Proyecto “Reciclar
Isaac Umansky** Esperanzas”
SINTETIZA LA EXPERIENCIA OBTENIDA CON LA IMPLEMENTACIÓN DEL “PROYECTO DE CRÉDITO Y COOPERACIÓN TÉCNICA PARA RECICLADORES PRODUCTIVOS DE MONTEVIDEO: RECICLAR ESPERANZAS”, IMPULSADO POR LA ORGANIZACIÓN SAN VICENTE “OBRA PADRE CACHO” Y EL APOYO DEL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO, BID.
PALABRAS CLAVES: RECICLAJE / CRÉDITO / PROYECTOS DE DESARROLLO / COOPERACIÓN TÉCNICA / BID / ONG
Objetivo
* Documento presentado en el Seminario Regional “Identificando Mejores Prácti-cas para Planificar y Gestionar el Gasto Social: el Rol de los Parlamentos. Inter-acción con Presupuesto y Control”, rea-lizado del 25 al 28 de setiembre del 2007 en San Salvador, El Salvador.
Proyecto de Crédito y Cooperación Técnica para Recicladores Productivos de Montevideo, Uruguay. Ejecutado por la Organización San Vicente “Obra Pa-dre Cacho”, OSV. Organismo de coope-ración técnica: Centro Latinoamericano de Economía Humana, CLAEH y finan-ciado por el Banco Interamericano de Desarrollo, BID.
** Presidente de la Asociación Uruguaya de Contabilidad y Presupuesto Público, ASUCYP.
Recibido: 25 de setiembre del 2007.
Aprobado: 31 de octubre del 2007.
Resumen Ejecutivo
Entre los años 2002 y 2004, la Organización San Vicente “Obra Padre Cacho” - OSV - gestionó un proyecto orientado a dignificar las condiciones de vida de quienes a través de la clasificación de resi-duos, generan su sustento de vida.
Este proyecto, denominado “Reciclar Esperanzas”, se apoyó en la importante trayectoria que la OSV ha venido desarrollando desde sus propios orígenes, en la zona de Apa-ricio Saravia, implementando nume-rosos servicios y programas sociales sustentados en un permanente com-promiso por enfrentar y superar las condiciones de pobreza que afectan a las familias y niños que viven en esa comunidad.
Para la ejecución de este pro-yecto se contó con la financiación del Banco Interamericano de Desa-rrollo, BID, y del asesoramiento técnico del Centro Latinoamericano
de Economía Humana, CLAEH, para la implementación del componente de capacitación empresarial dirigi-do a favorecer la generación y gestión de iniciativas empresaria-les impulsadas por clasificadores.
Asimismo, la Intendencia Mu-nicipal de Montevideo, IMM, a través de su Departamento de Desarrollo Ambiental, jugó un rol muy impor-tante en el proyecto impulsando iniciativas empresariales de los clasi-ficadores, a partir de la firma de con-venios de trabajo con el objeto de viabilizar la creación de empresas de clasificadores a través de un ins-trumento que asegura la contrata-ción de las mismas.
En el marco de este proyecto se mantuvieron entrevistas con 560 clasificadores, de los cuales se se-leccionaron 282 para participar en un proceso de capacitación y acompa-ñamiento técnico empresarial.
Como resultado de este pro-ceso, se han generado un conjunto de emprendimientos productivos, administrados por los propios clasifi-cadores, que logran satisfacer nece-sidades del mercado. Los primeros se desarrollaron en el marco de con-venios con la IMM, para luego ir incursionando en el ámbito de las empresas privadas.
Progresivamente, este pro-yecto fue adquiriendo la capacidad de generar emprendimientos a partir de las necesidades que algunas empresas les han planteado en rela-ción al destino de ciertos elementos de descarte. Así se han generado emprendimientos de diversa natura-leza, tales como: desarme y trata-miento de componentes electróni-cos, recolección y clasificación de papel, elaboración de papel reci-clado, confección de aglomerado de polietileno, entre otros. Este rol de asesor y socio de las empre-sas en este desafío de generar una mejor gestión de los residuos, ha sido un elemento muy valorado en el proyecto.
Los clasificadores que están vinculados al proyecto no constitu-yen por cierto, una población homogénea. Encontramos personas que siempre se han dedicado a la recolección de residuos y reconocen con orgullo su condición de clasifica-dores, pero otros expresan que lo hacen como último recurso, en el marco de una clara estrategia de sobrevivencia y viviendo esta activi-dad como humillante.
El último censo de mayo-junio 2002 de clasificadores revela que un mayor número de personas se dedi-can a la recolección. Ya no solo el carro y el caballo son los instrumen-tos para ello, sino que salen en bici-cleta o literalmente caminando. En junio del 2004, una nueva actualiza-ción de los datos que realiza la IMM, revela que hay más de 8.000 fami-lias que viven de la clasificación de residuos.
El proyecto “Reciclar Esperan-zas” se inscribió en este contexto donde se hace muy visible el aumento de la pobreza, el progresivo incremento de “nuevos pobres”.
En este sentido, todos los ac-tores que hemos participado en este proyecto, asumimos esta compleji-dad para no caer en la generación involuntaria de falsas ilusiones, de esperanzas que si no se sustentan en el desarrollo de capacidades y de redes solidarias, pueden seguir ali-mentando el círculo de fracasos y reforzando la exclusión social.
Las iniciativas que se han concretado, así como las riquísimas experiencias, a veces intransferibles, que se desarrollan en los espacios de encuentros que se han promovido a partir de este proyecto, han ali-mentado un clima de confianza y de aprendizaje, en la medida que se apoyan en lo que es propio de la cultura de las personas que están vinculadas a la recolección de residuos.
