PROSPECTIVA
ENERGÉTICA EN
COSTA RICA:
ANÁLISIS DE
SITUACIÓN, RETOS Y
Investigador*
Dr. José Rodrigo Rojas M.
Se presenta un estudio de prospectiva energética cuyo objetivo
es exponer los principales esfuerzos, resultados y retos que en
frenta Costa Rica. Se han reunido y sintetizado publicaciones na
cionales e internacionales, así como una serie de documentos que
vinculan el ejercicio de la planificación con el desarrollo eléctrico,
proyecciones de demanda de energía y aportes que discuten el
modelo de planificación del sector. El punto central de este análi
sis es básico, cada desafío del país, en desarrollo sostenible, en el
cambio climático o impulsar la economía, es en esencia un desafío
energético. Será fundamental saber para dónde vamos, tener claro
cuál es la visión país y la imagen energética objetivo de las próxi
mas décadas. El reto de la prospectiva cobra especial relevancia en
una sociedad donde predominan dogmas y paradigmas energéti
cos, donde son escazas las propuestas de planificación de largo
plazo y difíciles los acuerdos entre sectores involucrados.
Estudios de prospectiva, energía, planificación energética,
Costa Rica.
The main goal of this research is to show the milestones of ener
getic foresight and the principal attempts, results and challenges
facing in Costa Rica. Has been brought together and synthesized
national and international publications, as well as a collection of pa
pers connecting the planning actions with electric growth, forecast
of energy demand and a compiling of contributions discussing the
model of the energetic sector. The central point of this analysis is
basic, without exception country´s challenge on sustainable deve
lopment, climate change and the economy impulse, is essentially an
energy demanding task. Urge invest in collective electric transport,
new sources of energy, smart grids, internet of things and stren
gthen initiatives on innovation and cutting edge energy technolo
gies. The challenge of foresight is especially important in a present
day society dominated by dogmas and energy paradigms, where
is common the limited course of action for long-term planning and
is complex to get agreements between sectors involved.
Foresight studies, energy, energy, planning Costa Rica
Esta investigación tiene como objeto de estudio la
prospectiva del sector energético de Costa Rica, de
forma específica el proceso de planificación relacio
nado con la producción y administración, de mediano
y largo plazo, de la energía para generar electricidad y
la que se usa en transporte. Mediante revisión y análi
sis bibliográfico se analizan, resumen y contextualizan
varias décadas y diversos actores que han mantenido
en la agenda pública la necesidad de los planes ener
géticos futuros. La investigación propone dejar de
lado la inmediatez y el cortoplacismo y establece, con
carácter de urgencia, el desafío país por promover el
pensamiento prospectivo.
el valor del pensamiento
En 1957 Gastón Berger, crea la voz prospectiva en
oposición a la palabra retrospectiva, para llamar la
atención sobre la necesidad de mirar hacia adelante
cuando se toman las decisiones, especialmente aque
llas de alto impacto para instituciones, empresas o la
sociedad (Berger, 1957). Posteriormente, en 1959 Ber
ger decía que mediante la prospectiva se debía ob
servar lejos, ampliamente y profundamente, pensar en
el hombre y asumir los riesgos (Berger, 1959). Algunos
años después, en 1966 aparece la Sociedad del Mundo
Futuro (por sus siglas en inglés la World Future Socie
ty), una asociación básicamente norteamericana y sin
ánimo de lucro, cuyo objetivo era contribuir a la toma
de conciencia mundial sobre la necesidad de estudiar
y de prepararnos para el futuro (Rojas & Portilla, 2016).
Bell (1997), Von Nederveen (2000) y Godet (2007)
amplían la visión de la prospectiva en el estudio del
futuro y la exploración sistemática de los porvenires
posibles a fin de mantener y/o mejorar la libertad, el
bienestar y el desarrollo humano y sostenible, ahora y
en el futuro. Mediante este proceso de reflexión estos
autores desafían el intelecto con una serie de hipóte
sis sobre los hechos actuales, los escenarios posibles
según las diversas condiciones, los futuros alternativos deseables; y qué es lo que las personas individual y
colectivamente pueden hacer para evitar las conse
cuencias de un futuro no deseable. Por tanto, en su
propósito fundamental la prospectiva no repara en
predecir eventos específicos que puedan acaecer en el
futuro, más bien se trata de reflexionar para compren
der las consecuencias de determinadas situaciones o
bien crear alternativas contingentes a nuestras accio
nes y accesibles a nuestras escogencias, para percibir
mejor el rol que podemos desempeñar en el presente,
estas son las premisas que caracterizan los alcances de
la prospectiva.
Conocida como prospective en lengua francesa, fore
sight en inglés o prospecçao en lenguaje portugués,
es el término seleccionado para resumir el estudio
de ecosistemas (ambientales, políticos, económicos,
energéticos) que permiten conocer mejor la situación
presente, identificar tendencias, visualizar escenarios
futuros y analizar el impacto del desarrollo científico
y tecnológico en la sociedad (Godet, 2007 y Cordei
ro, 2016). Como lo plantean Medina & Rincón (2006) y
Cárdenas (2008), la prospectiva es un encuentro entre
la oferta científica y tecnológica con las necesidades
actuales y futuras de la civilización. Al mismo tiempo
y en interpretación de Georghious & Keenan (2004),
esta escuela de pensamiento moviliza a los diferentes
actores y redes sociales a forjar visiones comparti
das de futuro, orientar políticas de largo plazo y tomar
decisiones estratégicas en el presente, dadas las con
diciones y posibilidades locales, nacionales y globales.
Sin duda, la prospectiva avanza sobre un interesante
proceso de reflexión y madurez y es rica por su varie
dad de prácticas y formas que se alejan de dogmas,
paradigmas y del tradicionalismo histórico, teórico y
metodológico. Tal como lo señalan Medina & Ortegón
(2006) cada cultura ha generado su propio enfoque de
acuerdo con los problemas y características que ha en
frentado su contexto histórico e institucional (detalles
en Cuadro 1). Estos mismos autores destacan que en
Norteamérica la tendencia es hacia el pronóstico tec
nológico por escenarios e incentivar los “think tanks” o
tanques de pensamiento dentro de las organizaciones
que llevan el peso sobre la reflexión estructurada. En
Francia, se creó y desarrolló la prospectiva a lo largo
de tres generaciones, hoy las grandes instituciones públicas siguen liderando como agentes activos en la
transformación de metodologías y modalidades de
trabajo futurista (Godet, 2007). En el Japón, ha prima
do el pronóstico tecnológico, conducido de la mano
por el Ministerio de Industria y Tecnología, gracias al
interés de los grandes consorcios industriales (Cuhls,
2006). En Escandinavia, ha primado el trabajo en red,
con énfasis en los aspectos locales y regionales y los
estilos participativos. En la India, las universidades han
acaparado el foco de la reflexión prospectiva. En Aus
tralia, el núcleo de interés ha sido el sector educativo
y los centros de estudios del futuro, las universidades
han llevado a cabo una labor significativa (Porter, 2000
y Godet, 2007). En Costa Rica, existen las condiciones
para generar escenarios de planificación reposados en
análisis sistémicos, razonamientos disruptivos y semi
lleros con tanques de pensamiento que nos alejen de
los dogmas o paradigmas, en el tema energético este
es un reto con carácter de urgencia.
El alcance de este estudio es un ejercicio de investiga
ción teórica que utiliza resultados de investigaciones y
lecciones derivadas de tres enfoques prospectivos. El
primero aplica prospectiva tecnológica (sensu UNIDO,
2005) para identificar tecnologías emergentes que
probablemente generarán mayores beneficios econó
micos y sociales para el país. Para aportar en la cons
trucción de las visiones de la ciencia y la tecnología y
su papel en la competitividad y el desarrollo de Costa
Rica, se incluye los resultados de la prospectiva es
tratégica (Medina & Ortegón, 2006) y finalmente para
priorizar aquellas acciones institucionales del país, se
utilizarán las recomendaciones sobre prospectiva de
las políticas públicas desarrollada por Jiménez (2009).
Cuadro 1: Resumen de enfoques sobre prospectiva.
País | Enfoque | Instituciones en vanguardia |
---|---|---|
Estados Unidos | Desarrollo tecnológico e innovación de la agenda pública | Tanques de pensamiento, universidades y centros de investigación |
Francia | Desarrollo territorial | Empresas públicas, agencias gubernamentales |
Japón | Desarrollo tecnológico | Ministerio de Industria y Comercio Exterior |
Países Escandinavos | Desarrollo sostenible a escala local y regional | Gobierno y ciudadanos organizados |
Australia | Educación | Centros de Estudio |
India | Reflexión sobre el desarrollo | Universidades |
América Latina | Construcción de futuros | Agencias y Ministerios de Planificación |
Costa Rica | Desarrollo sostenible, energías renovables, sociedades descarbonizadas | Agenda pública, universidades, ministerios de planificación y de ambiente |
Fuente: Modificado de Medina & Ortegón (2006)
histórica de la institucionalidad
en la construcción del futuro
energético.
Como punto de partida, en Costa Rica la planificación
de largo plazo y los análisis de la realidad nacional, se
gún la ley No. 5525 de Planificación Nacional, le corres
ponden al Ministerio de Planificación Nacional y Política
Económica (MIDEPLAN). Recientemente, este ministe
rio concluye que en los últimos años el país demanda,
con mayor frecuencia, la definición de horizontes de
desarrollo nacional basados en el largo plazo (MIDE
PLAN 2013, 2014). Escapar a la cotidiana gestión gu
bernamental, donde los resultados son exigidos con
inmediatez, es a juicio de esta institución, lo que im
pide percibir el progreso del país hacia objetivos de
desarrollo que, aunque urgentes no pueden aspirar a
una completa concreción de corta duración, el tema
energético no es la excepción. Siguiendo esa lógica,
la visión energética de largo plazo, así como cualquier
campo de la planificación, es necesaria para que nues
tras decisiones actuales nos permitan avanzar con me
nos incertidumbre y siguiendo propuestas robustas de
desarrollo.
Bajo esta premisa, un hecho histórico significativo
ocurrió en 1974, cuando la antigua Oficina de Planifi
cación Nacional (OFIPLAN) convocó a diferentes sec
tores a discutir sobre el futuro del país, incluyendo la
matriz energética. Los resultados fueron expuestos
en la obra Costa Rica 2000 (MIDEPLAN, 2013 y 2014).
Unos años después, en la Administración 2006-2010
y con el apoyo del PNUD, se desarrolló el Proyecto Bi
centenario, un ejercicio de identificación de objetivos,
metas e indicadores a los que el país podría aproxi
marse en ocasión del segundo centenario de vida in
dependiente. Le siguió la iniciativa Visión de Largo Pla
zo, desarrollada por MIDEPLAN en el 2011 con el apoyo
de la CEPAL, que arrancó de un proceso de consulta
pública para identificar áreas de prioridad nacional (MI
DEPLAN, 2013). La Auditoría Ciudadana de la Calidad
de la Democracia, del Proyecto Estado de la Nación,
el informe del Proyecto Costa Rica Siglo XXI, dedica
do al campo de la ciencia y la tecnología, el Acuerdo
para una Sociedad Inclusiva y Solidaria (CRISOL) de un
grupo de intelectuales y activistas, el informe Desafíos de la Democracia convocada por el PNUD y FLACSO
en 2006, recapitulan una serie de esfuerzos de pensa
miento prospectivo que convergen en la urgencia de
proporcionar una visión dinámica del país.
Sobre los avances de estas iniciativas, los resultados
demuestran que el pensamiento prospectivo es inci
piente, que existen una serie de cuellos de botella es
tructurales, de planificación y de gestión pública que
impiden la ejecución o puesta en marcha de solucio
nes a los grandes problemas nacionales, entre ellos el
energético. Hay desarticulación de acciones, impera el
cortoplacismo y falta de continuidad de los programas
y proyectos que ejecutan diferentes instituciones. En
general hay un desperdicio de recursos, un lujo que un
país pequeño como Costa Rica no se puede permitir.
Ante este escenario, el análisis a largo plazo adquiere
un papel fundamental en el proceso de planificación.
Planificar a largo plazo no significa dejar de lado las
acciones y los planes actuales del Gobierno, sino com
plementar, articular, concertar y dar sostenibilidad a las
soluciones duraderas de los grandes temas y retos del
país, que trascienden los períodos de gobierno. La in
clusión de la visión energética implica trazar una ruta
para Costa Rica, es un ejercicio necesario si se desea
mejorar el nivel de desarrollo y avanzar en la consoli
dación de una agenda para las políticas públicas en los
años venideros, lo que será posible en la medida en
que se cambie el paradigma actual del cortoplacismo
como referente principal de los gobiernos. Parece que
seguimos gobernando para administrar crisis y recur
sos escasos, atender necesidades básicas insatisfe
chas y resolver problemas urgentes. Pensar en pros
pectiva requiere alternativas importantes en la gestión
estratégica del Estado, nuevos liderazgos capaces de
interpretar las transformaciones globales en curso y el
cambio de la cultura política cortoplacista que ha im
perado en nuestro país.
Acciones del pasado consolidan
Lo que Costa Rica está percibiendo actualmente en el
campo energético, según Godet (2007), es el resulta
do de una serie de acciones del pasado que desenca
denaron cambios técnicos, económicos, políticos, sociales y ambientales en la dinámica y direccionamiento
del país. El liderazgo que esta pequeña nación centro
americana ha logrado, es un ejemplo de la visión de
prospectiva que iniciaron un grupo de pioneros desde
finales del siglo XIX. Documentado en el libro “Un siglo
de actividad eléctrica” el cronista narra la historia del
Ing. Manuel Víctor Dengo y el señor Luis Batres, dos
hombres que fundaron la primera Compañía Eléctrica
de Costa Rica, ya de por si un hecho inusitado para
la región centroamericana (Fernández, 2000). Ambos
emprendieron y ejecutaron el primer proyecto de
electrificación del país, a solo dos años después de
que lo hiciera la ciudad de Nueva York. Aunque solo
fueron iluminados algunos cuadrantes del centro de
San José, lo relevante y significativo fue el impulso
energético del cual gozamos hoy y que arrancó la re
volución energética más importante que experimentó
esta nación desde finales del siglo XIX hasta la fun
dación de la Segunda República en 1948 (Fernández,
2000).
Poco tiempo después, en 1949, se fundó el Instituto
Costarricense de Electricidad (ICE), institución insigne
en la construcción de la soberanía energética que ac
tualmente disfrutamos. Dicha ordenanza constitutiva,
visionaria, oportuna, encomendó al ICE el aprovecha
miento de las fuerzas hídricas para la generación de
energía hidroeléctrica como ruta del fortalecimiento
de la economía nacional y la promoción del bienes
tar de sus habitantes (Amador, 2002). Adicionalmen
te, con el ICE se inició la planificación, construcción y
puesta en marcha de importantes obras de generación
utilizando geotermia, el viento, el sol, la biomasa y las
plantas térmicas de respaldo. Desde que se encendie
ron esas primeras 25 luminarias, ya hace 132 años, la
sociedad costarricense goza de un modelo energético
afirmado en la sostenibilidad, solidaridad, acceso igua
litario y con visión de futuro (Amador & Fallas 1993).
El Sistema Eléctrico Nacional (SEN) está conformado
por la Generación, Transmisión y Distribución y orga
nizado en torno al Instituto Costarricense de Electrici
dad, la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL, S.A.),
la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH,
S.A.), la Junta Administrativa del Servicio Eléctrico de
Cartago (JASEC, S.A.), las Cooperativas de Electrifica
ción Rural (COOPEGUANACASTE, R.L., COOPELESCA, R.L., COOPESANTOS, R.L. y COOPEALFARO, R.L.) y los
generadores privados (Jiménez, 2013). De acuerdo con
Jiménez (2009, 2010), todos están interconectados y
operados por el Centro Nacional de Control de Energía
del ICE, institución que funge como un administrador
y planificador de las necesidades del sistema eléctrico,
siendo además un comprador único y dueño de las
líneas de transmisión eléctrica. Tal modelo de electrici
dad, según Ventura (2012), está basado en el principio
de un monopolio estatal y regulado por la Ley 7593 del
09 de agosto de 1996. Actualmente es un monopsonio
donde el ICE produce y compra energía eléctrica para
venderla o usarla en el segmento de distribución de
forma directa o bien mediante empresas distribuidoras
o cooperativas de electrificación rural, cada una de los
cuales tiene una zona geográfica asignada, correspon
diéndole al ICE las regiones no concesionadas (Jiménez,
2012). Las tarifas son definidas por la Autoridad Regu
ladora de Servicios Públicos (ARESEP) con base en el
principio de servicio al costo.
Sobre la rectoría, el sector energía es competencia del
Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE), y el encar
gado de elaborar el Plan Nacional de Energía (PNE) que
orienta las acciones de largo plazo, así como la expan
sión de la generación, transmisión y distribución eléc
trica. En el segmento de producción de electricidad
es donde se da mayor participación de actores, el ICE
es dominante y antes de las leyes 7200 (Generación
Eléctrica Autónoma o Paralela, 1990) y 7508 (1995),
no había limitación para que empresas de diverso tipo
pudieran participar, estas leyes restringieron y estable
cieron estímulos a la generación privada.
Respecto al Sistema de Transmisión, este se extien
de desde Peñas Blancas (frontera con Nicaragua) has
ta Paso Canoas (frontera con Panamá) y desde Puerto
Limón en el Caribe hasta Santa Cruz, en la Península de
Nicoya. Dispone de un total de 1 083 km de líneas de
transmisión de 230 kV y 727 km de 138 kV. La capaci
dad total de transformación de las 41 subestaciones del
sistema asciende a 7 606 MVA, con 2 633 MVA de ca
pacidad elevadora, 3 494 MVA de capacidad reductora,
1 399 MVA de auto transformación y 80 MVA en reac
tores. Desde 1996 el Sistema Nacional Interconectado
(SNI) abarca el 100% del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
La Dirección Sectorial de Energía (DSE, 2016) y Herrera
(2016) coinciden que en el año 2015, el país registró
una oferta interna de energía primaria de 113 122 TJ, las
contribuciones más importantes provienen de la geo-térmica (48 654 TJ) con un 43%, seguida de la hidráulica
(31 542 TJ) la cual representa un 27,9%. La tendencia de
producción de energía primaria del país (Figura 1) tie
ne un incremento de 3,1% respecto al año anterior y un
crecimiento, de 2,06%, más acelerado que el promedio
registrado en los últimos 10 años.
Figura 1: Distribución de la producción de energía primaria por fuente en
Costa Rica. 2005-2015.
Tomado de Herrera (2016).
Datos de Herrera (2016) señalan que el consumo final
de energía en el año 2015 fue de 165 702 TJ, de los
cuales 27 198 TJ corresponden al aporte primario (16,4%)
y 138 504 TJ (83,6%) al secundario. El sector industrial
utilizó el 71,5% de la energía primaria durante el 2015. El
consumo registrado de energía sin transformar prove
niente de fuentes naturales 100% renovables disminuyó
un 1,9%, mientras que para la secundaria se registró un
crecimiento de 5,8% con respecto al año 2014 (Herre
ra, 2016). El balance energético de Costa Rica funda
mentalmente se centra en dos fuentes comerciales de
energía los hidrocarburos importados y electricidad
a partir de fuentes locales. Esta última basada en un
alto porcentaje en fuentes de energía renovable, con
una tendencia decreciente a expensas de una menor
generación termoeléctrica en los últimos años y nula
durante la mayor parte del 2016 (ICE, 2016 b y c).
Los hidrocarburos, principalmente diésel y gasolina, se
incrementan en el transporte vehicular. Esto hace que
la matriz energética siga siendo altamente dependien
te de los hidrocarburos y, por ende, vulnerable ante
las variaciones del precio del barril de petróleo en los
mercados internacionales. Se complementa el apartado
con la figura 2, que representa un diagrama Sankey so
bre el balance energético del transporte y electricidad
(DSE, 2015), en el se destacan los aspectos más rele
vantes tanto a nivel de sectores y actividades de la
cadena energética como de las diferentes fuentes de
energía primaria y secundaria.
Figura 2. Balance energético nacional de referencia, año 2010.
Fuente: Tomado de Dirección Sectorial de Energía, 2010
La matriz de generación eléctrica es la estructura de participación de las diferentes fuentes de energía en la
producción de electricidad. En el caso de Costa Rica, estas fuentes son tomadas en su mayoría de recursos na
turales renovables, que son transformados en electricidad mediante los diferentes tipos de centrales que operan
en el país (Herrera, 2016). En la figura 3 se resumen los componentes y participación de la generación eléctrica
del 2016.
Figura 3. Matriz eléctrica de Costa Rica.
Tomado de ICE 2016.
Uno de los logros del país más reconocidos a nivel mundial es el alto nivel de energía renovable utilizado para la
generación eléctrica que se ha mantenido a lo largo de su historia, como se puede observar en el Figura 4.
Figura 4. Tendencia de la participación de energía renovable.
Fuente: MINAE, 2015
De acuerdo con el ICE (2015a) el año pasado Costa Rica cerró con 99% de generación eléctrica renovable. El co
municado señala que del 01 de enero al 17 de diciembre se acumularon 285 días con generación 100% sin hidrocar
buros. La energía hidráulica aportó 75% de la electricidad, sumada a la geotermia, superaron 88% de la producción
con fuentes limpias y firmes. El viento, la biomasa y el sol representaron 11% de energías limpias variables. En la
figura 5 se resume la generación eléctrica por consumo nacional en 2015. En lo que respecta a 2016, el país lleva
150 días con electricidad 100% renovable, el comunicado de prensa emitido el 02 de setiembre (ICE, 2016c) indica
que el 16 de junio fue el último día en que necesario encender una planta térmica para respaldo.
Figura 5. Generación eléctrica por consumo nacional, 2015
Fuente. Tomado de ICE, 2016a.
Para mantener este modelo altamente renovable, Costa Rica cuenta con gran cantidad de recursos naturales
energéticos, como se ilustra en el Cuadro 2. La energía solar es teóricamente el recurso doméstico con mayor
potencial de aprovechamiento, su potencial teórico de 576 747 MW, seguido de la energía hidroeléctrica con 7
871 MW y, en menor proporción, la energía biomásica y geotérmica.
Cuadro 2. Potencial de recursos energéticos comerciales.
Fuente | Potencial teórico técnico (MW) | Potencial proyectos identificados (incluye instalado) (MW) | Capacidad Instalada (MW) | % (Instalado/ teórico-técnico) | % (Instalado/ Identificado) |
---|---|---|---|---|---|
Hidroeléctrico | 7 871 | 5689,5 | 1 768 | 22,4 | 31,0 |
Eólico terrestre | 2400 | 894 | 144 | 6,0 | 16,1 |
Geotérmico | 865 | 360 | 195 | 22,5 | 54,1 |
Biomasa | 635 | 122 | 38 | 5,98 | 31,14 |
Solar | 576 747 | 126 | 12,69 | 0,0022 | 10,0 |
Marino | 2 032,7 | 0 | 0 | 0 | 0 |
Tomado de ICE, 2016.
4.Prospectiva energética: breve
La prospectiva energética consiste en la determinación
y análisis de escenarios probables para un determinado
sistema energético (Rojas, 2016). Es una herramienta
que ayuda a identificar tendencias y necesidades fu
turas y lo inminente de la transformación del sistema
energético mundial hacia clústeres diversos, eficientes,
resilientes y de bajo costo (Mesa, 2010). La ciencia de
la prospectiva energética está en los balances y flujos
de energía, en ese contexto, Somoza & Álvarez (2005)
señalan que el 80% de la energía primaria que se utiliza
en el mundo fluye con la quema de carbón, petróleo y
gas natural, combustibles fósiles.
Nadie discute la insostenibilidad de un sistema ener
gético con base fósil, pero hay peso de evidencia
científica de que el mundo evoluciona hacia un nuevo
paradigma económico y que ofrecerá oportunidades
extraordinarias para aprovechar las fuentes de ener
gía renovables a costos casi marginales de cero. Los
promotores del cambio serán las nuevas generaciones,
el internet y un nuevo sistema de energía distribuida
captada del sol, el viento, la tierra y el agua (Riffkin,
2011). La revolución industrial impulsada por el petróleo, y otros combustibles fósiles, está llegando a su final
(Roberts, 2004). El sector energético se enfrenta a
un cambio de rumbo entre las formas de producción
energética tradicional y las alternativas renovables que,
además, permiten una mayor participación de la ciu
dadanía. Sin embargo la lucha se mantiene, el agota
miento de los combustibles fósiles baratos ha hecho
que la industria petroquímica mundial se embarque en
perpetuar la dependencia de los hidrocarburos y seguir
fomentando una in-cultura de despilfarro energético
(Roberts, 2004).
Costa Rica: una aproximación
Cada desafío que enfrenta Costa Rica (sobre desarro
llo sostenible, climático, económico) es en esencia un
desafío energético. El país se mueve gracias a la ener
gía y aunque se cuenta con una matriz eléctrica casi
100% renovable, en el sector transporte se depende de
energía primaria (70%) derivada de hidrocarburos. Sin
duda, se requiere de una verdadera economía nacional
descarbonizada, resiliente y baja en emisiones. Ante
este panorama, es ineludible la planificación y cons
trucción de un modelo de desarrollo nacional con vi
sión de prospectiva que responda a las aspiraciones de una sociedad energéticamente eficiente. Aunque se
han dado pasos incipientes en el diseño y planificación
estratégica de un modelo país eco-competitivo, que
cuenta con una norma nacional y un mercado domés
tico de carbono. A ocho años de la declaratoria de la
carbono neutralidad se fue lo seductor de convertir al
país en carbono neutro, los tiempos de efervescencia
y la agitación internacional, que generó la iniciativa, se
esfumaron (Rojas, 2016). Por lo tanto, el abastecimiento
y uso sostenible de la energía constituyen no solo un
elemento estratégico para el desarrollo país, sino tam
bién implicaciones ambientales, sociales y económicas.
El suministro energético constituye un elemento fun
damental para el funcionamiento del país, por lo tanto,
el uso de herramientas de prospectiva energética faci
litará la evaluación y modelación de diferentes escena
rios de precios, tendencias tecnológicas, de amenazas
y del efecto del ingreso o no de nuevos proyectos
para satisfacer la demanda de energía. En concordan
cia con lo que señala Mesa et al., (2010), es imperativo
anticiparse en la toma de decisiones correctas sobre
los recursos energéticos de Costa Rica. La compleji
dad creciente que está adquiriendo el sector impone la
necesidad de adoptar un enfoque sistémico que con
temple las fuentes, los usuarios, los costos, los impac
tos y las regulaciones.
Es urgente considerar la proyección de largo plazo,
de anticipar transformaciones estructurales, políticas,
económicas y ambientales que demanda la sociedad
costarricense en temas energéticos. Por lo tanto, el
ejercicio de la prospectiva requiere abandonar los ca
talejos del corto plazo. El futuro al que se aspira será
posible solo si se deja de ver el árbol, se mira hacia el
bosque y se anticipa en la construcción del país que se
desea en los próximos 50 o 100 años. Es necesario de
rribar el convencionalismo y la hegemonía del petróleo
y migrar hacia un nuevo ecosistema que fluya con el
aporte de energías renovables no convencionales (del
sol, del mar y/o bioenergías).
¿Está Costa Rica preparada para el salto prospectivo?
Se han hecho algunos intentos por anticipar el futuro,
sin embargo aún falta. Para ese salto, no son suficien
tes las aspiraciones (como el proyecto Costa Rica siglo
XXI), los informes (Estado de La Nación) o los planes
(Plan Nacional de Desarrollo, Plan Nacional de Energía).
Se requiere mucho más, es necesario desarrollar escenarios de prognosis y predicción científica sobre
el uso de los recursos energéticos. Será fundamental
saber para dónde se va, tener claro cuál es la visión
país y la imagen energética objetivo de las próximas
décadas. Dicha hoja de ruta necesita financiamiento,
precisa el apoyo de las instituciones del Gobierno, de
las universidades e institutos de investigación para
consolidar un portafolio de energías renovables con
vencionales y emergentes. Urge invertir en autonomía,
eficiencia y gobernanza energética, en redes inteligen
tes y en robustecer iniciativas de innovación y tecno
logías de punta. Se debe generalizar el uso de autos
y trenes eléctricos y en general la electrificación del
transporte. Es inminente el crecimiento exponencial del
uso de internet de las cosas, el incremento de siste
mas de generación distribuida, de la autogeneración y
con ellos la revolución de los prosumers como agentes
del cambio capaces de generar contenido, opiniones y
exigencias para un futuro energético sostenible.
En prospectiva, Costa Rica experimentará una profunda
transformación económica, social, demográfica, tec
nológica y ecológica. Por lo tanto, la planificación ener
gética de largo plazo no es una opción, es una obli
gación, es un desafío complejo que requiere diálogo
y acuerdos que trasciendan, incluso, los períodos de
Gobierno. No es una tarea sencilla, pero el costo de no
hacerlo alejaría el país de toda aspiración de avanzar
con sustentabilidad. Sin prospectiva, ineludiblemente,
el país quedará anclado y a merced de los dogmas
y paradigmas del cortoplacismo (Rojas, 2016). En los
siguientes apartados se presentan los instrumentos de
política más importantes con las que cuenta el país
para avanzar en prospectiva energética.
2015-2018: visión de corto plazo
Es mandatorio hacer referencia del Plan Nacional de De
sarrollo (PND) 2015-2018, ya que marca el derrotero del
actual gobierno, del país y por lo tanto del sector ener
gético. Por su contenido e implicaciones resulta cita
obligatoria y condición ineludible para la correcta for
mulación de planes, programas y proyectos en la fun
ción de avanzar en las aspiraciones de una Costa Rica
energéticamente sostenible, resiliente e integralmente
desarrollada. El plan contempla una serie de pilares estratégicos, prioridades y objetivos indispensables, así
como una hoja de ruta sobre la gestión pública para
una sociedad cimentada en la equidad, el conocimien
to, la innovación, la competitividad, la transparencia y
el desarrollo energético renovable y limpio (PND, 2015).
La formulación del PND 2015-2018 enruta la visión de
desarrollo de corto plazo. Este referente de la realidad,
acompañado por orientaciones políticas emanadas
del Programa de Gobierno, es una base para las pro
puestas programáticas y la definición de la estrategia
establecida en el PND (MIDEPLAN, 2014). El análisis de
la realidad nacional científica, tecnología y de las tele
comunicaciones evidencia que además de los bajos
montos presupuestarios asignados, existen grandes
desafíos. La planificación prospectiva coadyuva en
esta tarea, ya que permite fortalecer la toma de de
cisiones públicas y fortalecer la gestión institucional.
La visión prospectiva sitúa el horizonte, más allá del
período de gobierno y establece una perspectiva de
análisis y de acción más estratégica, de mayor tem
poralidad, donde el tiempo de gobierno se convierte
en una fase necesaria y sustantiva, pero cuyo impacto
dependerá de prolongar resultados en el tiempo. Este
PND 2015-2018, intenso en planteamientos y acciones,
alcanza para una mirada de corto aliento.
¿Cómo se visualiza Costa Rica en
el 2030?
El VII Plan Nacional de Energía 2015-2030 (PNE) pro
pone una mirada energética para las próximas décadas.
Está organizado en pos de un desarrollo energético
sostenible y bajo en emisiones. Sigue las orientacio
nes del Plan Nacional de Desarrollo 2015-2018 en dos
objetivos sectoriales: Objetivo sectorial 2: “Fomentar
las acciones frente al cambio climático global, median
te la participación ciudadana, el cambio tecnológico,
procesos de innovación, investigación y conocimien
to para garantizar el bienestar, la seguridad humana y
la competitividad del país” y el Objetivo sectorial 3:
“Suplir la demanda de energía del país mediante una
matriz energética que asegure el suministro óptimo y
continuo de electricidad y combustible promoviendo
el uso eficiente de energía para mantener y mejorar la
competitividad del país” (PND, 2015).
El PNE considera de manera unificada los sectores de
energía y transporte. Para el sector electricidad, las
principales orientaciones son:
• Introducir cambios en el Sistema Eléctrico Nacio
nal para elevar la eficiencia energética, el ahorro y
lograr un mejor manejo de la demanda eléctrica.
electricidad y elevar la eficiencia de la gestión de
las entidades públicas del sector electricidad.
Relacionadas con el sector de transporte, la política
energética incorpora las siguientes orientaciones:
• Promover sistemas eficientes de transporte co
lectivo que sean ambientalmente más limpios y
mitiguen los efectos del calentamiento global.
• Promover el uso de combustibles alternativos en
el sistema de transporte para disminuir la depen
dencia de los hidrocarburos y la emisión de gases
contaminantes.
• Mejorar las normas para la importación de vehícu
los nuevos y usados para estimular el rendimiento
energético y la reducción de la contaminación.
•
El PNE 2015-2030 se sustenta en una visión compren
siva e integrada de las dimensiones que impactan la
realidad energética nacional. El plan aspira a enfrentar
los retos más apremiantes en materia energética que
enfrenta actualmente el país y a provocar transforma
ciones profundas en los procesos de producción, dis
tribución y consumo de energía. Importante enfatizar
que este plan lanza el desafío de dar un salto cualita
tivo hacia un horizonte con predominancia de un bajo
nivel de emisiones en la economía nacional, el desarro
llo de procesos de generación y uso de energía más
respetuosos de los límites del entorno natural, la cons
trucción de una matriz energética capaz de sostener la
competitividad de las industrias nacionales y una ma
yor contribución del sector de energía a la calidad de
vida de la población.
Desde la visión de prospectiva, el nuevo PNE aspira a
que el país consiga:
• Un nivel cualitativamente superior de eficiencia
energética, tanto en lo que respecta al consumo
de energía como a su generación, transmisión y
distribución.
• Una economía nacional con un nivel de emisiones
de gases de efecto invernadero significativa
mente menor al actual, debido a la reducción de
la dependencia de los hidrocarburos para generar
electricidad
• Aumento de la eficiencia energética de los vehí
culos movidos por hidrocarburos, así como la in
corporación de vehículos eléctricos e híbridos en
la flota vehicular
• Una sociedad costarricense con mayor capacidad
para evitar y mitigar los impactos ambientales de
los procesos relacionados con los servicios de
electricidad y transporte.
• Una matriz eléctrica nacional capaz de satisfacer
de manera sostenida el aumento en el tiempo de la
demanda de energía.
• Un sector de electricidad en condiciones de apro
vechar y adaptar los cambios tecnológicos mun
diales para mantener y aumentar la participación
de las fuentes de energía renovables en la matriz
eléctrica nacional
tiva de los tiempos de transporte de personas y
mercancías, costos unitarios de transporte público
y privado y el aumento en la calidad de vida de
rivado de la mejora sustancial de los procesos de
transporte.
2014-2035: Una hoja de ruta
fundamental
El Plan de Expansión de la Generación (ICE, 2014) es
el marco de referencia para los propósitos de planea
miento, de mediano y largo plazo, del sector eléctrico
del país (ICE, 2014). El PEG 2014-2035 esquematiza las
estrategias de desarrollo eléctrico, las posibilidades
tecnológicas y las necesidades de recursos en el futu
ro. Unifica a todos los participantes en el sector elec
tricidad, en temas tan amplios como determinación de
inversiones, fijación de tarifas y estudios de mercado
(ICE, 2014). Según se indica en ICE (2014), el PEG se
alinea con las políticas nacionales sobre energía en los
siguientes seis aspectos: Ambiente y Desarrollo, De
pendencia del Petróleo, Fuentes Renovables, Mercado
Eléctrico Regional, Inversiones en Generación y Costos
de la Energía.
El plan es un instrumento basado en prospectiva ener
gética, una apuesta de oferta eléctrica de las próximas
décadas. Cumple con una serie de criterios estadís
ticos, económicos y ambientales, dentro del marco
de las políticas nacionales e institucionales en materia
energética. Cubre el horizonte de planeamiento 2014–
2035, dentro del cual se diferencian tres períodos. El
primero es sobre obras en construcción y abarca hasta
el año 2017, ahí sobresale el proyecto hidroeléctrico
Reventazón de 305 MW, que entró en operación este
año. El período intermedio va del 2018 al 2025 y un
período de referencia que llega hasta el 2035 y cuyo
propósito es servir como guía sobre las necesidades
futuras de recursos energéticos (ICE, 2014).
Dentro de las novedades de Plan de Expansión reco
mendado resaltan la introducción del gas natural en
el 2025, para ser utilizado en ciclos combinados de
alta eficiencia. Adicionalmente, en el corto plazo (2019)
aparece la ejecución del proyecto geotérmico Pailas
II, de 55 MW, y la adición de nueva capacidad reno
vable del orden de 50 MW en el 2018. Es importante
destacar la nueva capacidad térmica en el 2021, para
minimizar el costo total de inversión y operación del
sistema. La capacidad térmica es necesaria para reducir
el costo de la energía, y para servir de primer paso para
la introducción del gas natural. Si el país decide avanzar
con el gas natural, estas plantas se usarán como base
para instalar un ciclo combinado y la infraestructura de
importación y almacenamiento del gas. Es importante
indicar que en todos los planes resalta el beneficio de
disponer de nueva capacidad geotérmica. Los tres pri
meros proyectos, Pailas II, Borinquen I y Borinquen II, se
encuentran fuera de parques nacionales y tienen estu
dios de factibilidad positivos. Posteriores desarrollos
requerirán estudios y en algunos casos, podrían no ser
ejecutables, por estar en zonas protegidas (ICE 2014).
recomendado 2014-2035: Un
En el cuadro 3 se presenta el plan de expansión re
comendado. Este corresponde al programa de obras para atender el escenario medio de demanda. El valor presente para el período 2014-2035 es $5 586 millones. El
crecimiento esperado de la capacidad instalada puede verse en la Figura 6. Hacia el final del período la capacidad
instalada alcanza los 6 124 MW, con una tasa de crecimiento anual del 4.0% entre el 2011 y el 2024. La generación
esperada del período 2014-2035, por fuente de energía, será 74% hidroeléctrica, 15% geotérmica y un 9% de fuen
tes eólicas, biomásicas y solares (Figura 7). El térmico, usado solo como complemento de las renovables, cubrirá
el 2% de la generación total (ICE, 2014).
Cuadro 3. Plan de Expansión Recomendado
Fuente: Tomado de ICE, 2014.
.
Fuente: Tomado de ICE, 2014.
Fuente: Tomado de ICE, 2014
10 Prospectiva y Transporte.
De acuerdo con Herrera (2016), para el año 2015 el parque vehicular del país ascendió a 1 255 360 unidades, de
las cuáles un 62,8% son vehículos particulares, las motocicletas y la carga liviana (17,4 y 13,5% respectivamente).
La flota ha crecido a una tasa promedio sostenida cercana al 7% (Figura 8), pero en los últimos 10 años las
motocicletas han aumentado a un porcentaje mayor (10%). La tasa de vehículos por cada 1 000 habitantes pasó
de 204 en 2011 a 262 en 2015.
En correspondencia con Koepff (2015), Costa Rica ne
cesita una nueva perspectiva de transporte público de
largo plazo. A pesar de la importancia que reviste para
la sociedad costarricense, la red de transporte público
no cumple con las necesidades de una ciudad que se
enfrenta al siglo XXI. El mal funcionamiento del trans
porte público, especialmente en la Gran Área Metropo
litana (GAM) y ciudades satelitales, genera una serie de
perjuicios para la salud pública, el turismo, el medioam
biente y también para el sector empresarial del país.
Las señales que aparecen sobre la planificación futura
del transporte, ensanchan la brecha que existe entre
las aspiraciones que tiene el país por liderar el desarro
llo y la sostenibilidad. Hay problemas serios debidos
a la burocracia, tramitología, financiamiento y decisio
nes políticas. Tal coctel de indecisiones ha paralizado
la visión de prospectiva que debe ejercer uno de los
ministerios más importante de la República.
Sin visión de planificación futura no es posible em
prender propuestas con el potencial de aliviar la si
tuación y hacer el sistema más eficiente. Sin rumbo,
están paralizadas iniciativas novedosas tales como la
electrificación del transporte masivo, la sectorización,
la reorganización de las paradas y la construcción de
un tren eléctrico. No contar con un buen sistema de
transporte público moderno, dinámico y eficiente, nos
empobrece, nos endeuda, perjudica el interés público,
bloquea una serie de beneficios turísticos, detiene el
crecimiento económico y aumenta los problemas en
la salud pública.
El sector transporte, por definición, está asociado con
un consumo intensivo de energía que es de naturale
za creciente y singularmente perjudicial para el medio
ambiente, debido al incremento de las emisiones de
gases de efecto invernadero, humo y ruido. Un servi
cio público con estas características, no sólo perjudica
la calidad de vida de quienes lo utilizan a diario, sino
que invita a las personas –que tienen opción– a buscar
en su vehículo particular el transporte cotidiano (Gon
zález, 2013 y Koepff, 2015).
Las políticas públicas en transporte emanan obra gris,
infraestructura y redes de conectividades. En un se
gundo plano está el imperativo de atender el mayor
desafío energético del país, reducir la factura petrolera,
las emisiones y las externalidades asociadas al uso in
discriminado de vehículos particulares. Este sector via
ja en dirección contraria a las pretensiones y objetivos
de desarrollo sostenible que ha marcado y caracteriza
do el rumbo del país. Como lo indica Abarca (2014) el
actual modelo es energéticamente “insostenible” y su
evolución está sujeta a trasformaciones estructurales
y de funcionamiento. El país no podrá desprenderse
del uso de hidrocarburos, por las necesidades del sec
tor transporte, en al menos tres décadas, por lo que la
clave es mejorar la calidad de los combustibles (Semi
nario Universidad, Octubre 2015).
Figura 9. Número de leyes por sub período según tipo de fuente
Fuente: Tomado de Betrano, 2015.
El marco normativo es la tercera tendencia, su conteni
do y evolución parecen limitar las aspiraciones país en
cuanto a incursionar en fuentes renovables emergen
tes. De un reciente estudio, presentado por Betrano
(2016), sobre 117 leyes en materia de energía aprobadas
entre 1950 y 2014, concluye que es recurrente la habi
litación legal por el uso de hidrocarburos e hidroelec
tricidad, y es menos prolijo en la promoción de otras
fuentes renovables, como la solar, eólica o biomasa
(Figura 9). El marco normativo crea un cuello de botella
que, combinado con los patrones de comportamiento
de la población, refuerzan al sector transporte como el
gran consumidor de combustibles.
Es claro que se han hecho esfuerzos por modificar el
sistema de transporte hacia uno más eficiente, soste
nible y bajo en emisiones. Sin embargo es necesario
incluir la prospectiva en el proceso de planificación
del transporte. Es urgente acoplar el transporte con
la demanda de energía. Es imprescindible satisfacer
permanentemente las necesidades básicas de la so
ciedad en términos de movilidad y accesibilidad. Una
red de infraestructura de transporte, individual y co
lectivo, correctamente planificada, es un prerrequisito
para cualquier sociedad que pretenda ahorrar energía
y garantizar el acceso a las actividades económicas y
servicios a nivel mundial.
En concordancia con el Foro Económico Mundial (2011),
la planificación futura del transporte reducirá el con
sumo de energía, bajará las emisiones de gases de
efecto invernadero y permitirá a los usuarios cumplir
en forma segura y a tiempo sus actividades. Planificar
el futuro de los sistemas de transporte es una condi
ción imperativa en el cometido de disminuir la factura
petrolera de nuestra matriz. Bajo esa premisa, el ejer
cicio de prospectiva contribuye con instrumentos de
análisis y estudios inter/multi-disciplinarios orientados
a pronosticar el comportamiento, a largo plazo, del
transporte de personas y bienes, con el fin de identifi
car aquellas opciones capaces de generar los mayores
beneficios económicos y sociales en un entorno ener
géticamente eficiente.
Allen (2011) señala que la prospectiva para el sector
transporte debe partir de un proceso de reflexión y
análisis de múltiples criterios. Destaca que la eficiencia
no es solo obra gris, sino de la energía que se requiere
para transitar eficientemente por buenas carreteras, en ahorrar tiempo y en crear condiciones de calidad de
vida de los actuales y futuros usuarios. Tal progno
sis lanza el desafío de que el sistema de transporte
futuro diversifique las opciones de movilización me
diante nuevos puentes, carreteras, túneles, puertos,
estaciones de ferrocarril y pistas de aeropuerto que
acorten distancias, tiempos y energía (Allen, 2011). Bajo
el marco prospectivo debe estimularse el transporte
colectivo (bicicleta y a pie), evitar el automóvil, el taxi
y la motocicleta.
El Plan Nacional de Transportes de Costa Rica 2011
2035 del MOPT, es un buen intento de planificar, a cor
to, medio y largo plazo, el desarrollo de infraestructura
vial. Es un avance hacia la modernización y adecuación
de las redes de transporte con las necesidades actua
les y futuras del país (MOPT, 2011). La política se ha
enfocado en invertir la mayor cantidad de dinero en
carreteras y vehículos. Sin embargo, es omiso de los
temas energéticos y ambientales. El plan no considera
factores relacionados con la quema de combustibles
fósiles, eficiencia energética o emisiones de gases de
efecto invernadero. Le falta acoplamiento con la reali
dad nacional respecto a la sostenibilidad ambiental. Por
lo tanto, no alcanza las pretensiones de ser la hoja de
ruta que requiere Costa Rica en transporte y eficien
cia energética. De acuerdo con González (2013), los y
las costarricenses merecen un sistema de transporte
público moderno y eficiente, que mejore las condicio
nes de uso actuales. La discusión pública debe estar
centrada en propuestas concretas; porque Costa Rica
tiene ideas, pero carece de compromisos y decisiones
políticas para mejorar el sistema de transporte público.
La prospectiva de modernización del transporte públi
co busca alternativas de movilidad, convenientes, có
modas y accesibles. Planificar el futuro del sistema de
transporte de personas, bienes y servicios proporcio
nará una variedad de beneficios, reducirá los impactos
ambientales, la congestión vehicular, la contaminación
sónica, el consumo de hidrocarburos y aprovechará
mejor la red vial existente (Mezger, 2016). Pensar en
prospectiva no es una opción es una obligación, el au
mento del parque automotor y el caos vial diario se
mueve en dirección contraria de la independencia del
petróleo, de la des-carbonización y de la meta país de
llegar a la carbono neutralidad. Es mandatorio moder
nizar e innovar el sistema de transporte en Costa Rica.
Es necesario implementar la sectorización y las rutas troncales para facilitar el traslado rápido en autobuses,
ejecutar la integración de los modos de transporte, las
tarifas unificadas y el cobro electrónico (Abarca, 2014).
público
Existen alternativas para mejorar el transporte en
Costa Rica. A continuación se resumen algunas inicia
tivas:
mantenimiento y recarga de vehículos 100 % eléc
tricos.
uso de las mejores tecnologías automotrices. Por
ejemplo la “Ley de Incentivos y Promoción para el
Transporte Eléctrico, No. 19744.
tar un modelo tarifario que sustente las inversiones
empresariales.
renovables no convencionales
De acuerdo con Jara (2006) las energías renovables
no convencionales (ERNC) son un conjunto de fuen
tes energéticas que por razones económicas, dispo
nibilidad, limitaciones tecnológicas o por barreras de
ingreso no forman parte de las opciones que tradi
cionalmente son incorporadas a escala significativa
en los sistemas de generación. Son una oportunidad
para la diversificación de la matriz energética, ya que permitirán reducir las necesidades y dependencia de
desarrollo de las fuentes convencionales. Actualmente,
existen diferentes grados de utilización y de conoci
miento acerca de estas fuentes, por lo que se requiere
planificar de manera integral su desarrollo (PNE, 2015).
Según Rojas & Portilla (2016), las crecientes necesida
des energéticas globales y la gravedad de los efectos
ambientales, económicos y sociales derivados del fe
nómeno de mega-escala del calentamiento global, exi
gen promover e impulsar en forma significativa nuevas
fuentes de energía renovable y sostenible que asegu
ren el suministro energético del planeta, de la mano con
la conservación. En los albores del siglo XXI la sociedad
reconoce el problema del uso de los combustibles fó
siles, de su inminente agotamiento y de los impactos
ambientales asociados. Por esta razón son cada vez
más los esfuerzos que se suman para evitar, reducir,
mitigar o compensar tales afectaciones.
Tal como lo indica Jara (2003, 2006), los países desa
rrollados han comenzado a inclinarse por una agenda
energética que promueva y fomente la expansión de
las ERNC, como uno de los pilares fundamentales, para
disminuir la dependencia energética de los combusti
bles fósiles y, a su vez, cumplir con sus cuotas de re
ducción de emisiones de gases de efecto invernadero
suscritas por la mayoría de naciones en el Protocolo
de Kioto y ratificadas en la COP21. Bajo el enfoque de
prospectiva, Cordeiro (2016) recomienda incentivar las
ERNC, su incorporación en la matriz energética acelera
el progreso y madurez tecnológica, canaliza la pre
ocupación general de la sociedad por los problemas
globales derivados por el uso de los hidrocarburos y
administra gradualmente la independencia energética.
Además y en concordancia con lo señalado por Jara
(2003 y 2006) las ERNC dinamizan encadenamientos
productivos, aumentan los beneficios económicos y
promueven nuevas oportunidades de empleo.
Rojas y Portilla (2016) señalan que el Instituto Costa
rricense de Electricidad (ICE) ha consolidado un plan
estratégico 2016-2035 una propuesta de planificación
visionaria de mediano y largo plazo. Su objetivo es
promover el estudio, investigación, innovación y apro
vechamiento de fuentes renovables no convencionales
para generación eléctrica, procurando su incorporación
escalonada al sistema eléctrico de Costa Rica, de modo
que contribuyan a la consolidación de la matriz elec
tro-energética nacional, a la sostenibilidad y a reforzar
las políticas nacionales contra el cambio climático.
En prospectiva, el plan estratégico constituye una reflexión sobre escenarios energéticos para los próximos
20 años. El plan operativo es un clúster de fuentes energéticas que refuerzan la voluntad y visión del país en
cuanto a fortalecer el actual modelo de desarrollo eléctrico, en su carácter solidario y sostenible, mejorándolo
y optimizándolo. El punto de partida son los potenciales que han sido identificados en las diversas fuentes no
convencionales (Cuadro 4). La energía solar, con 576 747 MW de potencial técnico, sin duda constituye por mu
cho el mayor recurso renovable disponible para Costa Rica. En segundo lugar la energía eólico-terrestre con 2
400 MW, incluso la energía marina (oleaje y corrientes) presenta un interesante potencial técnico de 2 032 MW
(Rojas & Portilla 2016).
Fuente | Potencial teórico bruto (MW) | Potencial teórico técnico (MW) |
---|---|---|
Solar fotovoltaico | 8 403 094 | 576 747 |
Eólico terrestre | 1 226 400 | 2 400 |
Marino | 2 111 | 2 032 |
Biomasa | 15 643 | 635 |
Fuente: Tomado de Rojas & Portilla (2016).
Para las acciones de corto plazo hay un plan operativo 2016-2019 (Rojas & Portilla, 2016). Es una selección priori
zada de programas y proyectos que reúnen una serie de características para el impulso de este tipo de fuentes
de energía en el corto plazo. Actualmente el portafolio cuenta con 32 proyectos priorizados para ser ejecutados
entre el 2016 y el 2019. La calendarización considera el carácter estratégico, cierre de brechas, abundancia y
costos de energía. Rojas & Portilla (2016) concluyen que tanto el plan estratégico como el operativo resultan
instrumentos adecuados para la planificación, de mediano y largo plazo, de fuentes de energía renovable no
convencional de Costa Rica. Ambos constituyen mecanismos efectivos para ejecutar programas y proyectos
hacia la diversificación y consolidación de la actual matriz energética. El futuro electro-energético de Costa Rica
debe continuar siendo renovable. Los recursos con que contamos y las características de nuestra matriz actual
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