revoluci�n Industrial, Klaus Schwab, fundador del Foro Econ�mico Mundial, describe las caracter�sticas clave de la nueva revoluci�n tecnol�gica y resalta las oportunidades y dilemas que �sta plantea.2016

[3]Grindle Merilee ed. Getting Good Government. Capacity Building in the Public Sectors of Developing Countries. HIID. Harvard University. 1994. P. 7.

[4] El precursor de �sta teor�a del Estado fue Hermann Heller (1891-1933).

[5] Laski, Harold, en Grammar of Politics 1967

[6]Primer cap�tulo del libro de Douglass North Institutions, Institutional Change and Economic Performance.

[7]Buchanan, James, �Politics without Romance: A Sketch on Positive Public Choice Theory and Its Normative Implications�, p�gina 11, en The Theory of Public Choice II.

[8] Opt. Cit. 6.

[9] El estado de bienestar en el marco del sistema capitalista. �Tiene futuro o es inviable en el sistema globalizado actual? Manuel Fernando Cabrera Jim�nez. Suma de Negocios. ElSevier Doyma 2014

[10] Max Weber (1864-1920)

[11] Subirats, Joan. El poder de lo pr�ximo. Catarata 2016. P 21

[12]Subirats Joan yKnoepfel Peter. Gesti�n y Pol�tica P�blica ISSN: 1405-1079 alejandro.campos@cide.edu Centro de Investigaci�n y Docencia Econ�micas,A.C. M�xico

[13] Opt, cit. Subirats,p.29.

[14] Estado de la Naci�n. Auditor�a Ciudadana sobre la calidad de la democracia. Cap. XI. Informe del Estado de la Naci�n. 2000

[15] Opt. Cit. Subiras. P 29.

[16] Plan Nacional de Adaptaci�n al Cambio Clim�tico de Chile. 2014

[17] Elaboraci�n propia con Datos de WorldPopulationReport. 2016.

 

[19]Crisis econ�mica y Sector P�blico en los pa�ses Desarrollados- Antonio GONZ�LEZ TEMPRANO. Facultad de Ciencias Pol�ticas y Sociolog�a / Universidad Complutense de Madrid. Cuadernos de Gobierno y Administraci�n P�blica

Vol. 1, N�m. 1 (2014) p.57.

[20]Idem.p.58.

[21] Antonio Gonz�lez Temprano Crisis econ�mica y Sector P�blico en los pa�ses desarrollados .Cuadernos de Gobierno y Administraci�n P�blica ISSN: 2341-3808 Vol. 1, N�m. 1 (2014) 57-75.P. 57.

[22]IPCC (2014). Cambio Clim�tico 2014: Impactos, adaptaci�n y vulnerabilidad. Resumen para responsables de pol�ticas (Recuadro de evaluaci�n RRP.2, cuadro 1, p29).

[23] Ballestero, Maureen y L�pez Lee Tania. El Nexo entre el agua, la energ�a la alimentaci�n en Costa Rica. El caso de la cuenca alta del r�o Reventaz�n. CEPAL, Serie Recursos Naturales e Infraestructura No. 182 noviembre 2017.

[24] Holling 1973 introdujo el t�rmino como la capacidad de un sistema complejo de absorber perturbaciones, reorganizarse y ajustarse a la vez que mantener su identidad y funcionalidad. Citado por Andr�s Schusshny. CEPAL-ONU 2010 �Conversatorio: Evaluaci�n de la sustentabilidad urbana�

[25] El Marco de Sendai para la Reducci�n del Riesgo de Desastres 2015-2030 fue aprobado en la Tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducci�n del Riesgo de Desastres, celebrada del 14 al 18 de marzo de 2015 en Sendai, Miyagi ,Jap�n.

[26] https://icap.ac.cr/tag/blindaje-climatico/

[27] Los municipios de �ste proyecto son: Puerto Barrios y Taxisco en Guatemala; Zacatecoluca y Atiquizaya en El Salvador; Lim�n y Pococ� en Costa Rica; Anton y Pinogana en Panam�. La iniciativa se ha ampliado a tres municipios m�s en Costa Rica: San Ram�n, Cartago y Liberia con el apoyo del IFAM.

[28] Carles Rami� Matas. Una Administraci�n p�blica de futuro sostenible econ�micamente e innovadora en el contexto de la globalizaci�n. 2016Cuadernos de Gobierno y Administraci�n P�blica ISSN: e-2341-4839

http://dx.doi.org/10.5209/CGAP.55083

[29] Para ver con m�s detalle los principios, pr�cticas y t�cnicas de la gesti�n social: Cfr., "Notas para el estudio de la gesti�n p�blica en el campo de las pol�ticas sociales" (LC\R.1742), CEPAL, 1997

[30]El an�lisis m�s detallado del impacto del gasto p�blico, de la carga tributaria y su composici�n, la reciprocidad del

gasto como fundamento pol�tico de las reformas tributarias, etc., puede consultarse en el Documento �Panorama

Fiscal de Am�rica Latina y El Caribe 2013�, CEPAL.

[31](CEPAL, 2014b).

[32]Rami� Matas, Carles. Los Problemas de la Implantaci�n de la Nueva Gesti�n P�blica en las administraciones P�blicas Latinas: Modelo de Estado y Cultura Institucional. Documento publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia N�21, Caracas, Venezuela 2001

[33] Schr�der, Peter. Nueva Gesti�n P�blica. Aportes parael buen gobierno. Fundaci�n Friedrich Naumann.Oficina Regional Am�rica Latina. 2008.

[34] (Groenning, 1998, Holmes y Shand, 1995).

[35] L�pez Pereira Mar�a y Jar�iz Gul�as Ericka. El Nuevo Servicio P�blico NSP) un paradigma para la construcci�n de nuevos modelos metodol�gicos para el an�lisis de la administraci�n p�blica. UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA, ESPA�A.RIPS, ISSN 2255-5986. Vol. 14, n�m. 2, 2015, 73-94

[36] Idem. p.77.

[37] Citado por Sergio Fabrinni, en el Ascenso del Pr�ncipe Democr�tico.Quien gobierna y como se gobierna las democracias. Fondo de Cultura Econ�mica. M�xico 2009. Se fundamenta en la relaci�n que se establece entre los medios y la opini�n de los ciudadanos, as� como tambi�n a ver de que manera esta �ltima se manifiesta y se organiza e n los sistemas pol�ticos democr�ticos

[38] Valenzuela Mendoza, Rafael Enrique EL NUEVO SERVICIO P�BLICO PROPUESTO PARA UN GOBIERNO ABIERTO* Profesor investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Administraci�n Universidad Aut�noma de Ciudad Ju�rez

[39]Centro Latinoamericano de Administraci�n para el Desarrollo, �Una nueva gesti�n p�blica para Am�rica Latina�, Venezuela, CLAD, 1998, http://unpan1.un.org/intradoc/groups/public/documents/clad/unpan000161.pdf, p. 8

[40]Banco Mundial. (sf). Ley de Asociaciones P�blico-Privadas - por pa�s. Recuperado de http://ppp.worldbank.org/public-private-partnership/es/asociaciones-publico-privadas/acuerdos/ley-de-asociaciones-publico-privadas

[41] Richard A Chapman y Hunt (1987) Open Government (Public Policy Series).

[42] (Calder�n y Lorenzo, 2010). (Coords.) (2010). Open Government: Gobierno Abierto.

[43] Un Gobierno abierto es ampliamente visto como una caracter�stica clave de la pr�ctica democr�tica contempor�nea y ha estado a menudo vinculado a la aprobaci�n de marcos legales sobre libertad de informaci�n, prensa, entre otros. Considerando lo expuesto antes, en su acepci�n original est� en directa relaci�n con el concepto foi (Freedom of Information): normas que garantizan el acceso a los datos en poder del Estado. En ellas se establece un proceso legal para ejercer el derecho a saber por el que se podr�n hacer las solicitudes de informaci�n en poder del Gobierno, para ser recibidas gratuitamente o a un costo m�nimo, salvo excepciones est�ndares. Desde que los Estados Unidos aprobara la Ley de Libertad de Informaci�n (Free of Information Act-foia) en 1966, se han multiplicado con rapidez los esfuerzos en otros lugares del mundo. Dinamarca y Noruega aprobaronleyes equivalentes en 1970; Francia y los Pa�ses Bajos, en 1978; Australia, Canad� y Nueva Zelanda, en 1982; Hungr�a, en 1992; Irlanda y Tailandia, en 1997; Corea del Sur, en 1998; Reino Unido, en 2000; Jap�n y M�xico, en 2002; la India y Alemania, en 2005 (Ram�rez-Alujas, 2010).

[44] Econom�a digital para el cambio estructural y la igualdad (CEPAL, 2013c) http://www.cepal.org/Socinfo.

[45] Rami� Matas, Carles. Una Administraci�n p�blica de futuro sostenible econ�micamente e innovadora en el��� contexto de la globalizaci�n. 2016Cuadernos de Gobierno y Administraci�n P�blica ISSN: e-2341-4839. Recuperado de http://dx.doi.org/10.5209/CGAP.5508.

[46] Rojas Orozco, Cornelio. (2003). El Desarrollo Sustentable: Nuevo Paradigma par la Administraci�n P�blica. El desarrollo sustentable: nuevo paradigma parala administraci�n p�blica. P�g 230.

[47] Opt. Cit, Subirats. P 117.