Como lo señala B. Kliksberg, “la cultura, es un factor decisivo de cohesión social. En ella, las perso-nas pueden reconocerse mutuamen-te, cultivarse, crecer en conjunto y desarrollar la autoestima colectiva”.
Continuando con este enfo-que, consideramos que el capital que se ha movilizado con estas ex-periencias que surgen en el marco del Proyecto Reciclar Esperanzas, “es esencialmente capital social”.
Se trata de un proyecto que notoriamente ha estimulado la soli-daridad de las personas vinculadas al mismo, la pertenencia en un terri-torio, las acciones colectivas y el uso comunitario de recursos, promo-viendo mayores niveles de asociati-vidad y de confianza mutua entre todos los actores involucrados en el mismo.
Presentación de la experiencia
A partir de 1985, la OSV había comenzado a trabajar junto a las familias clasificadoras de la zona, en dar viabilidad a algunas de las rei-vindicaciones de este sector. Desde el comienzo se ha trabajado apo-yando a estas familias en la tarea que realizan, siendo ésta una forma de contribuir en la mejora de la autoestima y la toma de con-ciencia del valor del trabajo que desempeñan.
El clasificador es un trabajador informal que recupera, de los resi-duos sólidos domiciliarios, material para reciclar y/o reutilizar, con des-tino al autoconsumo, trueque o venta. Se trata de un sector de la población que sobrevive y mantiene a su familia, recuperando material de los residuos domiciliarios que se reincorpora al mercado a través del reciclaje y reuso.
En 1989 en la zona de Apari-cio Saravia se integraba al clasifica-dor con toda su problemática desde cada vecindad, como vecino y desde las diferentes comunidades que in-tegran la Organización San Vicente.
En 1990, la IMM llama a los clasificadores con el programa de erradicación de basurales en no-venta días. Se forma una comisión asesora para el reglamento de los clasificadores, en la que participan ediles de los diferentes partidos polí-ticos, e invitan a integrantes de la OSV. En este mismo año, la IMM hizo un censo y un empadrona-miento de cada carrito, dándole a cada clasificador un carné que lo acreditara como trabajador en la actividad productiva. Se empadrona-ron 3.500 carros, pero calcularon que faltaron unos 1.500 más, por lo que sumaría unos 5000, por lo tanto una población de veinticinco a treinta mil personas que viven en Montevideo del reciclaje o la clasifi-cación. En este año también surge la denominación de “clasificadores” (así se autodenominan ellos porque “clasifican la basura”).
En junio de 1996, conjunta-mente los clasificadores, la OSV y la IMM, logran poner en marcha el primer proceso educativo de reco-lección diferencial, dentro del Centro Comunal Zonal Nº 11 (CCZ 11). El servicio de recolección consiste en la entrega diaria de bolsas plásticas y el retiro de las mismas al día siguien-te, con entrega de nuevas bolsas por bolsa recogida.
La particularidad de este pro-yecto es que la base del proceso educativo se fundamenta, por un lado, en el trabajo de los clasificado-res y su vínculo con la comunidad, y por otro, en la entrega de bolsas como instrumento facilitador de la tarea.
Cabe destacar el hecho de que a través de los clasificadores desde hace mucho tiempo se realiza la mayor parte de la recuperación de la materia prima (papel, chatarra, cartón, vidrio, etc.), sustentando y promoviendo de este modo la indus-tria del reciclaje.
Hoy participan un promedio de 500 a 600 familias clasificadoras, distribuidas en más de cuarenta comunidades, levantando un volu-men de residuos que oscila entre 45.000 y 50.000 kilogramos diarios, cuyo destino, antes que comenzara el servicio de recolección diferencial, era el cauce de arroyos y la forma-ción de basurales endémicos.
Los logros alcanzados en lo que se refiere a los volúmenes de basura levantados, han permitido mejorar la calidad de vida de las familias clasificadoras. No sólo en cuanto a la higiene del medio en el que viven, sino también en cuanto a su imagen como trabajadores y en cuanto a la limpieza de los barrios. Todo esto se traduce, en definitiva, en una mejora en su autoestima que posibilita la construcción de nuevas propuestas comunitarias.
El Proyecto Reciclar
Esperanzas
Dentro del área de trabajo con clasificadores de residuos, nace el Proyecto “Reciclar Esperanzas” Pro-yecto de Crédito y Financiamiento con la cooperación del BID.
En el 2001, OSV, firma con el BID, el convenio “Proyecto de Crédito y Cooperación Técnica para Recicladores Productivos de Monte-video”, cuyo objetivo es brindar a los clasificadores la formación y la fi-nanciación para la creación de mi-cro-emprendimientos. De esta ma-nera se conforma un equipo técnico integrado por asesores y técnicos capacitadores, pertenecientes estos últimos al CLAEH, encargados de la selección y capacitación de los dife-rentes grupos de clasificadores.
Luego de haber realizado los correspondientes cursos de capaci-tación, los clasificadores serían los beneficiarios de préstamos otorga-dos a través de la institución finan-ciera Cooperativas Federadas de Ahorro y Crédito, COFAC, los que les permitirá financiar sus micro-emprendimientos.
La implementación del proyecto
El proyecto se basó en un modelo de intervención diseñado y desarrollado para alcanzar los obje-tivos propuestos, concibiendo la formación como herramienta de in-tervención y fortalecimiento en el desarrollo de acciones directas, o focalizadas para la empleabilidad e inserción laboral de la población objetivo.
El modelo de intervención se basó en las siguientes líneas es-tratégicas: