Políticas públicas orientadas

a la vinculación de empresas locales

a cadenas globales de valor

de firmas multinacionales

de la electrónica localizadas

en Jalisco, México* Angélica Basulto Castillo**

EL PRESENTE ARTÍCULO TIENE COMO OBJETIVO ANALIZAR LAS POLÍTICAS DE DESARROLLO INDUSTRIAL QUE HAN INCIDIDO EN LA DINÁMICA, DESARROLLO Y EVOLUCIÓN DEL SECTOR DE LA ELECTRÓNICA EN MÉXICO, PARA POSTERIORMENTE EXAMINAR LAS INICIATIVAS PÚBLICAS Y ALIANZAS PÚBLICO-PRIVADAS QUE HAN RECONFIGURADO LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA DEL SECTOR DE LA ELECTRÓNICA EN JALISCO Y QUE, AL MISMO TIEMPO, HAN CONTRIBUIDO A LA VINCULACIÓN DE EMPRESAS LOCALES A CADENAS GLOBALES DE VALOR DE FIRMAS MULTINACIONALES DEL SECTOR, DE DIFERENTE CAPACIDAD PRODUCTIVA Y NIVEL TECNOLÓGICO.

PALABRAS CLAVES: SECTOR DE LA ELECTRÓNICA, CADENAS GLOBALES DE VALOR.

THIS ARTICLE´S MAIN OBJECTIVE IS TO ANALYZE INDUSTRIAL DEVELOPMENT POLICIES THAT HAVE AFFECTED THE DYNAMIC, DEVELOPMENT AND EVOLUTION OF THE ELECTRONICS SECTOR IN MEXICO, TO MAKE A FURTHER EXAMINATION ON PUBLIC INITIATIVES AND PUBLIC PRIVATE PARTNERSHIPS THAT HAVE RESHAPED PRODUCTIVE STRUCTURE OF THE ELECTRONICS SECTOR IN JALISCO; AND THAT AT THE SAME TIME HAVE CONTRIBUTED ON LINKING LOCAL BUSINESSES TO GLOBAL VALUE CHAINS OF MULTINATIONAL FIRMS WITH DIFFERENT PRODUCTION CAPACITY AND TECHNOLOGICAL LEVEL FROM THE SECTOR.

KEYWORDS: ELECTRONICS SECTOR, GLOBAL VALUE CHAINS

Introducción

Documento presentado en el Simposio Retos de los Encadenamientos Globa-les y del Desarrollo en América Latina el 13 de julio en el 55 Congreso Inter-nacional de Americanistas en. celebra-do en San Salvador, El Salvador en la Universidad Francisco Gavidia, del 12 al 17 de julio, 2015.

Sin lugar a dudas, la industria electrónica ha adquirido preeminen-cia en el ámbito mundial, esencial-mente a partir la década de los no-venta en que registra una marcada evolución como resultado de los

cambios de estrategia competitiva adoptados ante un panorama de alta competencia en el entorno global.

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*** PhD, en Ciencias Sociales con especia-lidad en Desarrollo Regional por la Universidad de Guadalajara. Profesora Investigadora adscrita al Departamento de Estudios Regionales–INESER, de la Universidad de Guadalajara, México.

Correo electrónico: abasulto@cucea.udg.mx

Recbido: 15 de marzo del 2016.

Aceptado: 12 de mayo del 2016

Desde ese lapso las compañías que integran el sector se reestructuran incesantemente asumiendo como prioridad la integración vertical de la producción, es decir, la externaliza-ción de procesos con el objetivo de concentrarse en sus competencias básicas, por lo que fomentan el desarrollo de cadenas de valor en el ámbito global integradas por socios y proveedores especializados, cuya última finalidad es obtener costos competitivos para permanecer vigen-tes en el mercado.

Desde un contexto estructural son varios los rasgos de la industria elec-trónica que hacen de ella un impor-tante objeto de análisis. Primero, es un sector cuyas operaciones se des-pliegan globalmente; el diseño y desarrollo de productos, la manufac-tura y la comercialización se realizan en distintas partes del mundo apro-vechando las ventajas comparativas de cada región. Segundo, las cade-nas de valor se integran globalmen-te, además de ser complejas, exten-sas y versátiles; la subcontratación de actividades es una de sus pecu-liaridades básicas que acentúan la colaboración entre empresas de diferente nivel tecnológico, que co-múnmente traspasa fronteras cultu-rales y geográficas. Tercero, existe una transformación incesante de los productos, por lo que los plazos apropiados para introducir nuevos productos en el mercado y su vigen-cia son las variables estratégicas más relevantes de la industria; ade-más, el avance tecnológico se tradu-ce en la rápida obsolescencia de productos y componentes. Cuarto, existe una tendencia creciente a involucrar pequeñas y medianas empresas de las economías recepto-ras en las cadenas de suministro global de la industria.

La alta calidad de los productos elec-trónicos es otro elemento caracterís-tico de una industria en que las em-presas enfrentan una fuerte competencia en los mercados globa-les; por ello los procesos productivos están orientados a mantener altos estándares de calidad en todos los eslabones de la cadena global de valor (CGV). La industria electrónica también exige alta velocidad de res-puesta; los cambios y las fluctuacio-nes constantes de la demanda, el surgimiento de nuevas tecnologías o el lanzamiento de nuevos productos por los competidores deben ser en-frentados con rapidez por las firmas. Además, la intensa innovación tec-nológica y la implacable competen-cia las obligan también a reducir costos continuamente. Esta presión por ofrecer precios competitivos en los diferentes mercados es transmi-tida verticalmente a todas las em-presas que integran la CGV (Padilla, 2005).

La transformación de la industria electrónica, que tiende a convertirse en un sistema productivo funcional y tecnológicamente complejo, ha fo-mentado el ensanchamiento de las CGV en las que participan empresas de diferentes tamaños y especializa-das en ciertas fases del proceso de producción, como lo apunta Gereffi (2001). Por lo tanto, el perfecciona-miento de los productos en esta

nueva estructura productiva ha ge-nerado el surgimiento de conglome-rados industriales especializados, que se localizan en diferentes regio-nes del mundo. En este contexto, algunas regiones de México han recibido flujos de inversión relacio-nados con el sector de la electrónica, lo que ha originado el surgimiento de importantes clusters industriales, dominados por una alta concentra-ción de subsidiarias de firmas multi-nacionales desde hace más de cinco décadas.

En este proceso ha sido fundamental la instrumentación de políticas públi-cas, que ha configurado una indus-tria sustentada desde sus inicios en espacios productivos sobre una base exportadora de productos especiali-zados. Sin embargo, dicho patrón de localización industrial se ha concen-trado sólo en algunas entidades del país, que cuentan con ventajas comparativas y competitivas para dar viabilidad a proyectos producti-vos sustentados en inversiones ex-tranjeras. Al mismo tiempo, el desa-rrollo de dichos espacios productivos especializados en determinados segmentos de la industria, obedecen a estrategias de aprovisionamiento mundial llevadas a cabo por empre-sas multinacionales (EMN).

El estado de Jalisco cuenta con una ubicación que reúne las condiciones idóneas para establecer articulacio-nes productivas globalizadas de la industria electrónica, como resultado de un conjunto de factores existen-tes en la entidad que han favorecido la instalación de subsidiarias de las principales firmas de la electrónica a nivel internacional. Dentro de estos factores destacan: una localización estratégica conveniente en América del Norte, abundante mano de obra y especialistas altamente calificados, así como una adecuada infraestruc-tura industrial y urbana. Estos facto-res de atracción para la inversión extranjera se hicieron evidentes en la década de los sesenta del siglo pasado, cuando comenzó a instalar-se en Jalisco las primeras multina-cionales del sector. Actualmente, el estado alberga una de las concen-traciones más grandes de subsidia-rias en esa industria en México.

Como resultado de la creciente arti-culación productiva, destacan algu-nos indicadores del sector electróni-co en Jalisco. Por ejemplo, la participación de esta industria en el PIB estatal en 2013 representó el 6% del total; fue el estado que reci-bió mayor inversión extranjera de la industria en la última década, con un monto acumulado de 2, 214 millones de dólares de 2003 a 2013; tan solo en 2014 este indicador registró la cantidad de 77 millones de dólares, que equivalen al 35% del total del estado. Por otra parte, la producción del sector en 2014 constituyó alre-dedor del 55% de las exportaciones del estado, cuyo valor ascendió a 25.6 mil millones de dólares.

Conviene subrayar que las subsidia-rias de EMN de la electrónica ubica-das en Jalisco, desde hace más de cuatro décadas, han generado arti-culaciones productivas con provee-dores locales que suministran algún

bien o servicio a las firmas. No obs-tante, la etapa de mayor crecimiento de dicha articulación se ha dado a partir de la segunda mitad de la dé-cada de los noventa, con lo cual la proporción de insumos de origen nacional consumidos por el sector se incrementan de manera notable, pasando del 5.2% en 1997 a más del 15% en el 2013.

En este contexto, resulta fundamen-tal profundizar en el estudio de las políticas que han intervenido en la integración de proveedores locales a la cadena productiva de EMN de la electrónica asentada en Jalisco, cuyo número se ha incrementado de manera notable desde la década de los noventa, pues en 1994 sólo ha-bía 40 proveedores, mientras que en 2013 la cifra rebasó los 400, de los cuales aproximadamente el 70% son de origen nacional. La finalidad es encontrar evidencias sobre el en-torno institucional, específicamente sobre programas e incentivos locales y federales, que han coadyuvado a mejorar las capacidades productivas de un grupo de empresas locales que, entre otros factores, les ha permitido vincularse a CGV en que operan las subsidiarias de multina-cionales de la electrónica, pues al mismo tiempo que estas firmas van aumentando su predominio en los mercados mundiales, los empresa-rios de los países en desarrollo en-frentan crecientes dificultades para insertarse con éxito en las redes globales de suministro, debido a la falta de incentivos e iniciativas para enfrentar los cambios tecnológicos oportunamente.

Dicho lo anterior, la explicación del fenómeno resulta insuficiente si no se toman en cuenta la dotación de factores involucrados en el proceso de producción y las externalidades positivas de atracción (mano de obra, especialización productiva, infraestructura, cualificación profe-sional, etc.), así como el marco insti-tucional y político de cada economía en particular. Por tal motivo, el pre-sente artículo apunta a analizar las políticas de desarrollo industrial que han incidido en el desarrollo e impor-tante dinámica que ha adquirido el sector de la electrónica en Jalisco, poniendo especial énfasis en las iniciativas que han fomentado el desarrollo de una base de proveedo-res locales en la entidad. Para cum-plir con dicho objetivo la investiga-ción se sustenta en un examen diacrónico enfocado al análisis del ecosistema industrial en la entidad.

El documento está estructurado de la siguiente forma: en el primer apar-tado se presentan los fundamentos teóricos sobre políticas públicas y cadenas de valor, que en conjunto dan sustento al trabajo de investiga-ción. En el segundo apartado se examinan las políticas públicas orientadas al desarrollo de la indus-tria electrónica en México. El tercer apartado tiene como finalidad anali-zar la estructura y reconfiguración de la industria electrónica en Jalisco. En el cuarto apartado se examina el desarrollo de la industria electrónica a partir de las políticas públicas im-plementadas en Jalisco y el tipo de vínculo establecido entre proveedo-res locales y subsidiarias de firmas

multinacionales en sus diferentes fases. Por último, se presentan las conclusiones finales cuya finalidad es exponer el cierre analítico del documento.

Políticas públicas y cadenas glo-bales de valor

El crecimiento del sector de la elec-trónica en Jalisco ha sido enmarcado por una serie de políticas promotoras del desarrollo industrial que han contribuido de diferentes formas en su posicionamiento y competitividad a nivel nacional e internacional.

En principio, el gobierno debe asumir una actitud reguladora para que se ejecuten adecuadamente las accio-nes e iniciativas que demanda el entorno, tomando en cuenta las ven-tajas comparativas de las regiones, para incidir en el desarrollo econó-mico y el bienestar social. De hecho, su papel es promover y dirigir las iniciativas más apropiadas para la sociedad y, a través de políticas públicas convocar a la cooperación público-privada con la intención de identificar sus necesidades y lograr su participación para alcanzar de forma conexa sus fines. Con base a lo señalado por Alburquerque (1997 y 2004), la intervención de los go-biernos locales es necesaria por la proximidad que tienen con los agen-tes económicos, los recursos poten-ciales y el reconocimiento de las demandas territoriales, los cuales se deben reflejar en la creación de pro-gramas de desarrollo local. Este tipo de programas o propuestas requie-ren de la coordinación entre los dife-rentes niveles de las administración pública y las agrupaciones privadas o en su defecto de agentes locales (Basulto et al., 2015).

En particular, una de las funciones de los gobiernos locales es promo-ver acciones orientadas a incentivar la inversión productiva con la inten-ción de potenciar el desarrollo eco-nómico. Desde esta perspectiva, su función es la de propiciar la partici-pación y la concertación estratégica de agentes locales, fomentar la aso-ciación empresarial, así como el fortalecimiento de programas de fomento sectorial que incentive el desarrollo económico local y empre-sarial. En general, el gobierno debe de funcionar como agente promotor de desarrollo local.

De hecho, las instituciones públicas encarnan el papel de facilitadoras de recursos y mediadoras de intereses entre los distintos actores involucra-dos en el proceso de diseño e im-plementación de políticas públicas, persiguiendo un objetivo común: el desarrollo productivo (Helmsing, 1999). Cabe señalar que para el caso de la industria electrónica, las políticas de fomento no deben orien-tarse únicamente al fortalecimiento de programas que incentiven el cre-cimiento de inversiones extranjeras, sino que además deben propiciar el desarrollo del entorno empresarial local, particularmente vigorizando su integración a cadenas productiva con la intención de potenciar la com-petitividad de las empresas locales vinculadas productivamente a firmas

multinacionales del sector de la elec-trónica que extienden su preeminen-cia en el entorno global.

Además de la implementación de iniciativas públicas, el desarrollo de cadenas productivas de sectores modernos y constante transforma-ción como la electrónica, así como la incursión de pequeñas y medianas empresas endógenas a ellas, tam-bién depende de las condiciones locales. La estabilidad macroeconó-mica e institucional, la disponibilidad de capital humano (mano y mente de obra), la existencia de aglomeracio-nes industriales consolidadas, las capacidades tecnológicas y de ab-sorción de las empresas domésticas, el funcionamiento de los sistemas nacionales de innovación y la inicia-tiva y cultura del empresario local, son algunos de los factores contribu-yen al desarrollo de cadenas produc-tivas en ciertos territorios (Basulto, 2015).

En este contexto, el enfoque teórico de cadenas globales de valor (CGV) permite ponderar los beneficios y ventajas que subyacen a la vincula-ción productiva de empresas de países en desarrollo con firmas mul-tinacionales, en particular en lo co-rrespondiente al acceso a mercados mundiales, que difícilmente lo con-seguirían de forma independiente, y como una vía rápida para la adquisi-ción de nuevas capacidades de pro-ducción, al embarcarse en una em-pinada curva de aprendizaje que se desprende de las presiones y preci-siones que transmiten las empresas líderes para reducir costos, elevar la calidad y aumentar la velocidad de producción (Humphrey y Schmitz, 2004).

