TIANXIA: construcción de la gobernanza global

 

Investigadores:

Jean-Paul Vargas Céspedes[1]

Instituto Centroamericano de Administración Pública

San José, Costa Rica

ORCID: 0000-0003-3255-9872

 

Ronny Viales Hurtado[2]

Universidad de Costa Rica

San José, Costa Rica

ORCID: 0000-0001-6024-2237

 

Resumen

Comprender la China contemporánea exige un esfuerzo por dejar de lado un conjunto de teorías y enfoques propios de la sociedad occidental, requiere de una disciplina para abrirse e intentar comprender una trayectoria histórica rica y variada de corrientes intelectuales tradicionales chinas, entre las que destaca el taoísmo, el budismo y el confucianismo. Es partir de China como centro y método, una provocación que poco a poco será hilvanada en el desarrollo de estas reflexiones. Este artículo busca decodificar el Tianxia; un concepto amplio, diverso y profundo -por su carácter dinámico e inmerso en la cultura milenaria de China- y su aplicación en la visión de la gobernanza global por parte de la República Popular China, una propuesta conceptual inmersa en la práctica, una relación de influencia mutua en constante evolución.

 

Palabras clave: TIANXIA, REPÚBLICA POPULAR CHINA, GOBERNANZA GLOBAL 

 

Summary

Understanding contemporary China requires an effort to put aside theories and approaches typical of Western society; it requires a discipline to open up and try to understand a rich and varied historical trajectory of traditional Chinese intellectual currents, among which Taoism stands out Buddhism and Confucianism. This article seeks to decode the Tianxia; a broad, diverse and profound concept - due to its dynamic character and immersed in the ancient culture of China - and its application in the vision of global governance by the People's Republic of China, a conceptual proposal immersed in practice, a relationship of mutual influence in constant evolution.

 

Keywords: TIANXIA, PEOPLE'S REPUBLIC OF CHINA, GLOBAL GOVERNANCE.

 

Recibido: 01 de noviembre de 2023

Aceptado: 24 de noviembre de 2023

DOI:


Introducción.

El documento que el lector tiene en sus manos emana del interés por decodificar el Tianxia un concepto amplio, diverso y profundo -por su carácter dinámico e inmerso en la cultura milenaria de China- y su aplicación en la visión de la gobernanza global por parte de la República Popular China, una propuesta conceptual inmersa en la práctica, una relación de influencia mutua en constante evolución.

Este concepto logra difundirse en Occidente desde la trinchera de la Academia de Ciencias Sociales de China a finales del 2019 - previo a la crisis de la pandemia de la Covid-19- por el Prof. Zhao Tingyang, y de forma complementaria un grupo de intelectuales chinos que recuperan la tradición intelectual milenaria de ese país (Huning, 1988) (Jilin, 2018) (Keping, 当代中国文化的转型, 2019) (Qing, 2021)

A finales del segundo e inicios del tercer mandato del presidente Xi Jinping se adoptan una serie de políticas durante la pandemia y posterior al proceso de reapertura global de esa nación, lo cual constituyó un aliciente para retomar la visión de gobernanza global con peculiaridades chinas, un contexto geopolítico caracterizado por la ausencia de lo que se podría denominar un administrador general del sistema -global system manager-.

Para Quin los académicos chinos se han formulado dos preguntas: a) si es razonable aplicar exclusivamente teorías occidentales para interpretar de manera general los asuntos mundiales y, en particular, las prácticas no occidentales y b) si la cultura tiene importancia en la construcción de las teorías de las relaciones internacionales (Quin, 2012).

Siguiendo el enfoque de Quin, se recupera el concepto de Tianxia como visión de gobernanza global por parte de la República Popular China, desde una visión integral de un conjunto de iniciativas globales, desde las cuales emerge con mayor fuerza el liderazgo de China en la nueva era.

A diferencia de la República Popular China, durante la presidencia de Hu Jintao (2003-2013) expuso un menor protagonismo hacia la comunidad internacional, en el periodo de Xi Jinping (2013 en adelante) se evidencia varios giros entre ellos un mayor protagonismo en el liderazgo chino en la conducción de los asuntos globales. Mientras que con Hu Jintao la armonía se convertía en su piedra angular en su construcción narrativa, la construcción de un sistema global de valores compartidos tiende a ser la fuerza de gravedad narrativa de Xi Jinping.

La idea de los valores civilizacionales se posiciona con mayor fuerza en la comunidad internacional desde la Iniciativa de la Franja y la Ruta -y sus posteriores derivaciones-, la Iniciativa de Desarrollo Global, la Iniciativa de Seguridad Global y la Iniciativa de Civilizaciones Global. Un proceso de constante transformación y cambio, el cual ha evidenciado durante los años de gobierno de Xi Jinping, la transformación es algo de cada día y prácticamente cada semestre se hace el anuncio de un aporte de China a la humanidad.

Las propuestas que nacen de China para una humanidad con destino compartido, requiere la necesidad de que los estados cuenten con la capacidad de interpretar un conjunto diverso y complejo de posibilidades futuras en un contexto diversas incertidumbres, y si en estos marcos pueden operar para identificar los problemas y oportunidades del presente y del futuro con políticas y acciones diplomáticas basadas en modelos de gobernanza multinivel, con criterios de legitimidad, responsabilidad, eficacia y eficiencia (Axelrod, 1976)

 

  1.                     El estudio de la China en la nueva era

Comprender la China contemporánea exige un esfuerzo por dejar de lado un conjunto de teorías y enfoques propios de la sociedad occidental, requiere de una disciplina para abrirse e intentar comprender una trayectoria histórica rica y variada de corrientes intelectuales tradicionales chinas, entre las que destaca el taoísmo, el budismo y el confucianismo. Es partir de China como centro y método, una provocación que poco a poco será hilvanada en el desarrollo de estas reflexiones.

La tradición china parte de un proceso de transformación continua -una dialéctica histórica siempre presente-, en la cual el núcleo de la cultura son los valores y por ende el proceso de transformación cultural es algo inevitable y necesario, lo cual a su vez exige una notoria diferencia entre confianza cultura e identidad cultural, siendo esto un preludio para el proceso de emancipación del pensamiento, la modernización cultural en China es un proceso holístico de cambio social.

Un proceso de crítica, de revisión, de reconstrucción y claridad, cuyos resultados son expuestos a la comunidad global de forma posterior, en una forma de compartir el sueño chino. La modernización cultural china es en realidad un proceso de transformación de la élite intelectual de China, después de la reforma y apertura, constituye una historia que transita en un proceso de materialismo dialéctico. (Keping, 当代中国文化的转型, 2019).

La transformación siempre es necesaria pues dota una fuerza vital para adaptarse de forma correcta a los nuevos tiempos, pero esta transformación no es para criticar y negar la cultura tradicional china, tampoco para imitar ciegamente o para copiar las cosas occidentales, es necesario revivir la cultura tradicional china y centrarse en los principios y valores de la tradición con miras a los desafíos globales actuales. Esta es en esencia la comprensión de China como método.

La conciencia cultural es una especie de auto-despertar de las élites intelectuales, autoridades de gobierno y empresarios chinos a la cultura en respuesta a los desafíos de la globalización. La globalización cultural no es simplemente la homogeneización y simplificación de las culturas nacionales, sino la formación de diversas culturas nacionales. La interconexión inseparable ha generado cada vez más consenso global sobre los problemas que enfrenta la humanidad (Keping, 当代中国文化的转型, 2019)

Las propuestas de un conjunto de iniciativas globales para la humanidad del presidente Xi Jinping se dan en un contexto en el cual se da una relación dialéctica entre globalización y desglobalización, un proceso cargado de incertidumbres e interdependencias sin conceptos suficientes, adecuados y útiles para la toma de decisiones estratégicas. En este contexto, se siguen manteniendo los intereses de los estados-nación sin la visión de promover el bienestar universal.

Siguiendo el pensamiento de Zhao Tingyang esta bifurcación entre más globalización o desglobalización, lleva a la diferencia entre filosofía para el mundo y filosofía del mundo; según este autor cualquiera puede tener una filosofía del mundo a partir de los propios horizontes, de igual forma cualquier estado puede tener su visión del mundo acores a los intereses nacionales; sin embargo, es importante superar esta lectura a efectos de avanzar hacia una filosofía mundial, después de todo el fracaso de la política mundial ha sido el fracaso de una construcción filosófica capaz de integrar el conjunto de visiones y sus diferencias en una puesta en común (Tingyang, 2009)

El objetivo del estudio Tianxia: construcción de la gobernanza global es clarificar dicho constructo conceptual desde la gobernanza global y la tradición intelectual china.

Esta aproximación invita al desarrollo de una capacidad de entendimiento desde los marcos cognitivos desde el otro; es decir, evita analizar esta realidad desde las posturas epistemológicas y conceptos tradicionalmente occidentales, para lo cual implica en el desafío de la exploración y la profundización de un conjunto de ideas y conceptos propios de la filosofía china para rasgar una visión limitada de esta gobernanza global de China en la nueva era (Tingyang, 2021).

 

  1.            La recuperación de la tradición intelectual para la modernización

La recuperación de la tradición intelectual china desde el Tianxia es parte de esta necesaria modernización de la República Popular China en una combinación con sus más altos valores y tradiciones culturales. Los principios y valores de esta evolución cultural del sistema del Tianxia toman vida, se integran y se transforman mutuamente desde las iniciativas globales impulsadas por dicho país.

Si las iniciativas globales responden a la dimensión estratégica, la cooperación Sur – Sur puede ser interpretada como la dimensión táctica del sistema del Tianxia; por ello, las tres secciones de esta investigación, la primera de ellas aborda las bases conceptuales y filosóficas, la segunda la apertura de la República Popular China en un liderazgo global desde la visión de países en desarrollo y la tercera una nueva forma de entender la cooperación Sur – Sur basada en relaciones ganar – ganar y de beneficio mutuo.

La emergencia de China en esta nueva era se abre al mundo desde el respeto, la tolerancia y la convivencia pacífica; en un apego irrestricto a la Carta del Sistema de las Naciones Unidas y de una forma de entender el mundo desde el multilateralismo genuino en contraposición a las visiones hegemonistas y el matonismo emanado desde la política exterior.

Una China que fortalece su economía nacional y a la vez impulsa una globalización basada en el ser humano y el respeto de la naturaleza. En este recorrido, se destaca una fidelidad al liderazgo central del Partido Comunista Chino -PCCh- quien a su vez se encuentra en una lucha abierta contra la corrupción que afecta los intereses de sus poblaciones.

Las teorías, directrices, principios y políticas del PCCh son las fuentes constantes de las cuatro consciencias que orientan los marcos cognitivos de ese país, un proceso tendiente a la concienciación de la ideología, la situación general, el núcleo y la línea.

Estas cuatro consciencias están presentes en la narrativa de ese país: (a) el entendimiento de la política desde una relación dialéctica histórica y material, (b) los intereses generales centrados siempre en el pueblo y la armonía con la naturaleza, (c) el núcleo dirigente y su permanente lucha contra la corrupción, y (d) el alineamiento entre todas las acciones estratégicas y tácticas, siendo el cambio un proceso permanente de transformación y rejuvenecimiento de la sociedad china.

Una transformación que es posible desde las cuatro consciencias y las cuatro convicciones: (a) el camino, (b) la teoría, (c) el sistema y (d) la cultura. La lucha centenaria del PCCh ha abierto el camino correcto para materializar la gran revitalización de la nación. En la época moderna, la nación china, creadora de una espléndida civilización, sufrió una serie de profundas y graves crisis que le imposibilitaron dar continuidad a su civilización, presentando ante el resto del mundo una imagen de languidez y decadencia.

Durante los últimos cien años, el Partido ha dirigido al pueblo en incansables luchas y continuas empresas, abriendo el correcto camino para materializar la gran revitalización de la nación china. De la fragmentación y la arena dispersa, a una unidad de alto grado y una cohesión entre las etnias; de la pobreza, la debilidad y el atraso a un nivel de vida por lo general modestamente acomodado, la prosperidad y la fortaleza; y del sucumbimiento a los ataques y el sometimiento a toda clase de humillaciones a la independencia y una firme confianza en sí misma, China ha completado en solo unos decenios el mismo proceso de industrialización que los países desarrollados tardaron varios siglos en culminar, y ha obrado dos milagros, el de su rápido desarrollo económico y el de su duradera estabilidad social. Actualmente, la nación china muestra al resto del mundo un panorama de ascendente prosperidad y se yergue solemnemente en Oriente (Lihua, 2023).

“Cuando prevalezca la Gran Virtud, el mundo será de todos”. Como el mayor país en desarrollo del mundo, China siempre tiene presente a todo el mundo. El camino chino hacia la modernización no es conducente a la arrogancia autocomplaciente, ni mucho menos para practicar mi país primero, sino para inyectar más energía positiva a la paz mundial y brindar más oportunidades para el desarrollo global con la materialización de nuestro propio desarrollo (Lihua, 2023).

En este sentido China ha transitado un proceso constante y dinámico de cinco grandes modernizaciones: (i) una modernización de una gran magnitud poblacional, (ii) una modernización de prosperidad común para todo el pueblo, (iii) una modernización de coordinación entre lo material y espiritual, (iv) una modernización de coexistencia armoniosa del ser humano y la naturaleza, y (v) una modernización al camino del desarrollo pacífico (Lihua, 2023).

Una modernización de enorme magnitud poblacional inyectará una fuerza motriz aún más poderosa a la recuperación económica global. En las más de cuatro décadas de la reforma y la apertura, el Gobierno chino ha sacado a más de 800 millones de personas de la pobreza y amplió el grupo de ingresos medios a más de 400 millones de personas. La China de hoy ya se perfila como el principal socio comercial de más de 140 países y regiones, haciendo cada día 320 millones de dólares de inversiones directas en todo el mundo y atrayendo cada mes a más de 3 mil empresas extranjeras a instalarse en el país. En el pasado decenio, China ha contribuido más al crecimiento global que todos los países del G7 en su conjunto.

Una modernización de prosperidad común de todo el pueblo abrirá un camino más amplio para el desarrollo común de todos los países. La modernización no debe ser una para hacer más ricos a los ricos, y más pobres a los pobres, ni una al servicio de un pequeño número de países o personas. La prosperidad común de todos los pueblos del mundo necesita el desarrollo compartido de todos los países. La construcción conjunta de la Franja y la Ruta y la Iniciativa para el Desarrollo Global (IDG), la Iniciativa de Seguridad Global (ISG), la Iniciativa de Civilizaciones Global (ICG) son bienes públicos ofrecidos por China a la comunidad internacional, y constituyen plataformas abiertas para lograr el desarrollo y la prosperidad comunes. En los últimos diez años desde su lanzamiento, la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha dado forma a más de 3 mil proyectos de cooperación, movido unas inversiones valoradas en cerca de un billón de dólares, y creado 420 mil puestos de trabajo para los países participantes, haciendo realidad los sueños de los pueblos de los diferentes países de tener conectividad y salir de la pobreza.

Una modernización de coordinación entre la civilización material y la espiritual abrirá perspectivas más brillantes para el progreso de la sociedad humana. Algunos países, aunque muy desarrollados en economía, ciencia y tecnología, se han hundido en una situación marcada por el enfoque centrado en el capital, el materialismo desenfrenado, el empobrecimiento cultural, la degradación moral y el desorden. El objetivo definitivo de la modernización es lograr el desarrollo libre e integral de las personas, que significa no solo abundancia material sino también enriquecimiento ético-cultural. Tal como reza un antiguo dicho chino: “Solo cuando el granero esté lleno, la gente adquirirá modales; solo cuando la gente esté bien alimentada y vestida, conocerá el honor y la vergüenza”. En la civilización china, siempre se aspira a un mundo armonioso con abundancia material y elevadas morales. Se anteponen los valores espirituales de la gente por encima de la búsqueda de lo material y los incluyen en sus ideales sociales.

Una modernización de la coexistencia armoniosa entre los seres humanos y la naturaleza proporcionará planes más viables para la construcción de un mundo limpio y hermoso. Las aguas cristalinas y montañas verdes son tan valiosas como montañas de oro y plata. China ha tomado la iniciativa de asumir la responsabilidad de proteger el medioambiente y responder al cambio climático, y ha liderado el mundo en muchos aspectos: es el primero en la magnitud de la reforestación por siembra artificial, que representa una cuarta parte de la mundial; es el primero en la explotación y el aprovechamiento de energías renovables, aportando más de un tercio a la capacidad instalada de energía eólica y solar global; es el primero en la producción y la venta de vehículos de nuevas energías, ya que entre todos estos vehículos del mundo, la mitad están circulando en este país asiático.

Una modernización de seguir el camino de desarrollo pacífico traerá mayor certidumbre a la paz y la estabilidad del mundo. El objetivo de desarrollo de China no es buscar la hegemonía, ni existe en el diccionario de su cultura la frase “ser grande es ser hegemónico”. Asimismo, el temple de la diplomacia china está marcado por su gran impavidez ante la hegemonía. Hasta la fecha, China es el único país del mundo que ha estipulado en su Constitución el compromiso de seguir un camino de desarrollo pacífico, el mayor contribuyente de personal para el mantenimiento de la paz entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y el único entre los cinco Estados Poseedores de Armas Nucleares que ha prometido no ser el primero en usar las armas nucleares. China se ha incorporado a más de 20 convenios multilaterales del control de armamento e impulsado la emisión de una declaración conjunta de los líderes de los cinco Estados Poseedores de Armas Nucleares sobre la prevención de guerras nucleares. Respecto a las disputas internacionales se aboga por la consulta y el diálogo para lograr una solución pacífica.

 

  1.             Una comunidad de futuro compartido para la humanidad

Este concepto de una comunidad de futuro compartido para la humanidad (类命运共同体) pretende trascender las diferencias políticas, históricas y culturales de la humanidad, constituye el uno en la diversidad y la heterogeneidad, promoviendo la sensibilización y apropiación de principios y valores compartidos necesarios para atender una serie de problemas presentes y futuros que tarde o temprano nos alcanzarán a todos. La atención de estas necesidades es fundamental para un crecimiento y desarrollo compartido, en el cual la interconexión y la innovación es un factor determinante. Este es el significado de China como método.

Cuando Xi Jinping asume la presidencia de la República Popular China el 15 de marzo 2013, continúa consolidando y perfeccionando este concepto de una comunidad de futuro compartido para la humanidad y lo hace reiterativo en diversas intervenciones internacionales, en el 2015 lo introduce en la 70a Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.

Carl Schmitt indicaba que la vigencia de las instituciones depende de la capacidad y permanencia de sus principios y valores constituyentes (Schmitt, 2011), algo particularmente presente en la cultura china en la cual la tradición y el respeto por las mismas constituye un pilar fundamental en su desarrollo.

Antonio Gramsci denominaba interregum, a aquellos periodos de crisis durante se cuestionan varios principios del consenso establecido, de forma tal, que los cambios y las transformaciones encuentran una ventana de oportunidades para lograr las transformaciones que en otros contextos no serían posibles (Gramsci, 2017). Esta propuesta de Xi Jinping, coincide en un momento de expresión de un liderazgo global de China, un llamado desde la posición de un Sur Global, el cual da la espalda a posiciones hegemónicas y de interferencia en la soberanía y respeto a los pueblos.

Esta idea esbozada -en principio desde el 2012- y acentuada en la comunidad internacional desde el 2013 constituye un objetivo a largo plazo. Es un proceso de constante transformación y cambio, en el cual China impulsa un conjunto de contribuciones en defensa de la paz mundial, la seguridad, la búsqueda del crecimiento con desarrollo humano; un proceso cuya brújula se encuentra fijada en el progreso humano con equilibrio con la naturaleza. Una narrativa propia estructurada desde las excolonias y los pueblos históricamente explotados.

 

  1.            La esencia del sueño chino

El sueño chino se basa en el objetivo de fortalecer el liderazgo internacional de la República Popular China en el sistema internacional al llevar a dicho país a ser una de las principales naciones desarrolladas del mundo, principalmente en a producción de alta tecnología y en el progreso económico, con una responsabilidad ambiental y en donde el pueblo sea siempre la primera prioridad del gobierno. Por ende, la participación de este sueño chino es impulsar dicho crecimiento desde un enfoque de cooperación Sur – Sur con dicho país.

La propuesta de China viene a contradecir la evolución que suele ser precipitada y poco ponderada, premiando lógicas de acción cortoplacistas y en el peor de los casos inmediatas; de una sociedad ahogada en la economía de consumo y en la profundización de las brechas sociales. Como indica Peter Sloterdijk, en ocasiones el ejercicio del gobierno se ha convertido en un servicio de averías que debe reparar los destrozos, contratiempos o circunstancias en las que se ha envuelto por sus propias incapacidades o por sus visiones de corto plazo para entender y accionar en los tiempos de transformación actuales (Sloterdijk, 2014).

La sociedad global vive tiempos cuya velocidad de los cambios suele ser mucho más rápidos de lo que se pueden entender o dar explicaciones, la capacidad de calibrar constantemente las políticas como sus interdependencias, requiere de nuevas formas de gestionar los asuntos globales que de una u otra forma impactan en los territorios.

La incapacidad para conducir y coordinar la acción colectiva global hacia niveles razonables de diálogo, tolerancia, respeto, integración, igualdad, protección y seguridad social, parecen estar rebasados por las transformaciones sociales, económicas y tecnológicas en curso; varias de las respuestas de los Estados son inefectivas y dan pie a situaciones y riesgos de gobernabilidad por sus defectos de información, equivocaciones analíticas o de comunicación y por las fallas operativas de gestión y de liderazgo.

Para alcanzar el sueño chino, en término de Xi Jinping se requieren hacer esfuerzos persistentes y con una voluntad indomable, se requiere impulsar el socialismo con características chinas y esforzarse por el rejuvenecimiento de la nación china (BBC, 2013)

Después de la crisis económica global del 2008 y la ausencia de apoyo crediticio para algunos países a efectos de implementar grandes proyectos, surge la Iniciativa de la Franja y la Ruta (2013), como un ambicioso proyecto para recrear la antigua ruta de la seda conectando China y Eurasia por tierra y mar, con lo cual se impulsa el crecimiento de diversas empresas chinas en la construcción de puertos, rutas, trenes y centrales eléctricas en todo el mundo. La ausencia del apoyo crediticio generado por la crisis económica global del 2008 fue subsanada parcialmente por bancos chinos que financiaron el desarrollo de estos importantes proyectos en países en vías de desarrollo.

La iniciativa de la Franja y la Ruta ha ido evolucionando en diversos temas, centrándose en la importancia de la conectividad en el sector de telecomunicaciones, energías renovables y limpias, entre otros.

Este esfuerzo por consolidar el sueño chino ha implicado un dinamismo mayor de China en sus relaciones internacionales y en el ámbito del orden multipolar del sistema de internacional, de igual forma, fortaleciendo a sus empresas en la economía global (Zhang, 2015) La cuestión por dilucidar es si el concepto de democracia liberal es el único capaz de dar atención y respuesta a las demandas sociales o quizás se debe ampliar el abanico de expresiones de democracias iliberales (Levitsky y Ziblatt, 2018) (Lilla, 2018) (Mounk, 2018), un debate que trasciende la presente reflexión.

La gobernanza global aparece como una mera administración de un sistema que ya no sabe ni puede controlar por sí misma, o el cual carece de la existencia de un administrador global, en el cual el Sistema de Naciones Unidas parece ser insuficiente. La política internacional como sumatoria de intereses y conflictos particulares evidencia fallas en el sistema para proteger a una sociedad global, guiarla y emprender reformas a favor de una visión colectiva.

 

  1.                   La visión de la armonía

La propuesta de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad constituye una visión de armonía desde la cultura china, en el sentido de dar lugar a cosas nuevas. Desde este enfoque la uniformidad conduce al estancamiento, ese proceso en el cual se equilibran las diferencias y contradicciones es la esencia de la armonía, puesto que añadir más cosas de los mismo, tarde o temprano termina de arruinar todo (Grydehøj y Su, 2022)

Desde el análisis chino de las relaciones internacionales se ha posicionado el enfoque de la teoría de la co-gobernanza global -全球共治 quanqiu gongzhi- desde inicios del siglo XXI, principalmente por los académicos Yu Zheng y Chen Yugand (Grydehøj y Su, 2022). Aportes que han sido importantes en la comprensión de una comunidad de futuro compartido para la humanidad.

Yu y Chen centran su análisis en las mejores prácticas de co-gobernanza global y no tanto en la estructura o arquitectura institucional, para ellos solo se puede lograr desde la implementación de la Doctrina del Medio a escala global, la cual toma la armonía como su meta y el medio como su camino -la Vía-. Por tanto, el transitar por el camino del medio - zhong- es un método para navegar entre los extremos del globalismo y el surgimiento de las tendencias al nacionalismo y la desglobalización (Yu y Chen, 2005)

Desde esta visión se requiere un equilibrio y una armonización constantes del comportamiento. Abogar por una cultura de armonía -desde esta perspectiva china- es la mejor manera de resolver conflictos globales y promover la cooperación global y generar una co-gobernanza. Su piedra angular es la noción de Mozi, es decir, de cuidado y beneficio mutuo imparcial (Zhang F., 2015)

Todo debe seguir el principio de beneficio de los demás, de esta forma, todos tratan de beneficiar a los demás para lograr una participación igualitaria, una co-gobernanza y una prosperidad compartida.

El mantenimiento de una coexistencia duradera y armoniosa de diferentes grupos requiere una gobernanza conjunta global arraigada en los seis conceptos básicos de la cultura tradicional china: (a) la cosmología de la unidad del cielo y la humanidad; (b) la benevolencia y el amor humanísticos; (c) una perspectiva de desarrollo que integra el yin y el yang; (d) una perspectiva práctica sobre la unidad del saber y el hacer; (e) un enfoque cultural de pluralismo y compatibilidad; y (f) valorando la unidad de justicia, intereses y armonía (Yu y Chen, 2005).

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 1.

Co-gobernanza y prosperidad compartida

Nota. Figura tomada de Yu y Chen, 2005.

 

Esta co-gobernanza global busca dar un equilibrio y armonización de un cuidado y un beneficio mutuo imparcial busca una reducción de incertidumbres y desde la adopción de reglas de juego claras, se transforman esas incertidumbres en certidumbres, se imponen restricciones, se asignan recursos o se adoptan normas de regulación del comportamiento colectivo.

La construcción intelectual de la propuesta de Yu y Chen asume una combinación de la tradición y de la modernidad, partiendo de las corrientes intelectuales chinas arraigadas en su historia y herencia cultural, entre ellas el mohismo, el confucianismo y el taoísmo. Su punto de partida es la doctrina confuciana de la media -中庸 zhongyong- como la filosofía general de la co-gobernanza global; sin embargo, basan la práctica de esta co-gobernanza en el dualismo taoísta y el concepto clave mohista de cuidado mutuo imparcial y el de beneficio mutuo imparcial -兼相,交相利 jianxiang'ai, jiaoxiangli- (Yu y Chen, 2005).

En síntesis, esta propuesta de Yu y Chen se presenta como una herencia de las corrientes intelectuales propias de la antigua tradición china, cuyo concepto central es la generación de la armonía en una visión de políticas globales (Grydehøj y Su, 2022). Su alcance es la construcción de una teoría para describir la política mundial y una teoría para perfeccionar la práctica de la política mundial -estableciendo una diferencia con la política internacional-. Si bien tiene un arraigo en la cultura china, no busca ser una forma o lógica propia de China sino de la comunidad global.

Las preguntas y las ideas elementales y directas pueden surgir sólo si ya no hay, ni son válidas las respuestas formuladas por la tradición, razón por la cual debemos replantearlos de nuevo (Arendt, 2018) en momentos que por razones de los cambios económicos, sociales o políticos le dan nuevos contexto y nuevos significados; de ahí, la importancia de hacer una revisión de los conceptos y las ideas para su renovación, transformación o evolución. La emergencia de fenómenos complejos y en los cuales la elasticidad de los conceptos e ideas tal y como se conocen pierden o no su sentido de conexión y validez.

Se está frente a lo nuevo en la medida en que se genere capacidad de ofrecer razones bien fundadas sobre las pautas del cambio y las acciones adecuadas para enrumbar a la humanidad hacia mejores horizontes.

 

  1.            Las corrientes intelectuales tradicionales

Las tres principales corrientes intelectuales contemporáneas -siempre basadas en la tradición intelectual china- se basan como eje gravitacional en la necesidad de una armonía global. Estas teorías son: Tianxia -天下 todo bajo el cielo, Guanxi -关系 relacional- y Gongsheng -共生 simbiosis-. Otra de las teorías destacadas es Daoyi ( moral) -ver Ilustración N°2- .

Figura 2.

Tradición intelectual china sobre armonía

Nota. Elaboración propia.

 

La teoría Tianxia -天下 todo bajo el cielo-, como sistema de gobernanza global tiene su punto de constitución contemporáneo con el filósofo Zhao Tingyang y establece una comparación de la gestión de las relaciones internacionales con la antigua forma de gobierno y de diplomacia china (Tingyang, 2021). La armonía es un ideal para la existencia en general y las relaciones interestatales en particular y puede lograrse a través de la costumbre y la Doctrina del Medio, enfatizando en la gran armonía bajo el cielo -天下大同 tianxia Datong- como un orden ideal basado en la confluencia de principios y valores globales compartidos.

El sistema de gobernanza global Tianxia es un proceso de armonía, diversidad y cooperación. Este proceso no es incompatible con el actual sistema internacional de estados soberanos, pero sólo puede lograrse si se eleva por encima de estos estados.

De ahí la importancia de establecer una diferencia entre filosofía para el mundo y la filosofía del mundo. Cualquiera estado puede tener una filosofía del mundo de acuerdo con sus propios horizontes políticos y estratégicos; de igual forma, cualquier nación puede estructurar una filosofía mundial acorde con los intereses nacionales. Sin embargo, se requiere una filosofía mundial que hable, piense y exprese en nombre del mundo. El mundo está ausente porque la negativa a verlo desde su propia perspectiva. El fracaso de la política mundial es esencialmente el fracaso de la filosofía, la pregunta es entonces ¿cómo cuidar el mundo para el mundo? (Tingyang, 2021)

La teoría Guanxi -关系 relacional- desarrollada por el intelectual Qin Yaqing, toma su punto de partida desde una oposición abierta a las formas de pensar y actuar occidentales y chinas, que están influenciadas por distintos conjuntos de conocimientos de fondo. La teoría occidental de las relaciones internacionales prioriza la ontología de la existencia y, por lo tanto, enfatiza las entidades individuales y su autoexistencia, el interés propio y la acción egoísta. Por el contrario, el pensamiento chino se centra en la relación, la coexistencia y la existencia del yo en relación con los demás en lugar de la existencia aislada (Qin, 2020)

 

Desde el Guanxi todos los actores sociales -incluidas las políticas- son relacionales y el mundo mismo consiste en relaciones. Esto afecta nuestras percepciones de elección y acción estratégica, de ahí la racionalidad individual o la racionalidad relacional -sistémica-.

La lógica de racionalidad relacionalidad sostiene que un actor emite juicios y decisiones de acuerdo con sus relaciones con otros específicos, con la totalidad de sus círculos relacionales o en un contexto relacional como trasfondo. En cualquier entorno social, la acción que debe emprender un actor depende en gran medida de sus relaciones con otros específicos y de sus relaciones con el contexto relacional en el que está inmerso. En síntesis, sus intereses, deseos y preferencias cambian a medida que cambia la naturaleza de una relación (Qin, 2020)

La propuesta de Zhao de Tianxia considera que todos los intereses, aspiraciones, deseos y necesidades globales son compartidos por todos los pueblos y estados a través de una red de relaciones universales y uniformes e igualdad de diferencias. Mientras que el Guanxi considera que todos los intereses, identidades y poderes se construyen a través de las relaciones de un actor con otros actores. La coexistencia y la existencia son mutuamente constitutivas; el uno no precede ni niega al otro.

La teoría de gobernanza del Gongsheng -共生 simbiosis- surge a inicios de la década de 2010 con dos grandes corrientes, la primera combina el marxismo clásico con los discursos tradicionales chinos sobre la armonía para aplicar el gongsheng -simbiosis-, al análisis de la construcción de una política mundial, para lo cual recurren a la evolución de la diplomacia china en amplias líneas temporales con poca o escasa referencia al pensamiento occidental (Jin, 2011) (Hu, 2012) (Cai, 2015)

La segunda corriente utiliza la antigua práctica diplomática y el pensamiento político chino para explorar el significado histórico de un sistema internacional simbiótico en el antiguo este de Asia, lo cual alienta la construcción de un sistema simbiótico capaz de reemplazar el sistema hegemónico de Occidente (Ren, 2013).

La visión de gobernanza global del Gongsheng se inspira en un sistema tributario - chaogong- en el cual China representaba el centro del orden internacional tradicional de Asia oriental antes de la llegada del colonialismo occidental. Una simbiosis en la cual los países indistintamente de su tamaño, poder o recursos podían encontrar un lugar adecuado e inclusivo. Un sistema que a lo largo de los milenios, formó un conjunto de principios, normas y códigos de conducta para el manejo de las relaciones interestatales (Su, 2013)

Este sistema policéntrico fomentó múltiples modos de interacción, comercio de tributos, intercambios voluntarios, coexistencia pacífica y legitimidad compartida, lo cual le distinguió de los sistemas internacionales en otras latitudes del mundo (Ren, 2013)

La segunda corriente del gongsheng enfatiza la naturaleza pluralista y fragmentada del mundo, por lo cual la homogeneización ideológica y cultural es tanto indeseable como imposible, de ahí el fracaso de las hegemonías de Occidente para sostenerse en el tiempo. Esta corriente se basa en las diferencias y la diversidad en lugar de la igualdad entre las cosas y asume cuatro suposiciones fundamentales: i) la naturaleza del mundo es el pluralismo, ii) hay todo tipo de diferencias entre y desde las cosas, iii) aspectos diferentes pueden coexistir pacíficamente o incluso amistosamente e interactuar entre sí sobre la base de la igualdad, y iv) aspectos diferentes, a través de interacciones constructivas, pueden lograr avances y progresos conjuntos a pesar de las diferencias (Ren, 2013)

Dentro de este marco de pensamiento los estados deben buscar la paz simbiótica, la armonía, la inclusión y la cooperación arraigada en la aceptación y el respeto irrestricto de la diferencia como un valor global. El sistema de gobernanza global de gongsheng considera que los estados son mutuamente dependientes, no simplemente coexistentes (Cai, 2015)

Si bien el enfoque de Gongsheng en la dependencia mutua se asemeja a partes de la teoría Tianxia de Zhao, el primero no asume la simbiosis como un atributo universal, mientras que el segundo sí (Tingyang, Tianxia: una filosofía para la gobernanza global, 2021). La simbiosis debería ser el objetivo de la sociedad internacional: la cooperación sur – sur y la armonía son superiores a la competencia y el caos (Zhang, 2015)

El Tianxia, Guanxi y Gongsheng introducen una tarea impostergable, la necesidad de que los estados contribuyan a de-construir y re-construir un complejo entramado de gobernanza global desde una visión y construcción de mundo en armonía, un complejo andamiaje de relaciones internacionales para la generación de políticas mundiales, donde la coordinación y la homogenización ideológica y cultural no es posible.

De ahí la importancia de poner énfasis desde el Tianxia, no solo en los contenidos de intervención, sino también la forma en que se toman las decisiones globales, la inclusión de los estados en la elaboración e implementación de las propuestas y acciones globales, e incluso una dinámica de relaciones de mutua dependencia, donde las partes se enfrentan y negocian sin importar sus diferencias asimétricas -tamaño o poder-, transitando en: (a) un análisis de solución presente y efectos futuros, (b) el grado de apoyos de los estados y su sostenibilidad, y (c) determinar la matriz de impactos presente y futuros, (d) clarificar los beneficios compartidos para los estados.

El primer nivel es fundamental para clarificar si las respuestas se encuentran vinculadas a una solución directa de los conflictos manifiestos y potenciales, a efectos de que las acciones vayan más allá de la formulación de planes de contingencia en lo coyuntural -centrado en los aspectos detonantes y ofreciendo respuesta de mitigación- sin permear los factores estructurales y por ende con las posibilidades de reincidencias futuras.

El segundo aspecto, entendido como los grados de apoyo hace mención a las capacidades de articulación para definir horizontes futuros compartidos, el saber y el poder identificar aquellos grandes problemas en los cuales se requiere de un consenso mínimo global para alcanzar un cierto nivel de crecimiento y de desarrollo.

El tercer aspecto es el conjunto de posibles efectos directos y colaterales, producto del tipo de intervención global generada multinivel. En ocasiones, una acción puede obtener resultados positivos en el inmediato plazo, pero incrementar las externalidades negativas al largo plazo.

El cuarto componente describe el conjunto de beneficios globales tangibles o intangibles para los estados, lo cual da el estímulo a su participación y promoción en la construcción de las respuestas globales compartidas.

 

  1.            Del liderazgo personal al institucional y cultural

El Tianxia exige un liderazgo personal como institucional, para crear las condiciones propicias desde un complejo y dinámico conjunto de relaciones inter-estatales, sin ocuparse de forma aislada de uno de sus componentes, sino por el contrario en conectar y equilibrar todos los elementos desde un enfoque de atemporalidad del valor global; en dinámicas presentes y futuras, capaces de generar nuevas matrices de oportunidades para el crecimiento económico con progreso social. De esta forma será factible entender de mejor manera el cómo se equilibran entre sí los elementos, y cómo los cambios presentes y potenciales repercuten en el sistema, al igual de qué manera las secuencias y el ritmo afectan el conjunto de estados.

En esta gestión de la complejidad global se requiere comprender el cómo los acuerdos políticos globales afectan o condicionan la acción colectiva, estableciendo restricciones y oportunidades para la toma de decisiones y como el cambio ocurre a partir de la alteración incremental de los acuerdos institucionales (Kiser y Ostrom, 1982)

Las estrategias de los actores y sus interacciones en un escenario global pluralista pueden producir elecciones estables, aunque a veces no deseadas o ineficientes, gracias al papel de las instituciones. La estabilidad, por tanto, es un resultado de los costes impuestos a ciertas estrategias y de los mecanismos de agregación establecidos por las reglas institucionales. No obstante, aun cuando una perfecta alineación entre actores y preferencias se haya conjugado, siempre el factor institucional asumirá una posición privilegiada, pues al final de cuentas son las instituciones las que regulan los conflictos y por ello su sobrevivencia (Axelrod, 1976)

El énfasis de este marco explicativo del Tianxia descansa en el establecimiento de la agenda global y el consecuente proceso de toma de decisiones, lo cual lo hace usando la perspectiva sistémica al considerar los insumos o problemas globales que demandan una solución política -inputs- y el producto final del proceso de discusión y toma de decisiones que se plasma en la política mundial -outputs-.

De forma tal, que la acción colectiva no es simplemente el resultado agregado de esfuerzos individuales de los estados cuyo objetivo es la maximización del beneficio, o bien de comportamientos reactivos a una estructura institucional, sino que más bien la acción colectiva se concibe como resultado de la confluencia de fuerzas estructurales que buscan moldear el comportamiento de los estados,  estableciendo incentivos y sanciones, pero que a su vez también se ve permeada por las acciones que ejercen los individuos los cuales son influenciadas por el contexto, donde confluyen al mismo tiempo problemas y soluciones para un determinado issue (Zahariadis, 1999)

Las opciones estratégicas de los estados son guiadas por sus percepciones actuales o futuras de sus beneficios y costos esperados, lo cual condiciona su propia capacidad decisional. Los actores operan dentro de las reglas, pero también son capaces de establecer y modificar tales reglas, lo que implican que están dispuestos a cooperar entre sí para alcanzar determinados fines (Schlager y Blomquist, 1996)

La innovación institucional en China es el motor del progreso social, cualquier cambio que pueda generar beneficios potenciales para el cuerpo principal del sistema en el entramado institucional es precisamente la innovación, desde la cual es factible alcanzar los objetivos deseados en el presente, y los deseados en el futuro desde adecuadas políticas para atender las realidades presentes, inmediatas y potenciales; requiere a su vez de equilibrios dinámicos complejos, capaces de recombinar factores y ajustar oportunamente la distribución de diferentes recursos, según las necesidades del desarrollo social. Este dualismo taoísta entre el cambio y el no cambio, la modificación de las políticas y reglamentos, pero no el cambio constitucional, constituye la llave para entender muchos de los procesos estratégicos impulsados en este país asiático.

Sin embargo, esta tarea de innovación no la puede realizar de forma aislada el Estado, es fundamental la construcción de redes diversas y dinámicas, asegurando una integración de enfoques, conocimientos, visiones y respuestas: una tarea impostergable que obliga a un encuentro necesario, urgente y estratégico entre las agendas de investigación de las administraciones públicas, las universidades, centros de investigación, entre otros. Un método por el cual China no puede cerrarse al mundo (Hu X., 2020)

Afianzar la innovación en los Estados no es una tarea fácil ni aislada, requiere de un dinamismo del gobierno para asegurar al personal de las administraciones públicas de un mínimo de conocimientos prácticos sobre el cómo se genera la innovación y sobre el cómo puede verse desalentada en diversos sectores que van desde la salud, la seguridad, la industria, entre otros. Una formación que a su vez contribuye a un enfoque sistémico de la complejidad en los asuntos públicos y privados, y en el que es vital un proceso reconceptualizar los modelos y lógicas de la regulación (Phelps, 2017)

El cambio y la innovación es por consiguiente situacional e incremental, dirigidos a modificar las reglas operacionales del juego a través de la acción colectiva. Los estados buscan cambiar las reglas operacionales inmediatas que les imponen restricciones o costos y se consideran innecesarias, pero no así las reglas institucionales que representan un cambio sustancial en la estructura y en donde se produce el verdadero cambio. Los esfuerzos de interacción con miras al cambio tienen un impacto reducido en los niveles operacional y de acción colectiva, debido a que no altera los acuerdos institucionales fundamentales.

Cuanto más sepan comunicar y aclarar los estados las intenciones y sus reglas básicas constitutivas y operativas, más capaces serán de predecir lo que va a ocurrir y de influir en los acontecimientos, incluso en medio de coyunturas volátiles e inciertas. Intenciones y reglas básicas que a su vez requieren de un diseño apropiado y competente con una sólida capacidad en la elaboración de soluciones globales compartidas para atender los problemas globales.

El Tianxia es un concepto complejo, en constante evolución y adaptación, lo cual lo hace además controvertido, esta connotación de todo bajo el cielo, lo cual no hace referencia a un elemento divino o espiritual, sino una orientación en la cual el poder reside en el bienestar del pueblo. El todo bajo el cielo se refiere a una comunidad global como un todo, asumiendo una variedad de constructos conceptuales que van desde el sistema de gobierno, histórico, geográfico, filosófico, cultural y ambiental, cuyo centro gravitacional es siempre la armonía.

Desde la corriente intelectual china los conceptos gobernanza -zhili- y gobierno -tongzhi- convergen, pero a su vez, poseen diferencias sustanciales, en particular el papel del gobierno solo puede ser ejecutado por los órganos de autoridad gubernamental, mientras que las tareas del gobierno pueden ser desempeñadas por organizaciones gubernamentales y organizaciones no gubernamentales. Desde este enfoque, el centro del gobierno son los órganos del Estado, y el centro de la gobernanza es toda la sociedad, por lo cual la gobernanza es el proceso administrativo de maximizar el interés público (Keping, 2008)

En cuanto a la gobernanza global para China, los principales actores son los estados-nación y las Naciones Unidas, esta perspectiva se resume ante las interrogantes ¿quién hace las reglas de gobierno global? ¿cómo se adoptan estas reglas? ¿interés para quién? y ¿para qué fines? El enfoque de Tianxia viene a desafiar la perspectiva de hegemonía, para abrir paso a una construcción colectiva de un somos global desde un multilateralismo desde el principio de igualdad, respeto y de armonía (Keping, 2008)

El sistema de gobernanza de Tianxia se destaca por tres dimensiones: (i) debe asegurar que todos los estados involucrados reciban más beneficios a través de su participación que al permanecer independientes, (ii) el sistema se basa en la dependencia mutua y la reciprocidad entre todos los estados, (iii) debe de desarrollar un conjunto común de intereses, beneficios y compromisos para garantizar su carácter compartido universal.

En contraste al denominado Consenso de Washington, el cual propone como receta para el crecimiento económico una serie de principios ligados al liberalismo, el Consenso de Pekín -también conocido como Consenso de Beijing-, tiene como objetivo fundamental mejorar el nivel de vida de la sociedad como única manera de evitar el caos de una sociedad. A diferencia del primero, carece de reglas Sus recomendaciones es la socialización de las buenas prácticas que han permitido a China convertirse en una potencia económica, destacando su lucha contra la corrupción, la innovación, el gradualismo, la experimentación constante, la apertura y la autodeterminación (Higueras, 2021)

En la visión del gobierno y de los pueblos de China, la visión de desarrollo de los países está muy ligada a la del suyo propio, se parte de la idea de que entre más desarrollado y avanzado sea mi vecindario, mejor será mi casa; de ahí que la planificación y la visión de desarrollo en dicho país siempre sea a largo plazo – a diferencia por ejemplo de los países latinoamericanos-. De ahí la importancia de que entre más naciones se sumen al modelo de gobernanza del Tianxia, más armonía será posible, en el entendido de que más posibilidades de progreso, desarrollo y estabilidad existirá para la comunidad global.

En el camino de avance hacia la modernización, la República Popular China no seguirá el camino de la colonización, ni el camino de la hegemonía, su apuesta es el curso del desarrollo pacífico, buscando siempre encontrar la armonía desde el diálogo, la consulta y la cooperación como la vía para resolver las diferencias; abogando por la solidaridad y la promoción de dinámicas ganar-ganar en la gestión de complejos desafíos cada vez más interrelacionados en una dinámica global. En palabras de Xi Jinping, el mundo no necesita una nueva Guerra Fría, la práctica de avivar la división y el enfrentamiento en nombre de la democracia es en sí misma una violación del espíritu de la democracia (China, 2023)

El futuro de todos los países está estrechamente conectado, la tolerancia, la convivencia, los intercambios y el aprendizaje mutuo entre diferentes civilizaciones desempeñan un papel insustituible para avanzar en el proceso de modernización de la humanidad y hacer florecer el jardín de las civilizaciones del mundo. En ese sentido, es necesario abogar en común por los valores comunes de la humanidad: la paz, el desarrollo, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad son aspiraciones comunes de todos los pueblos; los países deberán tener la mente abierta para apreciar las percepciones de valores de diferentes civilizaciones y abstenerse de imponer sus propios valores o modelos a los demás y de avivar la confrontación ideológica (China, 2023).

 

 

  1.                 El cielo está en constante evolución

La invitación por comprender el Tianxia invita a hurgar en las ideas haciendo un despojo de prejuicios anticipados, para aventurarse en conocer la visión de los demás, sus sentimientos, ideales y aspiraciones, para lo cual se debe asumir una disposición a vibrar con los pensamientos, puesto que “El cielo está en constante evolución. Los seres humanos no cesan en su empeño”, palabras que nos hacen recordar que las personas deben vivir moviéndose constantemente como el universo, nunca cesar en su empeño, y ser fuertes, solo siguiendo el dao -camino- del mundo, es posible desarrollarse en la dirección correcta siempre y cuando los corazones lo aspiren y venzan el egoísmo y la intransigencia; de ahí, esta invitación para comprender a China como centro y como método.

La institucionalidad del Tianxia conforma un conjunto de reglas y define las arenas para la construcción de estrategias por parte de los actores y sus interacciones. Éstas, en su interacción, producen resultados colectivos, que a su vez generan un aprendizaje entre una visión teórica y una práctica política, dimensiones que están constantemente en retroalimentación y transformación.

Las estrategias proveen información, oportunidades, incentivos y restricciones tanto a los Estados, sus poblaciones, como a sus líderes para la elección de las siguientes estrategias; por ende, sólo cabe explicar los resultados colectivos a través de las decisiones adoptadas, que son influenciadas por un marco histórico-cultural (Colomer, 2001)

De ahí la importancia de deshilachar una compleja interacción definida por la cultura política, desde una apreciación de los sujetos sobre sus instituciones -conjunto de valores y principios, sobre la institucionalidad -la vida de las instituciones a través de las organizaciones como de normas escritas y no escritas-, los actores, los procesos, los fenómenos y los acontecimientos del ámbito de lo público tutelado por el Estado. Se trata de las autopercepciones, percepciones y expectativas de las personas sobre la realidad -y no de la realidad en sí-. En síntesis, es la dimensión subjetiva de los fundamentos sociales del sistema político.

 

Desde la teoría de las instituciones en equilibrio se sostiene que la elección y supervivencia de las instituciones – como sistemas de valores y principios-, depende de su desempeño en la provisión de los bienes públicos y en la reproducción de los costes de transacción; así como, de la forma -estilo- en que se adoptan las decisiones, incluido el papel de pequeños acontecimientos y de la suerte en la obtención de adhesiones.

La gestión de lo público establece parámetros para la acción, pero también puede reforzarse y dificultar su sustitución, mediante los efectos de los incentivos que comportan y modelan la acción colectiva. Incluso ciertas decisiones producen resultados ineficientes que pueden sobrevivir como consecuencia del aprendizaje de los actores mediante el uso, su adaptación a las regularidades institucionales y los costes de su sustitución (North, 2006). Por tanto, y desde la cultura política un resultado puede ser ineficiente, pero si es coincidente o acorde con la expectativa de la dimensión subjetiva del sistema político, por ende, se considera como positivo.

El concepto de equilibrio inducido institucionalmente de Kenneth Shepsle expone que las estrategias políticas y sus interacciones en un escenario pluralista pueden producir elecciones estables, aunque a veces no deseadas o ineficientes, gracias al efecto reductor de las normas y de la cultura. La estabilidad es un resultado de los costes impuestos a ciertas estrategias y de los mecanismos de agregación establecidos por las reglas sociopolíticas (Shepsle, 1986). La cultura política sea desde la construcción del imaginario colectivo o la interconexión de subjetividades, se establece esta dinámica de agregación en función de un esquema de reglas sociales y una escala de valores como de principios adoptados por una sociedad.

 

  1.            El mandato del cielo: el ejercicio virtuoso del poder

El mandato del cielo Tianming (天命) o voluntad celestial es un concepto de la filosofía tradicional china, el cual establece la fuente de la autoridad. Desde esta visión, el ejercicio del poder solo debe ser entregado y mantenido por personas virtuosas, alegadas del vicio y del sadismo, se parte de que el cielo Tian () encarna el orden natural y la voluntad del universo; este orden natural otorga el mandato a un gobernante justo, al que se le denomina el hijo del cielo. Si el gobernante es derrocado, ello ocurre por no ser digno y ha perdido el mandato celestial, de igual forma, desastres naturales y hambrunas eran interpretadas como un descontento del Tian por la forma en el ejercicio del gobierno (Tingyang, 2021)

Por ende, el ejercicio del poder se encuentra profundamente vinculada a las consecuencias de las acciones del gobierno, con lo cual establece una diferencia entre legalidad y legitimidad. La legalidad es emanada por el Tian y la legitimidad a su vez tiene dos bifurcaciones, la de origen y la de ejercicio, la primera se deriva directamente de la legitimidad, al ser el hijo del cielo, mientras que la segunda, es el resultado de las acciones directas e inacciones en el manejo del poder; por ello, se requiere de la virtud y el mérito en la conexión emocional con los sentimientos, sueños y aspiraciones del pueblo.

El Tianxia por ende, es la construcción de un sistema de gobernanza capaz de llevar a la tierra el orden natural del cielo, de esta forma asume dos comprensiones en su significado esencial: a) un orden civilizatorio ideal basado en la concreción de un sistema de valores, principios e ideales en todo aquello bajo el cielo -mundial- y b) un imaginario espacial mundial con las llanuras centrales de China en el centro -en esta dimensión espacial no se refiere a una globalidad del planeta, sino sobre las tierras conocidas en una distinción entre chinos y bárbaros.

La construcción del “yo” chino tradicional es un proceso siempre cambiante en función de dos órdenes naturales y sociales duales. El primero, una persona celestial, perteneciente a un orden universal con el camino celestial en su centro y los valores últimos de este “yo” debían lograrse en el camino celestial trascendente de este orden cósmico. El otro “yo” era miembro de una familia o súbdito de la dinastía, por lo que este yo siempre existió dentro de un cierto orden patriarcal o monárquico. El yo cumplía sus deberes morales dentro de un sistema cultural basado en una dimensión ritual-legal formal y de una tradición de costumbres populares de donde obtenía su estatus concreto de identidad (Jilin, 2018)

Por ende, la distinción entre chino y bárbaro no era un concepto fijo y racializado, sino un concepto cultural relativo que contenía la posibilidad de comunicación y transformación; la diferencia entre ambos conceptos se determinaba únicamente en función de la conexión con los valores de la Tianxia, por ende, la tianxia es absoluta y las denominaciones de bárbaro o chino son relativas (Jilin, 2018)

Desde esta comprensión del Tian, la construcción de la cultura política en China tiene su fuente en la dimensión cultural a diferencia de las sociedades occidentales en las cuales la cultura política se basa en una dimensión institucional. Es así, como la construcción política lejos de ser una forma institucional o de gobierno, es el resultado de la acción humana, un proceso de sedimentación cultural que desde la práctica y la conducta – habitus – se reproducen relaciones de fuerza y se da forma a la cultura.

Para Foucault, el término de conducta es una de las mejores ayudas para captar la especificidad de las relaciones de poder, argumente que conducir es al mismo tiempo llevar a otras y a su vez la manera de comportarse en el interior de un campo o ámbito más o menos abierto de probabilidades; de ahí que gobernar es de cierta manera estructurar el posible campo de acción de los otros, sin basarse en la dominación o la coerción de la violencia institucionalizada (Foucault, 1988).

Si bien es cierto, el mandato del cielo otorga al hijo del cielo para el ejercicio virtuoso del poder, este mandato y por ende sus exigencias se extienden a todas las partes que intervienen en la administración para reproducir el orden del cielo en la tierra, en un proceso de constante retroalimentación entre el soberano y sus ministros, pues la responsabilidad siempre ha de recaer sobre el primero, y los segundos le asesoran o le contribuyen en la gestión de los asuntos públicos. Por tanto, el mandato recae en la clase dirigente, reconociendo que siempre el poder reside en el corazón del pueblo.

La soberanía del hijo del cielo consiste en el derecho de uso y derecho de administración, este mandato debe mostrar su virtud hacia la población, buscando la felicidad de la gente (Tingyang, 2021). Esta idea de pueblo como fundamento, proviene de la idea confuciana de Minben (民本) -orientada en las personas- profundamente presente en una visión cultural china de la política meritocrática o de élite, desde tiempos de las dinastías hasta la actualidad.

La legitimidad de ejercicio derivada del mandato del cielo se puede identificar con el proverbio chino si bien el agua puede llevar un bote, también puede volcarlo, un proverbio en la tradición taoísta -ver las cosas a la luz del cielo- y retoma la brújula de las necesidades y los objetivos de las personas en toda acción pública, de ahí una fuerte tradición al diálogo, la negociación y la cultura en el ejercicio del gobierno.

El pueblo como fundamento no consiste en guiarse por las opiniones del pueblo -a diferencia de lo que en Occidente se podría considerar- sino por sus intereses, puesto que las opiniones no siempre van a favor de sus intereses o pueden equivocarse al juzgar en dónde residen los beneficios y la suma de opiniones puede dar como resultado una elección colectiva irracional -algo muy presente en los neopopulismos-; mientras que el análisis experto de los intereses del pueblo tiene más posibilidades de construir una elección racional (Tingyang, 2021)

El sistema de gobernanza del Tianxia es una propuesta que nace de China para el mundo, no se encuentra de forma explícita en las políticas o decisiones del presidente Xi Jinping, pero afloran los elementos coincidentes entre dicho sistema y los enfoques que ha venido impulsando el gobierno chino.

La provisión de los bienes públicos -nacionales o globales, puesto que se diluyen las fronteras entre una dimensión y la otra- desde el Tianxia responde a un doble propósito: a) fortalecer la capacidad de previsión y manejo de los conflictos político-sociales con la intención de hacer del conflicto la oportunidad de transformación para acelerar el proceso de aprendizaje político de nuevas reglas, valores y capacidades para la acción colectiva y expandir el mandato del cielo hacia otros estados, y b) garantizar la coherencia de la acción del sistema, tanto entre sus distintos componentes como con en sus dimensiones que resulten relevantes en cada estado.

 

  1.            El sistema del Tianxia

Desde luego, el sistema de gobernanza del Tianxia es un constructo conceptual vivo, en cuya esencia el cambio es fundamental para su existencia, esa misma habilidad que muestra el bambú de ser flexible ante las tempestades, esa resiliencia de adaptarse al entorno sin perder los elementos fundamentales identitarios; por lo cual, no es de extrañar que en los tiempos actuales estemos ante una constante redefinición del Tianxia como concepto y del Tianxia como instrumento de acción global.

Como constructo conceptual vivo, pone a China en el centro de la construcción de un sistema de valores y principios globales y además como un método basado en el diálogo, la negociación y la consulta mutua de todas las partes. Esta visión de Xi Jinping propia del socialismo con peculiaridades chinas transita entre la teoría y la práctica, dejando de lado cualquier práctica o sentido hegemónico y desde una narrativa de los países en vías en desarrollo; así como, una descolonización intelectual y cultural.

El método chino, es el reconocimiento de no adopción de métodos externos, cada estado tiene su propia trayectoria histórica y su propia vía a transitar para alcanzar el progreso y el desarrollo, la coincidencia siempre será sobre principios y valores globales, como el hecho de que toda acción del estado debe tener como estrella polar al pueblo; por ende, el método radica en dejar de copiar modelos externos para encontrar el propio camino, y en ese proceso, conocer las prácticas y caminos de otros estados.

La estabilidad del diseño organizacional del Tianxia depende del equilibrio logrado en su capacidad para mantenerse vigente y pertinente en la cultura política a lo interno de los estados como entre estos y la forma en que se logre satisfacer las expectativas de resultados. La capacidad de coordinación e interacción entre el Tianxia con cada una de sus partes es fundamental para su adecuado desempeño, sea por una delegación funcional o por su swing político, de ahí su nivel de interdependencia con una acción colectiva derivada del multilateralismo y no de una hegemonía.

Un modelo organizativo coherente mejora las capacidades del Tianxia  para el análisis de los niveles de incertidumbre, volatilidad, complejidad y ambigüedad con respecto a la evolución de situaciones y eventos estratégicos, pues el marco operativo se ofrecerán reglas de juego claras –protocolos operativos que reducen los costes de transacción-, facilita la información estratégica rápida para la toma de decisiones –certidumbre- y articula su accionar con respeto a un reflejo político basado en horizontes futuros compartidos y la satisfacción de bienes públicos.

La dimensión cognitiva constituye la dimensión subjetiva es el conjunto de valores y principios expresados en reglas formales e informales que determinan el comportamiento de las partes. Esta dimensión confecciona procedimientos y estructuras operantes que definen y fortalecen a su vez los valores, normas, intereses, identidades y creencias; aspectos que en su totalidad producen articulaciones cognitivas que suministran estabilidad y significado a la conducta sociopolítica del Tianxia.

Por tanto, desde la dimensión cognitiva se asume además la tarea de perpetuar el sistema de creencias que contribuyen a la maximización de los intereses considerados como de valor general de la sociedad china y de la comunidad global en general; reglas informales que a su vez se transforman en restricciones hacia las formas en las cuales debe de operar el Tianxia, constituyéndose así el proceso de infusión de reproducción y autoproducción de la infraestructura cultural necesaria.

Después de todo, la dialéctica material y la dialéctica histórica son pilares fundamentales en la construcción narrativa y operativa de las formas de acción política de la China en la nueva era. En ese sentido el conocimiento y la práctica siempre se encuentran en constante diálogo e incidencia mutua.

 

  1.            Tianxia: una dimensión cultural

El informe del XIX Congreso del Partido en 2017 enfatiza claramente la necesidad de adherirse a un punto de vista cultural chino basado en la realidad china contemporánea. La civilización china es el suelo fértil cultural en el que se arraiga el socialismo con características chinas, y es el poder blando cultural más profundo de la nación china. La sociedad china ha creado una cultura política amplia y profunda, perdurable entre las generaciones, con una fuente milenaria de conocimientos intelectuales, filosóficos y espirituales.

En este proceso de dar respuestas actuales desde la tradición cultural e intelectual milenaria, cuestionándose cada vez más a un Occidente que entra en un proceso de deterioro cultural y sin asumir un discurso de confrontación, sino una apuesta de tolerancia, de integración y de respeto a la diversidad, el presidente Xi Jinping ha convocado diversos procesos de investigación, sumando a una amplia diversidad de tanques de pensamiento de las universidades y de las administraciones públicas de su país.

En esta peregrinación el mandatario chino ha estado acompañado de ilustres intelectuales chinos, pero destaca de forma sobresaliente el profesor Wang Huning de la Universidad de Fudan[3], presidente del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), con una amplia formación académica en ciencia política y filosofía política; pertenece a una línea de pensamiento que identifica la modernización como un proceso permanente de tensión con los sistemas de creencias compartidos que unen a las comunidades humanas. Para él, la modernización es viable y sostenible con la creación de nuevos sistemas de valores cuyo papel funcional es el mantener instituciones fuertes y gobernables.

Wang Huning considerado como uno de los ideólogos del presidente Xi Jinping, en una prodigiosa trayectoria intelectual destaca que son los factores culturales de una sociedad -por encima de su organización económica- los que crean su política (Huning, 1988).

Los cambios son el software social -valores, sentimientos, psicología y actitudes- pueden, por tanto, configurar el futuro político de una sociedad. Sin embargo, este argumento también funciona a otro nivel: como una afirmación de que la cultura política de China, y por tanto la trayectoria política, es diferente a la de Occidente (Huning, 1988)

En el caso de China se considera que la sociedad se está transformando de una cultura política orientada a la tradición cultura, impulsada por la movilización política de una economía orientada a las instituciones y a su vez asegura la misma movilización económica. En esencia, describe el paso del maoísmo al denguísmo – teoría de Deng Xiaoping-[4] que sustituyó el énfasis en la lucha de clases por la estabilidad política y la mejora del nivel de vida material.

En su análisis Wang Huning destaca la diferenciación entre la cultura política orientada culturalmente en China y una cultura política orientada institucionalmente en occidente. En el primer caso esta indisolublemente vinculada a la familia, lo social, la mora y la ética, por lo cual la cultura política se difunde a través de la cultura social más amplia; en el segundo caso, existe una diferencia más clara entre la esfera política de otras esferas sociales, por lo cual los sujetos asumen diferentes identidades en diferentes esferas, estableciéndose así procedimientos, mecanismos, funciones y estructuras propias de la esfera política[5].

Xu Jiling, un destacado historiador e intelectual público enseña en la East China Normal University en Shanghai ha defendido una posición contraria de la corriente de la singularidad china para ignorar a Occidente y enfocarse en su propia civilización, puesto que China siempre ha sido abierta, en un proceso en el cual nace de China para el mundo (Jilin, 2018)

Para Xu Jiling, la civilización moderna parte de dos dimensiones básica: a) la búsqueda de la riqueza y b) la defensa de los valores, que pueden no ser universales, pero que deben ser defendidos, abierta y convincentemente, en escenarios universales. Por tanto, este concepto de civilización moderna se disocia de Occidente y en la actualidad China ha demostrado su desafío en la primera dimensión siendo un aspecto vital el desarrollo de la economía digital, la innovación y el desarrollo tecnológico; sin embargo, ahora el desafío se encuentra en la segunda dimensión, la comprensión de la diversidad y la tolerancia en la construcción de un sistema de valores globales compartidos.

Esto implica generar una sintonía -juegos de mutua dependencia – ante una serie de desafíos globales como la desigualdad de ingresos, degradación ambiental y cambio climático, una responsabilidad compartida y diferenciada entre los estados, pero China asume su liderazgo global, el mandato del cielo -Tian- en la construcción de este sistema de valores, del cual cada estado tiene derecho a alzar su voz indistintamente de su tamaño, fuerza o posición geoestratégica en la comunidad internacional.

El papel estratégico de la cultura política orientada culturalmente en China, su formación y transformación requieren siempre de un proceso constante y dinámico – como el Tianxia -, desde una doble dinámica entre la cultura política diacrónica -trasfondo histórico- y la cultura política sincrónica – el contexto moderno-[6]. La cultura política china tradicional -dimensión diacrónica- enfatiza el carácter, la ética, el cultivo personal, la bondad y la moralidad (desde Occidente se enfatiza entre la ley y las instituciones, entre Estado e Iglesia); mientras la cultura moderna se basa en el socialismo con peculiaridades chinas y en la búsqueda del sueño chino (Huning, 1988)

La dimensión diacrónica posee aspectos sincrónicos y la dimensión sincrónica posee aspectos diacrónicos, creándose una simbiosis que da origen a la transformación de la cultura política: una cultura política tradicional, una cultura política moderna y una cultura política reciente, creando una estructura multifactorial, multicapa y multidireccional. Una desviación o un peso excesivo en la cultura política reciente puede implicar una configuración en el sistema de valores, principios.

Los principios del mercado y el poder se han expandido al mundo de la vida de modo que las interacciones naturales entre las personas han adquirido una textura impersonal, insensible y amoral, y si no es el poder jerárquico el que domina, es el dinero del intercambio de mercado. Los principios de poder del mercado han ido poco a poco reemplazado a los valores éticos en gran parte de la vida diaria de cualquier sociedad, fenómenos que poco a poco permean a todas las sociedades occidentales.

Por tanto, en China se debe fortalecer la situación inversa, en el sentido de que el mundo de la vida también ha colonizado el mundo de los sistemas, los principios éticos del mundo de la vida confuciano han invadido el espacio político, empleando conexiones personales en una esfera que debería regirse por contratos entre iguales, las esferas familia – estado no se encuentran compartimentadas como en las sociedades occidentales (Jilin, 2018)

La importancia de rediseñar y renovar su cultura política para evitar que un giro inapropiado en su dimensión sincrónica y por ende una decadencia cultural de la nación.  Es en este punto, en el cual surge el sistema del Tianxia, un encuentro con las corrientes intelectuales y culturales chinas para dar respuesta a una multiplicidad de desafíos actuales, dejando de ver a Occidente como el faro hacia el progreso y el desarrollo, una especie de Tianxia 2.0 en términos de Xu Jilin (Jilin, 2018)

Si en la visión tradicional del Tianxia, la persona -el yo- se apoya en la tierra -el estado/familia- para comunicarse con el cielo -tianxia-, ahora la sociedad se apoya de igual forma en el PCCh -y el estado- junto con la familia para vincularse en un sentido global sobre los temas que interesan a todos los estados -tianxia-. Es así como se logra avanzar por este camino celestial -la vía- desde las diversas iniciativas globales que surgen de China en la nueva era para la humanidad compartida.

La esperanza del confucianismo político es insertarse cuidadosamente en un sistema moderno que contenga el estado de derecho, después de lo cual la sabiduría de la élite trascendería los intereses privados y anularía la política populista de un hombre, un voto, y la noción pública de que el mundo pertenece a todos Tianxia weigong (天下为公), redirigiría las luchas entre los grupos de interés hacia preocupaciones comunes. La política confuciana en sí misma no es ni buena ni mala en abstracto; todo depende de con quién se asocien (Jilin, 2018)

Desde esta visión China es una potencia cultural milenaria -que a diferencia de otras décadas-, se ha abierto al mundo y asume un liderazgo económico global con un espíritu humanista por las grandes preocupaciones sobre el planeta, este espíritu universal basado en el respeto e inclusión de las diferencias es la nueva Tianxia que emerge del esfuerzo colectivo de los estados y sus pueblos. Es por tanto una universalidad compartida y construida de forma conjunta desde el diálogo, la negociación y la consulta, no una universalidad hegemónica que impone los valores de una de las partes a las demás desde lógicas neocolonialistas.

 

  1.                Entre el cambio y el no cambio: una reflexión final

Esta nueva Tianxia 2.0 parte del principio de la igualdad soberana de los estados, una política de reconocimiento, en términos del presidente Xi Jinping, el mundo se encuentra inmerso en un proceso de transformaciones y de un desorden con acelerados cambios en el último siglo, la sociedad humana se enfrenta a desafíos inéditos: ¿Unidad o división? ¿Paz o conflicto? ¿Cooperación o confrontación?

Estos vuelven a ser los interrogantes de nuestro tiempo: “mi respuesta es: la aspiración de los pueblos a una vida mejor es nuestra meta, y la paz, el desarrollo y la cooperación de ganancias compartidas es la tendencia indetenible de nuestros tiempos”, por ello se requiere asumir la responsabilidad histórica encomendada por la era, tener bien presente la misión fundacional, mantener la unidad y la coordinación, para inyectar más certidumbre y energía positiva a la paz y al desarrollo mundial (Jinping, 2023)

Esta política de reconocimiento impulsada por Xi Jinping destaca que todas las partes reconocen de forma mutua la autonomía y la singularidad de las demás partes -sin injerencia alguna-, asumiendo el derecho de la autenticidad y la diferencia de todos los pueblos en una construcción armónica global. Sin embargo, una diferencia estructural con la concepción histórica de la Tianxia deja de ser el centro por el mandato del cielo y su legalidad derivada, que ahora pasa a ser difuminación del centro y los márgenes, se convierte en una propuesta nacida desde China para el mundo, bajo el mandato de los intereses globales sobre los intereses particulares.

La legitimidad de los estados ya no se deriva del mandato del cielo, sino del respeto irrestricto del estado de derecho y particularmente de la Carta del Sistema de las Naciones Unidas, de la acción de los organismos multilaterales y de la acción colectiva de los estados en una lógica de mutuas interdependencias de la comunidad internacional. Un orden internacional sano, requiere el respeto de los principios y valores compartidos, como el respeto y reconocimiento de los demás estados, sin la búsqueda de resurgimientos de mentalidades propias de la Guerra Fría, o medidas unilaterales para evitar el crecimiento de otras naciones.

La Tianxia 2.0 invita a practicar el multilateralismo y mejorar la gobernanza global, desde los valores comunes de la humanidad, la defensa del sistema internacional centrado en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el orden internacional basado en el derecho internacional; así como, rechazar el hegemonismo y la política de la fuerza, hacer el desarrollo de la gobernanza global más justo y razonable y avanzar en la modernización de la sociedad humana mediante esfuerzos colectivos por promover derechos equitativos y oportunidades basadas en justas reglas, a efectos de conducir todos esfuerzos para ser en común constructores de la paz mundial, contribuyentes al desarrollo global y defensores del orden internacional.

Mantener el rumbo acertado de esta nueva Tianxia se debe aumentar la solidaridad y la confianza mutua. La historia milenaria de China en la nueva era recuerda una y otra vez que la presencia de los intereses generales asumidos con rectitud y virtud responsable, despejados de cualquier distracción, serán siempre capaces de proteger y de promover la seguridad y los intereses de desarrollo de sus partes (Jinping, 2023)

Por ende, es fundamental reforzar la comunicación y la coordinación estratégica entre las partes, neutralizar las discrepancias mediante el diálogo, superar la competencia mediante la cooperación, respetar mutuamente a las partes y los respectivos intereses medulares como preocupaciones fundamentales, y apoyar firmemente el desarrollo y la revitalización. “Hace falta elaborar independientemente las políticas exteriores a partir de los intereses generales y a largo plazo de la región, el futuro de nuestro desarrollo debe ser firmemente dominado en nuestras propias manos” (Jinping, 2023)

El sistema del Tianxia es un renacimiento y rejuvenecimiento de la civilización china, evidencia su éxito dentro de las reglas del capitalismo en un proceso de globalización económica, centrando ahora su norte en la consolidación de un sistema global de principios y valores compartidos entre los estados. Una confianza en su cultura política desde un modelo de economía de doble circulación, cuyo avance y progreso depende de su inserción global y de la medida en que sus socios al desarrollo también progresen desde la implementación de sus diversas iniciativas globales.

La transformación de la cultura política de China requiere formar un nuevo sistema de valores, el cual debe de estar acorde con los tiempos y los desarrollos políticos, económicos y culturales, pero además, promover una atmósfera cultural y espiritual de alto nivel, capaz de contribuir al proceso de desarrollo objetivo.

Esto implica una tarea por (a) reflexionar sobre la estructura sincrónica de la cultura política de China, examinar sus elementos positivos y negativos del sistema de valores de la estructura clásica, la estructura moderna y la estructura reciente: desde una combinación flexible para alcanzar los más altos ideales de la humanidad, (b) un proceso constante de la transformación positiva de la estructura sincrónica, con la capacidad de asimilación y apropiación de nuevos elemento, y (c) un proceso de creación de valores fundamentales, a efectos de asegurar una transformación continua sobre un robusto sistema de valores centrales y sus conceptos, a efectos de no ser presa de los hábitos, los prejuicios, los intereses de clase y las tradiciones encarnadas por las instituciones (Huning, 1988)

China como centro y método se enfrenta a un escenario de desglobalización, de reavivamiento de discursos de exclusión y polarización propios de la Guerra Fría, de nuevo la tradición cultura china nos trae a colación la diferencia entre bárbaro y chino, como conceptos dinámicos, en los cuales la polarización entre un nosotros y un ellos pueden ser superadas por el camino de la aceptación y la construcción conjunta.

El camino que China puede seguir es el camino que sea aceptable por todos los estados más allá de los intereses particulares de cada estado, el camino de la construcción conjunta de un futuro compartido para la humanidad. Ese es el centro y el método de la China en la nueva era.

 

“El cielo está en constante evolución. Los seres humanos no cesan en su empeño”

 

Antiguo proverbio chino

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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ICAP-Revista Centroamericana de Administración Pública (85): 13-35, Julio-Diciembre 2023

 


[1] Centroamericano nacido en Costa Rica. Coordinador del Laboratorio Internacional de Innovación Pública y Desarrollo Sostenible. Doctor en Gobierno y Políticas Públicas, Universidad de Costa Rica. Máster en Política Mediática: Sociedad, Estado y Comunicación, Universidad Complutense de Madrid; Máster en Derecho Parlamentario, Elecciones & Estudios Legislativos, Universidad Complutense de Madrid; Máster en Derecho Parlamentario y Técnica Legislativa, Universidad de Castilla–La Mancha. Máster en Ciencias Políticas, Universidad de Costa Rica. Máster en Administración de Negocios con énfasis en Relaciones Económicas Internacionales, Universidad Santa Lucía. Diplomado en Estudios Políticos Aplicados, Fundación Ortega & Gasset–Gregorio Marañón. Especialización en Negociación Política, Harvard University Extension School. Licenciado en Relaciones Internacionales con énfasis en Comercio Exterior, Universidad Internacional de las Américas. Autor de diversas investigaciones centroamericanas sobre gobernabilidad, centros de gobierno, parlamentos, administración pública, partidos políticos, políticas públicas e integración centroamericana. Correo electrónico: [email protected]

[2] Doctor en Historia y Máster en Historia Económica por la Universidad Autónoma de Barcelona.  M. Sc. Historia por la Universidad de Costa Rica. Catedrático de la Escuela de Historia y del Posgrado en Historia e investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) de la Universidad de Costa Rica (UCR). En el CIHAC coordina el Programa de Investigación “Ambiente, Ciencia, Tecnología y Sociedad Ha publicado varios libros y numerosos artículos sobre historia económica, laboral, ambiental y de la ciencia y la tecnología en América Central y en Costa Rica en particular. Correo electrónico: [email protected]

[3] Fudan University forma parte de la Liga C9, una asociación de nueve prestigiosas universidades seleccionadas en 1998 por el gobierno de la República Popular China, además esa casa de estudios organiza el Foro Shanghai un espacio de análisis prospectivo sobre el futuro de Asia.

[4] La teoría de Deng Xiaoping formuló los cuatro principios cardinales que el Partido Comunista Chino -PCCh- debe defender: (i) el espíritu básico del comunismo, (ii) el sistema político de la República Popular China, (iii) la dirección del PCCh y (iv) el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong.

[5] Para Pierre Bourdieu el individuo se desarrolla dentro de relaciones (la familia y la escuela) antes de entrar en diversos campos sociales (como instituciones y grupos sociales), en los cuales expresan y reproducen de forma constante su habitus. Cada campo posee un conjunto de normas que refleja el habitus del grupo, hasta el punto de que se da por hecho que tales normas son de sentido común. Las personas obtienen reconocimiento por su capital simbólico y su valor dentro del campo. El capital simbólico representa el total de todas las otras formas de capital y se refleja en el prestigio, la reputación de competencia o la posición social. A lo largo de su vida las personas ponen en juego sus diversos tipos de capital (Capdevielle, 2011)

[6] El inconsciente colectivo producido por la cultura política occidental enfatiza la regulación externa, en otras palabras, regula las acciones humanas a través de sistemas políticos, relaciones de poder, sistemas legales y otros mecanismos para lograr objetivos políticos o ideales políticos. En cambio, el inconsciente colectivo moldeado por la cultura política china enfatiza virtudes como la benevolencia, la rectitud, la propiedad, la sabiduría y la fidelidad 义礼智信, la lealtad, la piedad filial, el amor fraternal, el perdón y el coraje 忠孝涕恕勇, los ritos y los sacrificios, como las del cielo, la tierra, el gobernante, los antepasados y los maestros 天地君亲师, y fórmulas neoconfucianas como alinear asuntos, ampliar la comprensión, hacer que las intenciones sean genuinas, equilibrar la mente, refinar la propia persona, alinear el hogar de uno, ordenar el estado (Huning, 1988, pág. 59)

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