Básicamente, el enfoque teórico de CGV se ocupa de estudiar las rela-ciones productivas entre empresas de diferente categoría al interior de un sector y, en especial, de analizar cómo influyen esas relaciones sobre el desempeño de las empresas loca-les y en consecuencia el impacto de las firmas líderes en las economías regionales. Un aspecto central que se desprende del concepto es el que se refiere a la naturaleza de las rela-ciones que se establecen entre los distintos actores que participan en la cadena, y sus implicaciones para el desarrollo económico en donde se ubican.

Esta forma de vinculación relacional entre proveedores y compradores implica una dependencia mutua, que según Gereffi et al. (2003), puede ser regulada a través de la proximi-dad espacial y el reconocimiento de las capacidades productivas en cier-tos entornos industriales. Esto gene-ra un intercambio de conocimiento tácito e información entre ambas partes de la transacción, en un mar-co de coordinación explícita, que impulsa a las empresas subcontra-tadas a progresar productivamente. Pero en caso de que el nuevo pro-ceso requiera de altos conocimientos y los proveedores existentes no sean lo suficientemente capaces para realizar los procesos requeridos, la firmas multinacionales también cuen-tan con la atribución de potenciar el desarrollo, la especialización y el

escalamiento productivo de una o varias empresas locales para desa-rrollar aquellas actividades deman-dadas y que se sustentan en la pro-ximidad espacial, dando forma a las cadenas cautivas de valor. En este tipo de cadenas, los proveedores son altamente dependientes del cliente ya que generalmente llevan a cabo tareas específicas, limitadas y rutinarias que son complementarias a la actividad principal de la firma líder. Pero a su vez, las empresas proveedoras no tienen incentivos para desligarse de este tipo de ca-denas ya que, a pesar del fuerte control a que son sujetas, cuentan con un mercado que les brinda una cierta estabilidad económica (Basul-to et al., 2015).

La gobernanza es un concepto clave dentro del enfoque de CGV, que se encarga de estudiar y analizar las relaciones entre empresas que parti-cipan en este tipo de estructura pro-ductiva. En cualquier cadena de valor, trátese de cualquier sector, se necesita algún grado de gobierno o coordinación para decidir qué tipo de productos es necesario introducir en el mercado, quiénes las realizaran y en qué momento, así como la estra-tegia de producción que involucra el tipo de tecnología necesaria y las normas de calidad que deben de cumplirse, así como la vigencia de los procesos en relación con los ciclos de vida de los productos. La coordinación puede ocurrir a través de relaciones de mercado en condi-ciones de igualdad o bien a través de relaciones de subordinación.

La forma que adquiere la gobernan-za en las CGV, no está determinada solo por los factores asociados a las características intrínsecas de los productos que inciden en el grado de fragmentación de una industria, sino que se adoptarán modelos más je-rárquicos cuando los costos de in-ternalizar las actividades sean meno-res que los riesgos implícitos en la relación de la empresa líder con sus proveedores en la cadena. Por otro lado, desde una perspectiva micro-económica, la participación de las empresas locales en cadenas pro-ductivas contribuye a fortalecer su competitividad, en tanto deben en-frentar una demanda más exigente y adicionalmente, puede estimular el desarrollo de nuevos procesos de aprendizaje derivados de las relacio-nes establecidas con los otros agen-tes de la cadena.

El ensanchamiento de la base de proveedores locales dentro de cade-nas productivas que gobiernan las firmas multinacionales, indiscutible-mente genera una serie de externa-lidades positivas para las regiones donde se ubican (por ejemplo, la difusión del conocimiento y de la tecnología, la especialización y el avance en la competitividad de gru-pos empresariales), es por ello que constituye un motivo válido para fomentar paquetes completos de acciones de apoyo y políticas cone-xas.

Desde esta perspectiva, un papel fundamental de las políticas públicas

consiste en impulsar el desarrollo de capacidades productivas de las re-giones, a través de los incentivos, para que las empresas endógenas incrementen sus beneficios y, en consecuencia, generen un efecto multiplicador en los territorios donde se ubican. Por lo que aquellas políti-cas que permiten e incluso incenti-van la expansión de las cadenas productivas fuera de las regiones, actúan como una limitante para agenciar un mayor beneficio econó-mico local y, en consecuencia, fre-nan el desarrollo de grupos empre-sariales que cuenta con el potencial para escalar productivamente dentro de una industria (Basulto et al., 2015).

Dicho lo anterior, a continuación nos centraremos en el análisis de las políticas de desarrollo industrial que han incidido en el desarrollo y evolu-ción del sector de la electrónica en el país, para posteriormente examinar las iniciativas públicas y alianzas público-privadas que han reconfigu-rado la estructura productiva del sector de la electrónica en Jalisco y que, al mismo tiempo, han contribui-do al ensanchamiento de la base de proveedores locales, de diferente capacidad productiva y tecnológica, en la entidad. Todo ello a partir del análisis diacrónico del ecosistema industrial.

Políticas públicas orientadas al desarrollo de la industria electró-nica en México

Desde la segunda mitad del siglo pasado, algunas regiones de México se han caracterizado por una con-centración importante de empresas del sector de la electrónica, cuya principal actividad se relaciona con el ensamble de aparatos y compo-nentes del ramo. La abundante lite-ratura existente sobre la industria coincide en que en algunas regiones del país se han desarrollado clusters productivos, en la mayoría de los casos complejos, que han transfor-mado el entorno industrial e institu-cional de las ciudades donde ope-ran. Algunos estudios convergen al señalar que desde la década de los noventa la mayoría de las empresas que integran las agrupaciones de la electrónica, han experimentado un escalamiento tecnológico y estable-cido una compleja red de interrela-ciones productivas. Otros, cuestio-nan los bajos niveles de valor agregado que generan las subsidia-rias de EMN dada su condición de maquiladoras y en consecuencia su escasa contribución al desarrollo de una base empresarial local y nacio-nal (Carrillo y Contreras, 2003; Carri-llo, 2006; Ollivier, 2007; Lara et al., 2007; Villavicencio, 2007).

En cualquiera de los enfoques, que-da claro que tanto el crecimiento de industria como las relaciones pro-ductivas de las empresas de la elec-trónica se han supeditado a la diná-mica de las CGV y a las políticas industriales nacionales implementa-das (Basulto, 2015).

El desarrollo de la industria electró-nica en México se puede analizar de acuerdo con la instrumentación de las políticas de desarrollo industrial. En su primer momento, la industria electrónica surgió en el país a inicios de la década de los años sesenta, en el marco de la política de sustitu-ción de importaciones. Debido a su creciente relevancia en aquellos años, a la producción de maquinaria eléctrica y equipo electrónico se le consideró prioritaria en el desarrollo de los bienes de capital necesarios para el crecimiento industrial de la nación. Para los años ochenta Méxi-co ya contaba con una industria electrónica de gran relevancia ubi-cada principalmente en algunas ciu-dades fronterizas, no obstante se logra identificar que en algunas plan-tas había iniciado su desplazamiento hacia Jalisco. En esa etapa la indus-tria se caracterizaba por estar con-formada fundamentalmente por sub-sidiarias de firmas multinacionales cuya principal función era el ensam-ble de equipo electrónico con una escasa integración nacional.

Posteriormente, en la década de los ochenta, se formaliza la incorpora-ción de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Co-mercio (GATT). Este acontecimiento origina la reestructuración de la in-dustria electrónica y da inicio el desarrollo de la base exportadora del sector, sustentándose principalmen-te en la industria maquiladora. Por otra parte, debido a la incipiente industria de la computación orienta-da al mercado interno, el gobierno federal instituyó el Programa de Fo-mento a la Industria del Cómputo, buscando impulsar la manufactura electrónica completa y no sólo la orientada al ensamble. Estas iniciati-vas propiciaron la llegada a Jalisco de un nuevo grupo de empresas enfocadas en la manufactura de computadoras, entre las que desta-caba IBM y Hewlett Packard (Parti-da, 2004).

En 1994, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Amé-rica del Norte (TLCAN), la industria electrónica que se había gestado en el país adquirió un gran impulso. El ingreso preferencial de los productos mexicanos al mercado de América del Norte y el acceso a partes y componentes importados a precios competitivos, estimularon el creci-miento de las exportaciones, la atracción de inversiones extranjeras y la generación de más empleos. En esta etapa aumentó considerable-mente el número de subsidiarias de EMN tanto en la frontera norte del país como en Jalisco y da inicio la instalación de proveedores transna-cionales de manufactura y servicios.

En general, el acuerdo propicia que el sector electrónico en México expe-rimente su mayor crecimiento en la década de los noventa, especial-mente en la segunda mitad.

Con una base sólida, sustentada en gran medida en las operaciones de EMN exportadoras que contaban con regímenes de excepción, al am-paro del programa PITEX, la indus-tria electrónica se consolida en 2002 como el principal sector exportador de México con el 30% del total de las exportaciones manufactureras (alre-dedor de 43 mil millones de dólares), más de 360 mil empleos y tasas de crecimiento que superaron las del PIB nacional y del sector manufactu-rero. Sin embargo, luego de este año los flujos de inversión extranjera disminuyeron en forma notable como resultado de dos eventos importan-tes: la crisis y posterior recesión de la economía de Estados Unidos, principal país de origen de la inver-sión del sector, y el ingreso de China a la Organización Mundial del Co-mercio (Padilla et al., 2008).

Con el objetivo de acelerar el desa-rrollo de la industria, específicamen-te del segmento de desarrollo de software y tecnologías de la informa-ción (TI), y transitar así hacia una economía del conocimiento, el go-bierno federal, mediante la Secreta-ría de Economía, lanzó en 2002 el Programa para el Desarrollo de la Industria del Software (Prosoft). Este programa fue concebido como un esfuerzo con una vigencia de diez años y basado en la suma de es-fuerzos entre los gobiernos de los estados, universidades, empresas, organismos empresariales y el go-bierno federal. El objetivo del fondo Prosoft, consistía en promover el desarrollo económico de las entida-des por medio del otorgamiento de apoyos temporales a programas y proyectos que fomentaran la crea-ción, desarrollo, consolidación y productividad de empresas del seg-mento para hacerlas competitivas internacionalmente. Este programa generó el crecimiento de un impor-tante número de empresas orienta-das al desarrollo tecnológico de ori-gen nacional, en algunas entidades, que gradualmente comienzan a inte-grarse a la base de proveedores de subsidiarias de EMN.

Una vez examinadas las políticas de fomento industrial que han incidido en las etapas evolutivas del sector de la electrónica en México, es im-portante destacar la importante re-cuperación que ha experimentado en los últimos años. En 2013, la pro-ducción total del sector alcanzó un valor de 61,742 millones de dólares, y las exportaciones se valuaron en 75,330 millones de dólares, cifra superior en más de 20,000 millones a la registrada en 2000. Además, a nivel mundial se ubica como el prin-cipal exportador de televisores de última generación, ocupa la cuarta posición como exportador de equipo de cómputo, micrófonos, altavoces y auriculares, así también es el octavo exportador de teléfonos móviles.

Otra característica sobresaliente del sector de la electrónica es que, co-mo resultado de las políticas públi-cas implementadas a nivel federal y del avance en las CGV a nivel inter-nacional, se configura a principios de esta década una reconversión de la industria en México que presenta dos particularidades: a) un ascenso

industrial a los procesos de mayor complejidad, como el diseño y desa-rrollo de productos, y b) un avance hacia procesos de manufactura más intensivos en conocimiento, de ma-yor valor agregado, productos que requieren una mayor variedad de componentes y la producción de series más reducidas (Ordóñez, 2006). Jalisco no queda exento de este avance productivo, lo que acen-túa su crecimiento a partir de la lle-gada de nuevas subsidiarias de fir-mas multinacionales y el desarrollo gradual de la base de proveedores locales. Sobre estos aspectos cen-traremos la atención a continuación.

Estructura y reconfiguración de la industria electrónica en Jalisco

De inicio se puede decir que el desa-rrollo de la industria electrónica en Jalisco se ha sustentado en la com-binación de una serie de atributos. Por un lado, los que representan una ventaja comparativa, como el costo de la mano de obra, la cercanía geográfica con el mercado más grande de productos electrónicos, el TLCAN y las políticas de desarrollo industrial implementadas por el go-bierno de Jalisco. Además, las aso-ciadas con ventajas competitivas como el desarrollo de capacidades tecnológicas de las empresas, el crecimiento del número de profesio-nales y especialistas en áreas rela-cionadas con el desarrollo tecnológi-co y el escalamiento del sector hacia actividades de alto valor agregado (Basulto, 2015).

Como resultado de las políticas in-dustriales referidas, en Jalisco la industria electrónica ha experimen-tado un destacado crecimiento en términos de valor de producción, inversión, empleos generados y nú-mero de empresas instaladas. En la actualidad cuenta con alrededor de 400 empresas ligadas directa o indi-rectamente a la industria, que gene-ran más de 100 mil empleos. En lo que se refiere a inversión extranjera directa (IED), la entidad acumuló 1,223 millones de dólares en 2014, de los cuales el 35% tuvieron como destino la industria electrónica.

Como se dijo, Jalisco se ha distin-guido por una concentración impor-tante de subsidiarias de compañías multinacionales dedicadas al en-samble y la manufactura de produc-tos y componentes electrónicos. No obstante, esta actividad primaria, algunas empresas han escalado al desarrollo de procesos tecnológicos de alto grado de complejidad. Una de las características que distingue a este complejo industrial es que las subsidiarias de EMN han generado una estructura productiva impulsora del desarrollo de una base de pro-veeduría de origen tanto extranjero como nacional. Las modalidades organizativas de las empresas líde-res y sus relaciones con los diferen-tes grupos de empresas hacen que la región sea más dinámica frente a otras ubicadas en la frontera norte del país.

En el conglomerado industrial con-vergen empresas de distinto tamaño, origen y capacidad productiva y tec-

nológica, pero interactúan para ac-ceder a diferentes mercados en el ámbito global. Precisamente los corporativos globales son los que propician y dirigen estos procesos, es decir, coordinan y gobiernan las CGV. Las EMN han diversificado sus estrategias para operar, segmentan sus procesos, se adaptan a las polí-ticas industriales –incluso las pro-mueven e impulsan–, son proclives a establecer estrategias con sus com-petidores, subcontratan a otras de menor rango pero altamente espe-cializadas y han actuado como polos de atracción de otras. Esta diversi-dad ha generado un campo propicio para la conformación de un conglo-merado industrial que privilegia el desarrollo regional (Corrales, 2007).

En las dos últimas décadas, las sub-sidiarias de corporaciones transna-cionales continúan avanzando en número, organización productiva, capacidad tecnológica y tipos de productos que manufacturan. Pero, además, han configurado redes de operación y abastecimiento al esta-blecer alianzas estratégicas con proveedores especializados para desafiar a la competencia y acceder a mercados y paquetes tecnológicos, lo cual ha propiciado un entorno proclive a la integración de empre-sas de menor tamaño a las cadenas productivas. En este proceso, un grupo importante de empresas loca-les ha logrado cohesionarse al con-glomerado para suministrarle bienes y servicios, y han incrementado sus ventajas competitivas al insertarse en cadenas productivas y mercados globales (Dussel, 1999; Palacios, 2003; Corrales, 2007).

En el conglomerado industrial de la electrónica se ha establecido una estructura productiva de cooperación inter-firma, por lo cual es preciso hacer alusión a los diferentes agen-tes empresariales que la integran. En primer término, se ubican las OEM (original equipment manufactu-rer), que son filiales de empresas transnacionales de la electrónica, de propiedad 100% extranjera. En se-gundo término, se encuentran las CEM (contract equipment manufac-turer), que son empresas manufactu-reras extranjeras que establecen acuerdos contractuales directamente con las OEM. En tercer lugar, se encuentran los proveedores de capi-tal externo y los locales; los primeros son empresas que suministran par-tes y componentes y/o servicios a las OEM y CEM. Algunas cuentan con instalaciones en territorio mexi-cano, pero en su gran mayoría atienden las demandas desde sus países de origen. Los proveedores locales son empresas de capital nacional localizadas en la entidad que suministran bienes y prestan servicios a los anteriores grupos de empresas. Son empresas que se gestan a partir de la iniciativa de los inversionistas locales y representan el elemento empresarial endógeno en que se centra el aprendizaje tec-nológico que se desprende de la vinculación con las firmas (Dabat et al., 2004).

La posición alcanzada por el con-glomerado es resultado de un proce-

so en que han intervenido factores internos y externos. Los factores externos se relacionan con la recon-figuración de las estructuras de go-bernanza de las CGV de las corpo-raciones, que persiguen una mejor posición competitiva en los merca-dos; los factores internos se relacio-nan con las políticas públicas y las alianzas público-privadas, proclives al desarrollo industrial local. La com-binación de ambos con el paso del tiempo ha propiciado cambios en la configuración del conglomerado industrial de la región, en el que puede advertirse su escalamiento a un complejo de alta tecnología y la integración de empresas de diferente tamaño y distintas índoles, tanto locales como foráneas. A continua-ción se hará un recuento de la evo-lución del sector de la electrónica a partir de sus diferentes etapas, to-mando como punto de partida las iniciativas públicas y privadas que han impulsado el crecimiento y rede-finición del complejo industrial.

Desarrollo de la industria electró-nica a partir de políticas públicas en Jalisco y vinculación de pro-veedores locales a CGV de firmas multinacionales

En el presente apartado se examina el desarrollo de la industria electróni-ca en Jalisco a partir de programas e incentivos gubernamentales y si-guiendo la lógica del movimiento e intereses de los capitales extranje-ros. El análisis se sustenta en una dimensión diacrónica tomando en cuenta aspectos relativos a las trans-formaciones de la estructura produc-tiva de las EMN, el escalamiento tecnológico de las plantas y las vin-culaciones inter-firma, con la inten-ción de identificar el papel que han jugado las políticas públicas imple-mentadas para el desarrollo del complejo industrial y para la integra-ción de proveedores locales de dife-rente categoría y perfil tecnológico.

Con base en diferentes estudios es posible inferir que la industria elec-trónica localizada en Jalisco ha atra-vesado por diversas fases directa-mente relacionadas con las políticas públicas implementadas y los cam-bios en las estrategias de fragmen-tación productiva diseñadas por las EMN. A partir de dichos plantea-mientos y evidencias recuperadas a través del trabajo empírico, ha sido posible establecer cuatro fases en el desarrollo del conglomerado de la electrónica. En cada una de ellas es posible observar claramente cómo se ha configurado y trascendido la cadena productiva del sector, así como las oportunidades eventuales que se han desplegado para la inte-gración de empresas locales, adop-tando como eje conductor las políti-cas gubernamentales locales y federales implementadas.

Políticas públicas implementadas en los albores de la industria.

En los años sesenta inició la entrada de flujos de inversión extranjera para la instalación de plantas maquilado-ras del sector de la electrónica. El gobierno mexicano lo permitió con el

objetivo principal de generar empleo. Entre los factores que inciden en el surgimiento de esta industria se en-cuentran: a) la política estatal y fede-ral de planificación industrial, que seleccionó a Jalisco para impulsar este sector al interior del territorio nacional; b) los programas de estí-mulo y exenciones fiscales a la in-versión extranjera; c) la existencia de suficiente infraestructura de comuni-caciones; d) abundante mano obra calificada y no calificada (Partida, 2004; Palacios, 2003).

En dicha década se instalaron en Jalisco las primeras OEM, orienta-das al ensamble simple y manual de productos de muy baja complejidad tecnológica y que generaban sobre todo empleos de baja calificación y escasa remuneración. Las plantas mantenían fuertes vínculos producti-vos con sus corporativos en el ex-tranjero y casi no existía vinculación con empresas locales; sólo deman-daban algunos productos de bajo valor agregado como cajas de car-tón, documentos impresos y algunas partes metálicas de baja compleji-dad. Los insumos demandados por las firmas eran fundamentalmente de origen extranjero.

En 1972, con la ampliación de la cobertura territorial del Programa de Industrialización Fronteriza o Pro-grama de maquila, las OEM comen-zaron a importar partes y componen-tes libres de aranceles para ensamblarlos y reexportar los pro-ductos terminados, lo que originó la denominada industria maquiladora de exportación de productos electró-nicos en Jalisco (Palacios, 2001; Dabat et al., 2004).

Primeras políticas orientadas al desarrollo de proveedores.

En la década de los ochenta hubo importantes cambios en los merca-dos globales como respuesta a las crisis de productividad y competitivi-dad experimentada por algunas de las industrias más dinámicas, entre las que destacaba la electrónica. Las compañías multinacionales se vieron obligadas a reestructurarse tanto en lo tecnológico como en lo organiza-cional con la intención de incursionar en nuevos mercados, proceso que propició la reconfiguración de sus CGV. Esta situación obligó a las firmas a buscar nuevas ubicaciones geográficas para algunos de sus procesos productivos; lugares que contaran con una base industrial firme, mano de obra y estabilidad social y económica.

Gracias a su trayectoria industrial, Jalisco reunía todos estos requisitos, por lo que se convirtió en un espacio estratégico para la localización de segmentos industriales de la electró-nica. Esta década fue la fase de arranque del sector, por el incremen-to en el número de plantas ensam-bladoras y manufactureras de origen extranjero que se establecieron, así como de empleos generados; no obstante, aún eran escasas las se-ñales de integración de empresas locales a las cadenas productivas de las firmas.

Con el Programa para la Promoción del Equipo de Cómputo, Modulares y Periféricos, dado a conocer en 1981, se pretendió impulsar a la industria para que no hubiera únicamente actividades de ensamblaje simple orientadas a la exportación. El pro-grama pretendía revitalizar la susti-tución de importaciones y comple-mentarla con la exportación mediante una mayor participación del capital nacional y el desarrollo de productos nacionales. Las empresas beneficiadas gozarían de estímulos fiscales y disminución de graváme-nes a la importación de productos terminados, material periférico y componentes, siempre cuando el 51% del capital fuera de origen na-cional (Dabat et al., 2004).

En este lapso se comenzó a advertir un escalamiento del cluster industrial tanto de productos como de proce-sos. en el sentido en que lo indican Humphrey y Schmitz (2000), pues luego de haberse concentrado en la fabricación de aparatos de consumo doméstico (máquinas de escribir, televisores, radios , etc.), surgieron las primeras OEM orientadas fun-damentalmente a la manufactura de computadoras, entre las que desta-caban HP e IBM, así como las pri-meras empresas suministradoras de componentes computacionales de origen extranjero. Sin embargo, la demanda de insumos de la firmas era atendida casi en su totalidad por empresas localizadas en Estados Unidos, lo que incrementó notable-mente los flujos comerciales entre ambos países. En dicha época el modelo industrial se sustentaba esencialmente en la exportación de productos finales de la electrónica, relacionados sobre todo con el cómputo (Partida, 2004).

Tras observar el fuerte crecimiento del sector, el gobierno estatal im-plementó políticas orientadas a forta-lecer la infraestructura industrial e impulsar una mayor integración al mercado local a través de estímulos económicos a las OEM para instru-mentar programas de desarrollo de proveedores locales que atendieran la demanda de algunos de sus in-sumos, con el apoyo del equipo de ingeniería de las plantas. Se creó entonces el programa GIN (Grado de Integración Nacional), entre cuyos lineamientos básicos se encontraba el de exentar a las empresas del pago de gravámenes en algunas importaciones si el producto termi-nado contaba con un nivel mínimo de integración nacional (entre 3% y 6%).

Con la instrumentación y el avance de los programas de desarrollo de proveedores se logró integrar un número considerable de empresas locales a las cadenas de suministro de las OEM y así formalizar equipos de producción; no obstante, los in-sumos seguían siendo bienes indi-rectos de bajo valor agregado. Al inicio se integró a productores de empaques e impresos, luego a fabri-cantes de arneses y cables tomaco-rriente, lo que ya implicaba un pro-ceso con más alto grado de complejidad; posteriormente se inte-graron insumos de mayor nivel tec-

nológico, como fuentes de poder y partes metal-mecánicas.

Cabe destacar que las empresas locales que lograban vincularse a la cadena de suministro de las OEM debían hacer fuertes inversiones para reconfigurar su estructura pro-ductiva y tecnológica, a fin de obte-ner los certificados de calidad nece-sarios y ofrecer productos competitivos en calidad y precios. Por tal motivo buscaban desarrollar proveedores de insumos con cierto nivel de estabilidad, es decir, aque-llos cuyo ciclo de vida no fuera tan breve, a fin de establecer proyectos redituables para ambas partes.

El acuerdo de libre comercio con América del Norte y primeras alian-zas público-privadas. En la década de los noventa se acentuó el proce-so de apertura y globalización de los mercados, lo que favoreció un mayor dinamismo de industrias relaciona-das con la electrónica y las teleco-municaciones. El acceso a nuevas tecnologías de comunicación propi-ció un cambio en las estrategias de localización de algunos procesos productivos de las compañías multi-nacionales, originando una fuerte competencia entre regiones de dife-rentes latitudes por atraer inversión. La ventaja de contar con mano de obra barata dejó de ser un factor determinante para la ubicación de segmentos productivos y adquirió importancia la especialización indus-trial de los territorios e incentivos y garantías ofrecidos por los gobier-nos.

En México, a mediados de dicha década, nuevos sucesos influyeron directamente en la evolución y diná-mica de la industria electrónica: la entrada en vigor TLCAN, la mayor internacionalización de los commodi-ties y la devaluación del peso en diciembre de 1994, lo cual hizo que en el país los negocios resultaran sumamente baratos para las compa-ñías estadounidenses. Estos acon-tecimientos fueron el preámbulo para que importantes firmas multinaciona-les volvieran sus ojos a nuestro país como estrategia de negocios.

En tales coyunturas, algunas com-pañías globales de la electrónica eligieron a Jalisco como punto estra-tégico en sus planes de expansión debido esencialmente a que algunas compañías líderes dentro del sector ya se encontraban en la entidad (IBM, Kodak, HP y Siemens). Tam-bién, en esta etapa las OEM locali-zadas en Jalisco hicieron un frente común para que el gobierno estatal promoviera la entrada de inversionis-tas extranjeros a realizar algunos de sus procesos manufactureros que las firmas ya establecidas requerían con urgencia, principalmente porque sus esfuerzos por desarrollar este tipo de proveedores no habían fructi-ficado conforme a sus expectativas y necesidades. Estaba claro que la falta de esta clase de plantas se debía fundamentalmente a que los empresarios locales no accedían a realizar fuertes inversiones con ese propósito por su falta de iniciativa o capital. El resultado de esos esfuer-zos se materializó en una iniciativa

gubernamental que permitió la en-trada de las primeras manufacture-ras por contrato (CEM) de clase mundial. Esto generó un fenómeno notable de aglomeración industrial en la región que acentuó la compe-tencia por mano de obra de diferente categoría.

A finales de la década de los noven-ta, se generalizó en el mundo de la electrónica la sustitución de lo me-cánico por lo digital, lo cual originó que las firmas originales (OEM) es-tablecidas en Jalisco recibieran gran cantidad de proyectos de TI y de software para su desarrollo. Por consiguiente, la gran mayoría de ellas se concentraron en el desarro-llo de tales tareas y transfirieron los procesos de manufactura a las CEM ya establecidas entonces en la enti-dad.

Tras la llegada de las CEM arribaron a Jalisco otras empresas orientadas a realizar procesos de TI por encar-go de firmas ubicadas principalmen-te en Estados Unidos, con lo que inició la evolución de la industria hacia la electrónica aplicada. En este escenario surgieron los primeros centros de diseño electrónico dentro de las OEM, con la finalidad de apo-yar en los procesos tecnológicamen-te complejos de sus mismos corpo-rativos. Este cambio en el mundo de la electrónica detonó el incremento de empresas proveedoras de origen local como extranjero en la entidad. Adicionalmente, el acuerdo comer-cial produjo cambios significativos en las estrategias de aprovisionamiento de las firmas de la electrónica como respuesta a las restricciones de con-tenido regional (GIN). Se acentuó entonces la tendencia de las OEM y CEM a implementar programas de desarrollo de proveedores con el objetivo de conformar redes cautivas de abastecimiento local. La acentua-ción de esta estrategia contractual abrió oportunidades para que algu-nas empresas jaliscienses se inser-taran en las CGV de las firmas para atender la demanda de algunos bie-nes y servicios de alto grado de es-pecificidad. De hecho, se observó la integración de un nuevo grupo de proveedores de bienes indirectos, entre los que sobresalieron los orien-tados a fabricar partes metal-mecánicas y de inyección de plásti-co; adicionalmente, se integraron los primeros orientados al suministro de partes y componentes electrónicos.

Aun cuando comenzaba a ser evi-dente el crecimiento de la base de proveedores locales de las EMN, en general se concentraban dentro del rubro de bienes indirectos, con una participación mínima en el valor agregado del sector, de apenas el 5% en promedio a finales de la dé-cada de los noventa. Esto se atribu-ye a la escasez de empresas de origen nacional capaces de suminis-trar insumos directos al precio y con la calidad que exigen las empresas contratistas, pero ante todo por su incapacidad de competir con impor-tantes proveedores especializados de otros países y a que las OEM desistieron de desarrollar proveedo-res de insumos manufactureros de mediana y alta tecnología ante la falta de interés de los empresarios locales para realizar inversiones

orientadas a la modernización tecno-lógica de sus plantas.

Ante las perspectivas de crecimiento que vislumbraba la industria, urgía a las CEM y OEM la creación de un organismo mediador entre la de-manda y la oferta de insumos, el cual se encargaría de regular la asi-metría de la información entre los agentes involucrados en las relacio-nes contractuales. Frente a estas necesidades, en 1997 se funda la Cadena Productiva de la Electrónica (CADELEC), como asociación civil, por iniciativa de OEM y CEM esta-blecidas en la entidad y con el apo-yo del gobierno del estado, con el objetivo de consolidar la base local de proveedores y anclar proyectos en la entidad. Su creación obedecía a la necesidad de facilitar el desarro-llo y la integración de empresas loca-les, nacionales e internacionales a la CGV de la industria electrónica. Esta agrupación se dio a la tarea de iden-tificar y apoyar a los proveedores potenciales para integrarlos a las cadenas de valor. Además, gestiona recursos gubernamentales para apoyar a las empresas locales para obtener las certificaciones interna-cionales de calidad y para su capaci-tación (Dabat et al., 2004).

Es preciso destacar que fue preci-samente en esta etapa cuando los proveedores locales de manufactura experimentaron su fase de mayor crecimiento, pero también surgieron las primeras empresas nacionales orientadas al desarrollo tecnológico.

En general, con la entrada en vigor del TLCAN Jalisco experimentó un proceso de reajuste de espacio eco-nómico promovido por dos directri-ces. Por un lado, el fortalecimiento de la industria electrónica y un cam-bio de la estructura organizativa de las firmas, ambos vinculados a las tendencias productivas y tecnológi-cas de cadenas globalizadas; por otro, iniciativas locales de programas de desarrollo regional impulsados por iniciativas públicas y privadas en busca de mejores condiciones para la competitividad de las empresas y la región. Este último aspecto ha incidido en un mayor nivel de coope-ración inter-firmas y la integración paulatina de empresas regionales a la dinámica industrial del entorno.

Etapa de crisis de la industria y las iniciativas gubernamentales para impulsar su reconversión. Luego del auge de la industria electrónica en la década de los noventa, a inicios del actual milenio se presentaron algu-nas coyunturas económicas negati-vas que sacudieron al sector y modi-ficaron la estructura de las CGV de las EMN. Una de ellas, originada por la explosión de la burbuja tecnológi-ca y la saturación de los mercados internacionales, colapsó la demanda de productos de la electrónica y pro-pició la salida del país de gran canti-dad de empresas.

Además de la grave situación que atravesaba la industria electrónica, surge China con sus procesos y productos sumamente competitivos y baratos como una alternativa de ubicación para muchos de los proce-sos productivos de las firmas de la electrónica. Adicionalmente, sus

programas gubernamentales de estímulos a la inversión eran muy prometedores. Esto representó una alternativa contingente para que las firmas se sobrepusieran a los estra-gos que causó la crisis. Frente a este entorno coyuntural adverso que amenazaba a la industria, en 2000 inició la emigración a China de algu-nas plantas localizadas en territorio mexicano, principalmente las orien-tadas a los procesos de manufactura de partes y componentes electróni-cos de alto volumen.

Como resultado de estos eventos, la industria electrónica establecida en Jalisco sufrió las consecuencias, pues aunque la mayoría de las em-presas permanecieron en la entidad, la producción se redujo drásticamen-te en respuesta a la contracción de la demanda mundial.

Tanto la crisis como la competencia asiática en el mercado de la electró-nica hicieron imperiosa la necesidad de que el gobierno estatal implemen-tará una serie de acciones para re-definir el sector en la entidad. Esto implicaba orientarlo hacia activida-des de mayor valor agregado, pues era claro que la industria había per-dido competitividad en la producción manufacturera de altos volúmenes frente al mercado asiático, no obs-tante se identificaron fortalezas en la producción de bajos volúmenes y alto valor agregado, en función de que algunas OEM habían incursio-nado en actividades de alta tecnolo-gía desde hacía más de una década. Esta reorientación del sector implicó la unión de esfuerzos gubernamen-tales y empresariales para fortalecer el desarrollo de procesos intensivos en conocimiento, relacionados con las áreas de diseño y desarrollo tec-nológico.

A fin de enfrentar la competencia de China, en 2001 el gobierno de Jalis-co puso en marcha una iniciativa que pretendía reorientar la estructura productiva del sector, pasando así de la manufactura de altos volúme-nes y baja complejidad al fortaleci-miento de procesos de muy alta complejidad y bajos volúmenes, con lo que se obtendría una ventaja competitiva frente a la región asiáti-ca. Así, en 2002 surge el Programa para el Desarrollo de la Industria del Software (Prosoft), con el que se logró transitar hacia las áreas de servicios de alto valor agregado orientadas a la innovación tecnológi-ca. Además, la acción gubernamen-tal se enfocó en la consolidación de empresas locales orientadas al desarrollo tecnológico, lo que propi-cio el ensanchamiento de la base de proveedores orientados a brindar servicios de alto valor agregado a las multinacionales. Por su parte, los procesos orientados a la manufactu-ra no dejaron de ser prioritarios a razón de ser los que generaban los indicadores económicos más impor-tante para la entidad –en cuanto a empleos, exportaciones, etc. –; no obstante, la manufactura se orientó al ensamble de productos de gran-des dimensiones y altamente espe-cializados aprovechando la ventaja de la logística de comunicación con Estados Unidos y la tendencia de los

mercados a la customización de los productos.

El cambio de orientación de la indus-tria hacia un complejo de alta tecno-logía también tuvo sus implicacio-nes. Una de las más importantes fue el cese de la demanda de insumos directos de origen local, específica-mente partes y componentes elec-trónicos, por ser poco competitivos en precios frente a los de origen asiático. Por ello, los proveedores en este tipo de productos que se habían establecido en Jalisco en la década precedente sufrieron las consecuen-cias, todos ellos se vieron obligados a salir del mercado.

A pesar de lo anterior, la cadena de proveeduría de la industria experi-menta su etapa de mayor de creci-miento en este lapso. Primero, las firmas incrementan sustancialmente la contratación de empresas locales, básicamente suministradoras de bienes indirectos; destacan los rela-cionados con empaque, impresión, productos metal-mecánicos, partes plásticas, cables y arneses, y pintu-ra, revestimiento y chapeado. Se-gundo, se observa la integración paulatina de proveedores de servi-cios de alto valor intensivos en co-nocimiento, principalmente en áreas de diseño y desarrollo de software y tecnologías de información (TI).

A partir de la implementación de iniciativas gubernamentales, orienta-das a la reconversión del sector el cluster de la electrónica ubicado en Jalisco experimenta una importante diversificación de actividades, al pasar de actividades orientadas bá-sicamente al ensamble de productos de exportación a un complejo de alta tecnología que involucra estructuras de coordinación relacionadas con el diseño electrónico, TI y manufactura. Con ello, han surgido más de 35 centros de diseño, entre los que destacan por su importancia los que se encuentran dentro de las OEM y CEM (Continental, IBM, Freescale Semiconductor, Dell, Intel y Flextro-nics). La mayoría de las restantes son pequeñas y medianas empre-sas, dentro de las que destaca un importante grupo de origen nacional.

Aunque afectados por el colapso tecnológico, los proveedores que permanecen y después inician una nueva etapa de crecimiento son las CEM. En su nueva etapa, este tipo de empresas prestan a OEM servi-cios muy específicos de producción de volumen medio y agregan valor en sus operaciones manufactureras de alta tecnología con apoyo de proveedores locales utilizando la logística como ventaja competitiva. Por su parte, las OEM se encargan de los procesos y las actividades de alto valor agregado y continúan apo-yándose también en los proveedores nacionales de manufactura y servi-cios para obtener el producto final.

Pese al escalamiento funcional de la industria y el importante crecimiento del área de servicios de la electróni-ca, la mayor proporción de empleos continúa concentrándose en el seg-mento de ensamble y manufactura, que representa cerca del 75% del total.

Además, se advierte un continuo rotación al interior de la cadena de proveedores locales en respuesta a los constantes cambios en los reque-rimientos de insumos, especificidad y normas de calidad, lo que origina que algunas empresas se vean obli-gadas a salir de la cadena producti-va ante su imposibilidad tecnológica de hacer frente a las nuevas exigen-cia, así como por la falta de recursos financieros para adecuar las plantas productivas.

En tales circunstancias, la industria electrónica integra al Programa de Empresas Tractoras, creado por iniciativa gubernamental en 2007 con el objetivo de fortalecer la inte-gración de empresas locales a la cadena productiva. El proyecto con-sistió en que las OEM y CEM selec-cionan varias empresas proveedoras interesadas en recibir capacitación para ascender a un nuevo nivel de producción, a las que se les da la asesoría y capacitación necesaria y se les apoya en la gestión de fondos gubernamentales –a través del Fon-do Pyme– a fin de que puedan llevar a cabo las innovaciones necesarias para alcanzar altos estándares de calidad.

En síntesis, con una antigüedad de más de cuarenta años, sustentado en actividades relacionadas con manufactura y ensamble, el creci-miento del complejo industrial de la electrónica en Jalisco se ha susten-tado en la implementación de políti-cas de desarrollo industrial federales y estatales en sus diferentes fases de desarrollo. Estas iniciativas han estado encaminadas en gran medida a propiciar la integración de empre-sas locales a las CGV en que operan las multinacionales del sector. De hecho, la cadena de suministro ha evolucionado a la par del conglome-rado; si bien los proveedores extran-jeros han desempeñado una función trascendental en su interior, desde la década de noventa se aprecia un ensanchamiento de la base de pro-veedores locales de insumos manu-factureros indirectos, y en fechas recientes en los de áreas de servi-cios relacionados con diseño elec-trónico, software y TI (véase la tabla 1).

TABLA 1

POBLACIÓN CORPORATIVA DE LA INDUSTRIA ELECTRÓNICA EN JALISCO POR TIPO DE EMPRESA, 1994 Y 2013

Población corporativa de la industria electrónica en Jalisco

por tipo de empresa, 1994 y 2013

1994

2013

OEM

6

16

CEM

3

14

Centros de diseño

0

40

Centros de servicio ITO/BPO*

0

12

Empresas de software

(locales y extranjeras)

0

150

Compañías en el segmento aeroespacial

0

14

Proveedores especializados (locales y extranjeros)

40

416

* Information Technology Outsourcing/Business Process Outsourcing.

Fuente: Elaborado con base en Palacios (2008) e información proporcionada por la CANIETI y la CADELEC.

Conclusiones

A lo largo del presente estudio se han identificado las políticas públicas que han enmarcado la dinámica adquirida por la industria electrónica en el estado de Jalisco y las iniciati-vas gubernamentales que han inter-venido para el desarrollo y ensan-chamiento de la base de proveedores locales en la entidad. El examen de las políticas de desarrollo industrial implementadas tanto a nivel federal como estatal, permiten explicar el crecimiento y los cambios estructurales que ha experimentado la industria electrónica localizada en Jalisco, los vínculos interempresaria-les generados, los desafíos que han enfrentado las empresas para inte-grarse a las CGV, las oportunidades circunstanciales que se han abierto para las empresas locales y los eventos coyunturales que han incidi-do en el desarrollo de una base de proveedores local, así como sus limitaciones.

Las evidencias apuntan a mostrar que la industria electrónica en su devenir, sustentada en iniciativas gubernamentales y alianzas público privadas, ha evolucionado hacia un sistema productivo tecnológicamente complejo. Esta metamorfosis se expresa en un cambio en su estruc-

tura productiva, enmarcada en una cadena global de suministro en la que participan empresas diversas, de diferente tamaño, distinto origen y especializadas en determinadas fases del proceso de producción. Por lo tanto, el perfeccionamiento de los productos dentro de esta nueva es-tructura productiva ha generado un fenómeno de aglomeración producti-va especializada.

Los resultados que arroja el presente estudio permiten apreciar que aun cuando ha crecido y fortalecido el sector de la electrónica en el estado de Jalisco a la par que ha escalado en las cadenas globales de valor, siguen manteniendo su preeminen-cia las actividades ligadas al seg-mento manufacturero, como muestra tenemos el incremento de las expor-taciones y el empleo generado. Sin embargo, encontramos que ha per-dido vigor el crecimiento de la base de proveedores locales de bienes tangibles en respuesta a la falta de iniciativa empresarial para empren-der negocios afines a las demandas y las exigencias de esta industria. Por tal motivo, en los últimos años se ha ampliado sustancialmente en la entidad el grupo de proveedores de origen extranjero, cuyo propósito es atender con celeridad los reque-rimientos de bienes y servicios de subsidiarias de compañías multina-cionales localizadas en la entidad.

En esencia, el desarrollo y posterior reconversión del conglomerado de la electrónica ha sido resultado de dos factores: en principio las políticas gubernamentales de planeación industrial implementadas y las inicia-tivas emergentes surgidas ante dife-rentes procesos coyunturales que se han presentado en al ámbito global.

Su primera fase de crecimiento co-menzó a ser evidente luego de la entrada en vigor del TLCAN, que propició la llegada de un grupo im-portante de OEM y la posterior lle-gada de CEM de alta capacidad para desarrollar procesos manufactureros de alto grado de complejidad. A pe-sar del fuerte crecimiento del sector era latente su escaza integración nacional, ante lo cual el gobierno estatal implementó políticas orienta-das a fortalecer la cadena productiva local, a través de estímulos econó-micos a las OEM para instrumentar programas de desarrollo de provee-dores locales para atender algunas de sus demandas de insumos, con el apoyo de las plantas vía transferen-cia de conocimientos y capacitación. Con la intención de fortalecer esta iniciativa, se creó el programa GIN (Grado de Integración Nacional), entre cuyos lineamientos básicos se encontraba el de exentar a las em-presas del pago de gravámenes en algunas importaciones si el producto terminado contaba con un nivel mí-nimo de integración nacional. Esto explica la paulatina integración de proveedores locales de insumos directos e indirectos a la cadena productiva.

Sin embargo, fue a partir de la crisis tecnológica de principios de la déca-da del dos mil y de la incursión de China en el mercado electrónico cuando el gobierno estatal no tuvo

otra alternativa que instrumentar iniciativas orientadas a la reconver-sión del sector, a fin de evitar su declive. En respuesta, gran parte de los proveedores locales de manufac-tura se retiraron del mercado debido a dos hechos trascendentales: por un lado, la pérdida de competitividad en costos frente a los países asiáti-cos; por otro, el escalamiento del sector hacia un complejo de alta tecnología genera externalidades que perturban la ampliación de la base de proveedores locales de manufactura. Una de estas externa-lidades se asocia a una mayor de-pendencia de insumos directos del exterior; en detrimento de los nacio-nales; como respuesta a la poca iniciativa de los empresarios locales para iniciar negocios manufactureros de alta tecnología con posibilidades de competir en los mercados inter-nacionales, así como por el poco interés de las firmas multinacionales para dar seguimiento a los progra-mas de desarrollo de proveedores.

En este entorno de alta tecnología, surgieron oportunidades de desarro-llo de proveedores de servicios in-tensivos en conocimiento. Aparecie-ron entonces iniciativas gubernamentales para impulsar el crecimiento de empresas locales orientadas a brindar servicios de diseño electrónico, desarrollo de software y TI (Prosoft). Esta medida logró ensanchar notablemente la base de proveedores locales a me-diados de la década del dos mil.

Actualmente, la cadena productiva de la electrónica adolece de provee-dores de insumos directos con alto nivel de especificidad y de mayor demanda por parte de las multina-cionales; como chipset, microproce-sadores y tarjetas PCB; que implican procesos de mayor nivel tecnológico. Estos requerimientos han abierto oportunidades que no han aprove-chado los inversionistas jaliscienses debido a su escasa iniciativa para crear negocios ligados a la electróni-ca, por implicar altos niveles de in-versión en tecnología de punta (para la producción de alto volumen y bajo margen de ganancia). Ello explica la escasa integración de proveeduría local de insumos directos. Debido a lo cual no se ha podido completar a nivel local la cadena de suministro y existe una alta dependencia del mercado asiático de partes y com-ponentes electrónicas.

De todo lo anterior se infiere, que evidentemente las políticas públicas han intervenido directamente en la redefinición y escalamiento del con-glomerado industrial de la electróni-ca, así como en el desarrollo de una base de proveedores locales que integran la cadena productiva. Una gran proporción de las empresas locales han adquirido nuevas funcio-nes, como el diseño y desarrollo tecnológico, que les ha permitido ascender en la escala de valor de las cadenas y progresar competitiva-mente al acceder a mercados inter-nacionales. En cambio, pierden fuer-za las actividades manufactureras de alta tecnología donde la competitivi-dad se rige por la reducción en los costos de producción y existen altas barreras de entrada.

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